La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(95)



Calmada por la ausencia de brutalidad de las primeras imágenes, dejó que la siguiente fase se desplegara ante ella. La sangre goteaba de unas paredes de color verde claro empapando la alfombra ligeramente más oscura, salpicando el panel de comunicación. Un osario que podía oler… rastros de la pútrida muerte ocultos en el acre olor férreo de la sangre. Asqueada, no pudo hacer nada cuando él se internó en la estancia pisando el oscuro líquido rojo que una vez había corrido por las venas de un ser vivo. En el ba?o no había nada que empapara la sangre, por lo que sus pies salpicaron al pisarla.

Su mente se estremeció bajo la sobrecarga. La carnicería, la fetidez, las esporádicas imágenes del pasado en las que oía gritos de un terror absoluto que le helaban los huesos, todo ello la golpeó con la fuerza de un camión que circulara a miles de kilómetros por hora. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su mente no había sobrevivido entera al deseo sexual con Vaughn.

La anterior crisis había fracturado su mente al más profundo nivel, y ahora era incapaz de soportar la ferocidad de aquella sangrienta visión. Sintió que comenzaba a colapsarse de nuevo, pero esta vez de un modo en que sabía que no sobreviviría: el Efecto Casandra, la antigua sacerdotisa a la que, a cambio de un encuentro carnal, le fue otorgado el don de la profecía. Un grito mudo se desgarró de su psique. El Efecto Casandra era la peor crisis mental existente, y convertía a sus víctimas en vegetales sin capacidad de expresarse, sin razón ni sensibilidad.

Nadie sobrevivía a algo así sin la rápida intervención de los psi-m.

Pero allí no había ninguno y Faith se estaba ahogando, se hundía tan rápidamente que pronto no sería capaz de respirar. La sangre ascendía por su cuerpo, empapándole los pies, las piernas…





22


—?No!

El grito surgió de una sección de su mente que nunca antes había visto. Terca y rebelde, le hizo recobrar los sentidos y le dijo que se liberase. ?Ya! Si no lo hacía, el Consejo, los psi-m, el clan psi… todos ganarían.

La violencia funcionó. Su ojo mental se imbuyó de la fuerza de aquella bofetada emocional, y Faith se sacudió el pánico de encima y comenzó a pensar de forma racional otra vez. Se negaba a dejar que ellos ganasen, a que Vaughn tuviera que sentir que había tomado a una mujer débil como amante, a ser alguien que necesitaba constantemente que la rescatasen.

Armada con una determinación fruto de toda una vida reprimiendo la ira, erigió una sólida muralla psíquica contra el colapso. No era tan fácil escapar al Efecto Casandra, que arremetió contra el bloqueo con tal fuerza que el muro se combó. Pero no se rompió; disponía de un mínimo espacio de tiempo antes de que se desencadenara la avalancha. Sin permitirse concentrarse en eso, comenzó a reparar las grietas que habían conducido al colapso.

El trabajo fue laborioso.

Muy, muy laborioso.

Se sentía como si su mente estuviera apresada por un torno. Solo su brusca e indomable reacción emocional, la furia provocada por la oscuridad y la sed de venganza la impulsaban a seguir. Eso y la necesidad de hacer que Vaughn se sintiera orgulloso de ella, de ser una mujer digna de un jaguar. Sin aquella feroz hoguera de sentimientos, habría estado impedida como lo había estado tantos a?os, dependiente de otros para que la sacaran.

Sin embargo ninguna de sus anteriores crisis, causadas por las potentes visiones comerciales, había sido tan severa. Nunca había estado ni remotamente cerca del Efecto Casandra. Era una prueba de fuego que amenazaba con engullirla en sus venenosas llamas, pero Faith no tenía intención de quemarse.

Trabajó con férrea determinación, y la muralla se fortalecía cada vez más a medida que reparaba cada fractura. Por extra?o que pareciera, fue el adiestramiento de su don para los negocios lo que acudió en su auxilio en un momento crítico, cuando el agotamiento comenzaba a embotarle la mente y corría el peligro de cometer un error fatal. Utilizó el truco de amoldar las neuronas a ciertos patrones repetitivos, un paulatino uso mecánico de su mente que no requería del pensamiento consciente.

Dejando que ese patrón reparase las fracturas más sencillas, centró su ser racional en arreglar las brechas casi invisibles de su núcleo. Alzó la vista de nuevo cuando ya lo había reconstruido con éxito. La superficie de su mente estaba en paz, la oscuridad había desaparecido y la crisis había sido sofocada. Cansada pero exultante, retrocedió del plano psíquico y abrió los ojos. Se encontraba acunada contra Vaughn, rodeada por puro e inamovible músculo.

—Tenías problemas —la acusó sin vacilar—. Podía olerlo.

Faith inclinó la cabeza para mirarle.

—He logrado salir.

Sus ojos eran los del jaguar, pero Vaughn no había sido dominado del todo por la bestia.

—Sabía que podías.

Tras tumbarse boca arriba, le echó la mano por encima para posarla sobre su trasero cuando ella cambió de posición para acomodarse contra su pecho.

—?Por qué no has intervenido?

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