La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(92)



Vaughn quería devorarla.

Pero ella estaba al mando de aquel juego íntimo y deseaba ser la primera en saborearle. Volviendo a colocarse de rodillas, le rodeó nuevamente con la mano. El cuerpo de Vaughn se convirtió en sólido músculo mientras aguardaba para ver qué hacía. Faith no estaba segura de sí misma. Tanto era el contacto, tantísimas las sensaciones y tanta la necesidad que habían asaltado su mente que ya no estaba segura de nada.

—Pero eres mío para jugar contigo a mi antojo —declaró de forma obstinada y posesiva.

Su intenso calor palpitaba en la mano de Faith al tiempo que un rugido desgarraba su garganta. Estaba fascinada por la ingobernable ferocidad de Vaughn, abrumada por su propia respuesta enardecida, una pasión que había sido reprimida durante toda la vida y que ahora deseaba liberarse.

Deslizó las u?as por el pecho de Vaughn con fuerza.

él tironeó de las ataduras y los ojos con que ahora la miraba habían adquirido una ferocidad temible.

—Más.

Inundada de imágenes explícitas de lo que él deseaba hacerle, bajó la cabeza hasta su cuello y le mordió la piel que quedaba encima del lugar donde le latía el pulso. Esta vez fue tierna, provocadora, tomando y saboreando. Vaughn arqueó el cuerpo y ella se apretó contra él. Calor abrasador, insoportable placer. Gimoteando, frotó su húmeda necesidad contra él hasta el punto en que los dos perdieron el control, como si pensar fuera algo que hubieran hecho en otra vida y no en esa.

Ninguno habló cuando ella se incorporó y utilizó la mano para guiarle en su interior. Vaughn era grueso, por lo que debería haber procedido con lentitud, pero ya no era capaz de hacer lo que debía. El dolor punzante que sintió cuando algo se desgarró repentinamente dentro de ella no logró apagar la pasión. Era demasiado tarde para eso. Había sido conquistada por su ser más primario.

Mientras su mente se derrumbaba, comenzó a moverse encima de él. Vaughn salió a su encuentro con brío a pesar de las ligaduras mientras que Faith descendía sobre aquel grueso miembro, que casi resultaba doloroso. Gritando, Faith lo hizo de nuevo. Y otra vez… y otra más.

Hasta que la tormenta se adue?ó de todo su ser y su mente dejó de importar.

Faith estaba rodeada de fuego. Feroz, pero deliciosamente suave, las diversas texturas le tentaban a abrir los ojos. Sentía la piel resplandeciente de Vaughn bajo su mejilla mientras que sus dedos le acariciaban el oscuro vello dorado del pecho, como si estuviera mimando a un gran y magnífico felino. Esa última palabra abrió las compuertas de su memoria y se despabiló por completo sofocando un grito de sorpresa.

—Chist. —Vaughn le acarició la espalda con una mano en tanto que con la otra le retiraba el pelo empapado de la frente.

—Estás libre.

Las ligaduras estaban hechas trizas sobre el cabecero.

—Hum. —Vaughn se movió de modo que ella quedó parcialmente debajo de él, y continuó dejando un sendero de besos a lo largo de su cuello.

—He sobrevivido.

Faith estaba recordando aquella explosión de su mente, cuando todo lo que era y todo lo que había sido pareció desaparecer de un plumazo.

Se estremeció al sentir el roce de los dientes de Vaughn sobre la piel. La tormenta danzó a través de su torrente sanguíneo, todo su ser sensibilizado al máximo.

—Qué bien sabes, pelirroja.

Faith sentía el cuerpo laxo, las extremidades pesadas y saciadas.

—Vaughn, siento demasiadas cosas.

Sin embargo seguía viva, seguía respirando. Comprobó los escudos y, para su sorpresa, aquellos que la protegían de la PsiNet aguantaban bien, como si una fuente externa a su sobrecargada mente los mantuviese erguidos. Era imposible.

El resto de sus escudos habían desaparecido.

Faith apretó los dedos percatándose solo entonces de que los estaba hundiendo en el cabello de Vaughn.

—Mis escudos.

—Mmm. —Vaughn le lamía el pulso con rápidas pasadas que hacían que algo en su interior se removiera, algo intenso, oscuro, hambriento. Tan hambriento…

—Los que ayudan a mantener el mundo fuera… no están.

Habían quedado reducidos a cenizas.

—Reconstrúyelos. Más tarde. —Descendiendo por el cuerpo femenino, Vaughn deslizó los dientes sobre la parte superior de sus pechos.

Faith tragó saliva mientras intentaba pensar. Estaba a salvo de otros psi. No había nadie allí salvo Vaughn. Y él ya había estado en su interior, tan profundamente que no estaba segura de ser capaz de expulsarle, o de que quisiera hacerlo. La mano grande de Vaughn le acarició el costado y se demoró sobre el valle de su cintura, allí donde daba paso a la cadera.

Se sorprendió conteniendo el aliento, expectante, sin pensar en escudos y protecciones. Era novata en el tema de las emociones, atrapada en la más poderosa de todas ellas… hasta tal punto que no había comprobado los posibles da?os en los canales de las visiones.

Vaughn hundió la nariz entre sus pechos y se abrió paso hasta el turgente abdomen, depositando un sinfín de besos en cada centímetro de piel hasta que llegó a los rizos que cubrían su sexo. Asiéndole la cadera con una mano, depositó un beso en aquellos rizos. Faith arqueó la espalda.

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