La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(81)



Se adentró en las profundidades de su ser como si se tratara de un río fundiéndose con el mar; su mente interna reconoció y aceptó su yo errante. Estaba a salvo, pero esa seguridad era precaria en el mejor de los casos. Tal vez sus cortafuegos fueran impenetrables, pero si no era necesario dejar con vida al objetivo, una explosión masiva de energía liberada podría matarla en cuestión de minutos.

Vaughn había pasado la noche descargando su frustración en una nueva escultura; no podía soportar trabajar en la de Faith. Pero a pesar de la noche en vela, su piel irradiaba energía al sol de media ma?ana. Al felino no le gustaba estar en el mismo territorio que los lobos, aun cuando la tierra y el cielo fueran las únicas barreras que los cercaban.

—Bonito traje —repuso Hawke, el alfa de los SnowDancer y quien había convocado la reunión matutina.

—?Qué es tan urgente? —Lucas frunció el ce?o—. Tengo una reunión en las oficinas de Duncan.

—?Te acompa?a Sascha? —el lobo dijo el nombre de la psi-e como siempre, como si tuviera algún derecho íntimo sobre ella.

—Menos mal que a ella le agradas. —La piel de Lucas se tensó sobre las cicatrices que marcaban la parte derecha de su rostro—. Joder, sí, Sascha me acompa?a. No pienso dejar que esa puta desalmada de Nikita la ignore. Y mi compa?era conoce sus secretos —replicó enfatizando el ?mi?. Después de a?os de indiferencia, Vaughn entendía ahora las ganas de reclamar, de marcar.

—Indigo ha encontrado algo que deberíais saber. —Hawke hizo una se?al a su teniente.

La mujer alta de cabello negro azulado y piel fría y pálida era hermosa. También era letal. Vaughn la había visto derrotar a machos que le doblaban en tama?o sin apenas pesta?ear. Sintió el pinchazo de las garras de su felino raspándole la piel.

—Me tropecé con un lince mientras estaba de patrulla. —Se acercó a su alfa con una flexibilidad que le reveló que sus habilidades seguían siendo tan buenas como siempre.

—?Sin autorización? —Vaughn frunció el ce?o. Las reglas que regulaban la entrada en territorio de los clanes depredadores eran categóricas: si querías hacer una visita, tenías que pedir permiso. De lo contrario, en la mayoría de los casos, estabas firmando tu sentencia de muerte. Eran duras, pero necesarias. Sin esas reglas, las guerras territoriales los habrían destruido hacía mucho tiempo.

—Claro. Pero no es esa la parte divertida. —Indigo apretó los dientes con fuerza—. Estaba fuera de sí por culpa del jax.

La sustancia psicotrópica preferida de los psi.

—?Qué co?o hacía un cambiante colocado de jax?

Su efecto en los psi era bien conocido; la adictiva sustancia no solo acababa destruyendo su capacidad para hablar y pensar de forma racional, sino que los despojaba de las habilidades que hacían de ellos lo que eran. ?Qué decía eso sobre su raza?

—Estaba demasiado colocado como para decírmelo —respondió la teniente mientras Vaughn entornaba los ojos, furioso—. Los psi tienen que estar detrás de esto, son ellos quienes inventaron la droga. Como no puede arriesgarse a atacar de frente, el jodido Consejo intenta envenenarnos.

—?El lince era parte de algún grupo? —preguntó Lucas, su voz había adquirido la gravedad del leopardo.

—No pude captar ningún olor en particular y se les conoce por su preferencia por los peque?os grupos familiares. —Echó un vistazo a su alfa y, cuando este le hizo un gesto, prosiguió—: Estaba hecho un asco, y no precisamente como los psi que se meten jax. Cuando lo encontré, estaba en forma humana, pero su mano era una zarpa y tenía parches de pelaje por todo el cuerpo.

Vaughn no comprendía el problema.

—?Se estaba transformando?

—No. Se quedó atrapado en mitad de la metamorfosis. Balbuceaba lo suficiente para que pudiese entender que no había sido capaz de transformarse desde algunos días después de haber tomado esa puta sustancia por primera vez.

Era una idea aterradora. Ser incapaz de convertirse en animal era similar a perder el alma.

—?Dónde está? —Vaughn sentía pena por la criatura. Eso era lo que hacía de él un cambiante en lugar de una bestia salvaje.

—Muerto —respondió taxativamente—. Pero yo no lo hice. No pude. Hubiera sido como darle una patada a un cachorro herido. Le llevaba a que lo viera nuestra sanadora cuando comenzó a tener convulsiones. Su cuerpo se transformó varias veces. Cuando acabó, estaba muerto y… hecho un asco. —En su voz se apreciaba el rastro de la conmoción, algo inesperado en una mujer célebre por estar hecha de acero templado—. En parte humano, en parte lince, con la piel del revés y huesos en sitios donde no deberían estar. Joder, nunca he visto nada parecido.

—?Y el cadáver? —Lucas miró a Hawke.

—En la guarida. Queremos que Tamsyn venga a examinarlo junto con Lara y las demás sanadoras.

—Enviaré a Nate y a Tammy tan pronto como hayamos terminado de hablar.

—Podemos recogerlos con el coche —se ofreció Hawke, con una expresión peculiar en aquellos ojos azul claro que conservaban el mismo tono tanto en su forma humana como en la animal.

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