La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(98)



De modo que le dio eso, acarició cada centímetro de su cremosa piel marcándola con sus manos y sus besos. Faith continuó aferrándose a él. Como tampoco estaba dispuesto a romper el contacto, encontró un modo de amarla deslizando las manos bajo el trasero de Faith para colocarla encima de su erección, tenía la piel tan tirante que el placer fue exquisitamente doloroso.

Tenía la intención de ir despacio, pero ella no quería esperar, y presionó para acogerle en su cuerpo como un guante perfecto. Vaughn la sujetó con firmeza y cambió de posición, colocando el cuerpo lozano y acogedor de Faith debajo del suyo. Se apoyó en un brazo y utilizó el otro para agarrarla de la cadera.

—Faith —le advirtió, pero ella respondió deslizándole las u?as por la espalda y mordiéndole con fuerza en el hombro.

Con un grave gru?ido en el fondo de la garganta, se hundió profundamente en ella una vez, y luego otra.

Ella era fuego líquido corriendo por las venas de Vaughn, puro calor femenino, y cuando Faith abrió los ojos, pudo ver en ellos centelleantes chispas blancas de formas irregulares.

Faith yacía en sus brazos escuchando latir su corazón. Real, verdadero, regular, era su punto de apoyo. Pero a pesar de eso y de que casi había amanecido, su mente continuó a pleno rendimiento. Tenía que ver el nuevo mundo en el que ahora vivía. A diferencia de aquel cambiante que era el ser más importante de su vida, el plano mental era tan real para ella como lo eran el cielo y la tierra, los árboles y el bosque.

Preferiría saber si dicho plano era baldío, y tenía que hacerlo mientras Vaughn dormía. No deseaba hacerle sufrir dejándole entrever que le dolía no formar parte de la PsiNet, estar excluida de una faceta de su existencia que era fundamental para su legado como psi.

Cerrando los ojos en un plano, los abrió en el otro. Pero no podía salir, no podía soportar enfrentarse a la infinita oscuridad.

—Abre los ojos, Faith. Mira la Red Estelar.

?Cómo había sabido él lo que estaba haciendo? Vaughn no era psi, pero era su compa?ero.

—?La Red Estelar? —preguntó, de pie frente a la entrada de su mente.

Vaughn respondió depositando tiernamente un beso en la vena que latía en el cuello de Faith.

Armándose del valor que aquella simple caricia le infundió, dio un paso adelante y miró. No había estrellas sobre terciopelo negro, ni luces solitarias fulgurando como cuchillas ni espacios negros. Faith se quedó sin aliento. No porque aquel fuera un lugar baldío, sino porque no lo era. Había color por doquier, chispas multicolores que titilaban como un arco iris y atraían rápidamente la atención.

Con el corazón desbocado, miró más allá de la deslumbrante belleza que amenazaba con hechizarla y encontró la mente de Vaughn. Poseía la luz de un cardinal, solo que ardiente y dorada, salvaje y apasionada. Estaba vinculada a él por una hebra dorada, y aunque tenía un aspecto quebradizo, sabía que era irrompible. Cuando dirigió la vista hacia el fondo, vio que él estaba enlazado a una mente central mediante otra hebra, pero dicha hebra era diferente al vínculo que los unía a ambos.

Su mente psi se sentía como en casa. De algún modo entendía que aquel otro vínculo podía romperse. Y que no estuviera roto, era su fuerza. Otras mentes se conectaban al núcleo. No muchas, pero sí las suficiente como para mantenerla con vida sin dejar a nadie agotado. Más que suficiente. Esas centelleantes mentes rebosaban energía, como si cada una de ellas fuera más de lo que parecía a simple vista. Mientras las lágrimas brotaban en el fondo de su ser más recóndito, buscó la fuente de aquellas brillantes y hermosas chispas cuya existencia, habiendo sido una ni?a criada en la oscuridad, jamás había imaginado posible.

Atónita ante la explosión de color y vida de su nuevo mundo psíquico, un universo que aun siendo tan peque?o, nunca se estancaría, retrocedió y abrió los ojos en el plano físico.

—Los colores… es Sascha, ?verdad?

—No puedo ver lo que tú ves, pelirroja —se?aló Vaughn—. Pero ella es una empática.

—No sé lo que es eso. —Aunque tenía toda una vida por delante para descubrirlo—. Vaughn, ?cómo puede existir esta red? Exceptuando la de Sascha, el resto de las mentes que he visto son de cambiantes.

Y según los conocimientos de los psi, los cambiantes no poseían la capacidad de mantener enlaces psíquicos de ningún tipo.

Vaughn la acarició con la nariz antes de besarla de nuevo. Faith no era reacia a que él se diera el gusto, no cuando seguía aturdida por la desconexión de la red.

—Tiene que ver con el juramento de sangre que realizan los centinelas. No sabemos cómo funciona… habíamos olvidado incluso que existía.

Vaughn nunca se había sentido tan feliz. Era como si una parte perdida de sí mismo hubiera regresado, una parte sin la que había estado viviendo pero sin la que nunca podría sobrevivir ahora que la había encontrado. Faith estaba dentro de él, alojada en el fondo de su corazón animal, protegida por toda la fuerza que poseía. Si ella veía su vínculo al nivel de la mente, él veía su realidad física, su fuerza y su pureza.

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