La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(86)
—?Podría ver también sus informes? Estoy considerando ofrecerme para adiestrarla.
Era totalmente legítimo que un cardinal hiciese algo así por un miembro más joven de la familia. Tal ayuda era de especial importancia en el limitado campo de la clarividencia, y Faith se sintió culpable también por abandonar a la ni?a. Pero tenía intención de intentar encontrar la manera de ayudar desde fuera a Juniper y a otros como ella.
—Lo hablaré con su tutor, aunque no creo que haya ningún inconveniente. Eres la clarividente a la que estudian durante su adiestramiento.
—?Cuándo puedes entregármelos?
Pasaban unos minutos de las cuatro.
—Dentro de una hora.
Tiempo más que suficiente para descargarse los archivos antes de que Vaughn fuera a por ella.
Vaughn se aproximó a la verja que delimitaba el recinto de Faith horas más tarde de lo que pensaba. Iba de camino cuando se había lanzado una alerta en la red: Sascha transmitiendo emociones para Dorian. Tras cambiar de dirección, había respondido consciente de que los demás estaban ocupados. Como no podía oír mensajes verbales a través de la red, había tenido que desplazarse hasta la casa del clan más próxima y pedir la localización, otro peque?o retraso.
Cuando llegó al lugar, se encontró a Dorian completamente rodeado de machos jóvenes cabreados. El centinela los tenía bajo control, pero estaba claro que había tenido que repartir unos cuantos pu?etazos para lograrlo. Kit tenía el labio partido y le sangraba mientras que Cory parecía tener rota la mandíbula. Algunos de los otros mostraban contusiones, y todos salvo Dorian estaban desnudos, una clara se?al de que habían peleado en forma animal.
—?Qué ha pasado? —preguntó cambiando de jaguar a hombre.
Dorian se pasó los dedos por el cabello.
—Kit ha decidido rondar a Nicki y Cory ha pensado que tenía derechos exclusivos sobre ella.
—?Todo esto es por una chica? —Vaughn no daba crédito, sabiendo que las jóvenes eran conocidas por anteponer su libertad a todo y a todos.
—Se trata de dos estúpidos utilizando esa excusa para convocar a sus ?clanes? a fin de establecer quién es más alfa. —Dorian miró a Vaughn a los ojos. Ambos sabían que era Kit quien tenía el olor de un futuro alfa. El muchacho era más veloz, más difícil de herir y más agresivo que los demás. Pero hasta que hubiera demostrado su estatus como alfa, no era más que otro menor del clan.
—Kit. —Vaughn lo levantó del pescuezo—. ?Qué co?o es eso de que tienes un clan?
El muchacho se limpió la sangre de la boca con el dorso de la mano.
—Solo somos un pu?ado de amigos.
Vaughn no habló, no rompió el contacto visual.
El muchacho se encogió de hombros, pero sus ojos centelleaban aún de ira. Ese era el motivo de que los jóvenes alfas necesitaran una tutela muy estrecha y, si se apartaban del buen camino, dura disciplina. Podían torcerse muy fácilmente.
—?Qué pasa si nos denominamos clan? —Apretó los pu?os—. No significa nada.
—?Cory? —Vaughn miró al desgarbado muchacho apoyado contra un árbol—. ?Tú opinas lo mismo?
El muchacho escupió sangre.
—Sí.
Dorian reprendió a otro par de muchachos que intentaban alzarse con renovada furia.
—No os mováis o juro que os romperé la mandíbula.
Nadie protestó. Tal vez Dorian fuera un latente, pero también era un centinela… podía partirlos en dos sin pesta?ear.
Vaughn centró de nuevo la atención en Kit. Daba igual lo que Cory pensara, era a Kit a quien admiraban los jóvenes.
—Si eres el alfa de tu clan, no te importará que desafíe tu autoridad.
Parte de la arrogancia abandonó la mirada de Kit.
—?Qué?
—?Quieres liderar tu propio clan? Vale. Pero si eres el alfa de otro clan, renuncias a tu derecho a formar parte de los DarkRiver. —Duro pero cierto—. No tenemos ningún tratado contigo, lo que significa que estás violando la ley. Tengo derecho a matarte por entrar sin autorización en nuestras tierras.
Kit se limpió otro hilillo de sangre.
—No queremos separarnos de los DarkRiver. —El muchacho parecía tener ganas de vomitar.
—Solo hay un clan. Y ninguno de vosotros es el alfa. —Vaughn se aseguró de mirar a los ojos a todos los menores del claro. Algunos agacharon la cabeza—. Cuando puedas desafiar a Lucas, si es que llega ese día, te respetaré. Hasta entonces, no sois más que un pu?ado de mocosos quejicas que han echado a perder la defensa del cuadrante apartando a dos centinelas de sus deberes.
En el rostro de más de un muchacho apareció una expresión de orgullo herido pero, como era de esperar, fue Kit quien habló:
—No pedimos que nadie se entrometiera.
A Vaughn le gustaba el muchacho por el temple que demostraba tener, pero no lo suficiente como para aflojar la correa. No después de lo que había atisbado durante el rápido reconocimiento realizado antes de entrar en la escena. Miró fugazmente a Dorian. El centinela de menor edad sacó a rastras a un joven inconsciente de detrás de un árbol y lo dejó a los pies de Kit.
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