La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(96)
—Porque sabías lo que hacías.
Se dio cuenta de que Vaughn nunca la defraudaría. él siempre exigiría que fuera todo lo mujer que pudiera, aun cuando esa mujer prometiera hacerle la vida más complicada. Un marcado contraste con la gente a la que durante tanto tiempo había llamado su familia.
Sintiendo una inexplicable opresión en el corazón, le acarició la áspera mandíbula, sombreada por la incipiente barba.
—Vaughn, al final, cuando mi mente era pura, vi algo.
Algo tan imposible que no estaba dispuesta a creerlo del todo. Y sin embargo…
—?El qué?
él le acarició la espalda y peque?as chispas de energía inundaron su sangre, centellearon en su mente.
—Otro vínculo. —Deslizó los dedos hasta su hombro—. Técnicamente similar al enlace con la PsiNet, pero diferente en todos los sentidos. Es salvaje. Como tú. —Aunque no poseía el olfato de un cambiante, aquel vínculo tenía el olor mental de Vaughn, un aroma tan familiar como el suyo propio, aunque no recordaba haber estado nunca en su mente—. ?Qué es?
—Me une a ti. Para siempre —le dijo de forma tajante—. Eres mi compa?era.
—Compa?era… —susurró considerando todo lo que sabía sobre la sociedad de los cambiantes, que no era mucho—. ?Como Sascha y Lucas?
—Sí.
Faith apenas podía respirar.
—?De verdad?
—Sí. Está hecho. No puedes librarte. —Apretó los dedos sobre la cadera de Faith.
—?Librarme? —Quería echarse a reír, pero era incapaz de inhalar aire suficiente—. Vaughn, tenía miedo de haberlo imaginado porque lo deseaba como nunca he deseado nada en esta vida.
él aflojó los dedos.
—Bien.
—?Cómo funciona?
—Lo desconozco. También es la primera vez para mí.
—Oh.
Aquella opresión se hizo más intensa.
—Pero sí sé que te mantendrá con vida después de que te desconectes de la PsiNet.
—La mente de un cambiante no puede proporcionarle al cerebro de un psi la retroalimentación que necesita. Los experimentos lo han demostrado de forma irrefutable. —Sacudió la cabeza al tiempo que le clavaba las u?as en la piel—. No voy a matarte para mantenerme con vida.
—?Confías en mí?
Faith confiaba ciegamente en él.
—Siempre.
—Entonces no te preocupes por eso.
—No puedes darme la retroalimentación necesaria —insistió—. Es psíquicamente imposible.
Vaughn le dio un beso.
—Ten confianza, pelirroja. La confianza no siempre guarda una lógica ni tiene sentido.
—Confío en ti con mi propia vida. —Depositando un beso en la mandíbula de su jaguar, levantó la vista para mirarle a los ojos—. Pero no estoy segura de confiar en ti a costa de la tuya. —Porque sabía cuán protector y posesivo era el felino.
Una sonrisa perezosa se dibujó en los labios de Vaughn.
—Ah, no, pelirroja. Tengo planeado vivir mucho, mucho tiempo ahora que me he buscado una compa?era que satisfaga todas mis necesidades.
Los dedos de Vaughn se demoraron en la elevación de las nalgas acompa?ando aquella sonrisa pícara con imágenes de…
—De rodillas no —replicó Faith en tono jocoso.
—?Y si me dedico a lamerte hasta que cedas? —Su mano descendió para acariciar esas zonas más calientes—. ?Te pondrías entonces de rodillas?
—Quizá. —Sintió que comenzaba a alterársele la respiración—. Intentas apartarme del tema.
—No, pelirroja. Intento hacer que comprendas. —Vaughn dejó de provocarla con los dedos—. Si muero por culpa de la retroalimentación, tú también lo harás. No voy a dejar que eso suceda. —Una torva determinación te?ía cada una de sus palabras.
—Los escudos están aguantando. Podría mantener el enlace y descargar más información.
—No tengas miedo de desconectarte.
Faith trazó círculos con un dedo sobre su torso.
—La PsiNet es muy hermosa, rebosa tanta vida.
—Pero es hora de que te desligues de ella. Lo sabes.
—Sí.
En cuanto descubrieran su desaparición, enviarían guardias de NightStar para que la localizaran en el plano psíquico y la llevaran de regreso. Costara lo que costase. Eso si el Consejo no decidía ocuparse personalmente del problema… no se había olvidado de aquellas mentes marciales encubiertas.
Flechas.
Asesinos.
Seguramente en su caso tratarían de encerrarla. Pero Faith preferiría morir que ser recluida.
—Te tengo.
Su mano callosa le retiró el cabello de la cara para ahuecarla sobre la mejilla. La inesperada ternura del gesto hizo que se le encogiera el corazón, y en lo más profundo de su mente vio el vínculo vibrar. Pero entonces paró. Faith frunció el ce?o antes de poder contenerse y miró dentro.
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