La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(89)
—Estoy en tus manos, pelirroja. —Guardando las garras, le entregó dichas tiras.
Faith se ruborizó siguiéndole con los ojos mientras él dejaba varias armas en lugares de fácil alcance en torno a la cama.
—átame también las piernas —ordenó, plenamente consciente de todas las maneras en que podría hacerle da?o con los fuertes músculos que hacían de él un depredador.
Ella asintió abriendo los ojos desmesuradamente.
—?Vaughn?
—?Sí?
—Si no puedo llegar hasta el final, ?te dolerá?
—Como mil demonios, sí. Pero que se me pongan azules las pelotas no va a matarme. Así que no te preocupes por eso. Cuando no puedas con ello, levántate y sal de aquí cagando leches. Si parece que me he vuelto felino, cierra la puerta con llave después de salir y llévate el coche. Pisa el acelerador a tope. —Le ense?ó las llaves—. El coche está en la cueva de la izquierda según entramos. ?Recuerdas cómo se sale? Tienes que seguir recto sin desviarte o activarás las defensas.
Por extra?o que pareciera, no percibía el miedo en su olor.
—Mi memoria está bien entrenada. No te preocupes porque caiga en una trampa.
A Vaughn se le ocurrió algo repentinamente.
—?Has tenido una visión sobre esto?
—?N… no! —Su fachada psi se resquebrajó—. Nunca he visto nada tan placentero.
Sus ojos estrellados se posaron en las manos de Vaughn mientras este se quitaba los pantalones y los arrojaba a un lado. La intensa concentración de Faith hizo que su erección, de por sí dolorosa, palpitara al compás del latido de su corazón.
—?Cómo sabes que será placentero? —Se subió a la cama y se tumbó.
Exhalando un suspiro, ella se acercó y le ató una mu?eca al cabecero. El felino gru?ó, pero no intentó liberarse.
—Porque solo mirarte me proporciona el placer más intenso que jamás haya sentido.
—Joder, cielo, átame antes de decirme esas cosas.
Vaughn no estaba bromeando. Conocía bien a su bestia, conocía sus límites y sus demandas.
Faith fue al otro lado de la cama para atarle la mano libre antes de hacer lo mismo con los pies. Al jaguar ya no le agradaba aquello… las garras le aguijoneaban la piel desde el interior y un rugido pugnó por abrirse paso a través de su garganta. Obligando a retroceder a la bestia, estiró las piernas para ayudarla. Pero sabía que llegaría un momento en que perdería la batalla con el felino.
—Las puertas están cerradas —le dijo con voz muy queda—. Si tienes que echar a correr, hazlo sin avisar y no te entretengas vistiéndote. ?Solo vete!
Faith se quedó parada a los pies de la cama y le miró a los ojos.
—?Por qué confío yo más en ti que tú mismo?
—Tú no conoces a la bestia. Haz lo que te digo.
—Vaughn, puedo plantarle cara.
—Sí, pero ?puedes matar? Porque por lo que yo sé, es la única forma que tienes de incapacitarme.
—No me harás da?o. Pero… —Levantó una mano al ver que él se disponía a interrumpirla—. Prometo que haré todo lo que me has pedido si actúas conmigo como un felino. Lo prometo.
Vaughn asintió satisfecho de que mantuviera su palabra. Luego la observó como un felino observa a su presa. Salvo que esta vez no podía abalanzarse sobre ella. Se preguntó qué haría Faith, si le atormentaría o no. La idea no le resultaba desagradable; un poco de tormento en la cama podría ser muy interesante. Lo único en lo que no se permitió pensar fue en que ella completase el acto y le acogiese dentro de su cuerpo.
Faith se subió a la cama para sentarse de rodillas junto a él.
—?Puedo tocarte?
Una pregunta sumamente educada, pero en sus ojos ardía un verdadero infierno. Una psi que no estaba segura de poder romper el condicionamiento por completo. Y, sin embargo, con las agallas suficientes como para intentarlo. ?No era maravilloso que fuese su compa?era?
—Donde quieras.
Deseó poder besarla, pero incapaz de satisfacer su deseo, se deleitó pensando en la suavidad de aquellos labios contra los suyos. La intensa dulzura de su boca era una sensación que recordaba y que hizo que su cuerpo, tan tenso que pensó que iba a estallar, se tensara aún más.
Aquellos ojos centelleantes se cruzaron con los suyos.
—A mí también me gustan tus besos.
A Vaughn le encantaba ser capaz de excitarla con sus pensamientos más eróticos.
—Pues entonces ven aquí.
—Vaughn, ?debería desconectarme de la red antes de…? ?Y si mis escudos se derrumban?
—Puedes desconectarte en cuanto fallen tus escudos. Yo te cogeré.
Ya la había cogido, pero ella no estaba preparada aún para aceptar la profundidad de la conexión que compartían.
—Entonces esperaré hasta que sea inevitable —susurró—. Tengo cosas que hacer.
Vaughn sonrió utilizando el sexo para desterrar la sombra de la tristeza.
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