La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(83)
Vaughn se enfadó.
—?Te follarías tú a otra estando con Sascha?
—A eso me refiero. —Lucas meneó la cabeza—. No puedes vivir sin ella. ?De verdad quieres intentarlo?
??Joder, no!? Y así, sin más, supo lo que tenía que hacer.
—?Puedes apa?ártelas sin mí durante uno o dos días?
El felino estaba cansado e iba a tomar el control.
Lucas desvió la atención hacia el coche que se detuvo en silencio al otro lado del emplazamiento.
—Buena caza. Me voy a besar a mi propia mujer.
Vaughn se fundió de nuevo con el bosque, su bestia se agitó anticipándose a la cacería más importante de su vida. Estaba harto de jugar según las reglas de Faith. El jaguar estaba libre y tenía hambre. De su garganta surgió un rugido áspero y peligroso. Faith NightStar estaba a punto de verse las caras con un depredador decidido a poseerla. Sin compromisos; sin piedad.
Faith terminó la predicción para Industrias BlueZ, Sem-Tech y Lillane Contracting y acto seguido apagó el panel de detonantes.
—Voy a dar un paseo por el jardín.
—Entendido.
Solo cuando hubo salido y estuvo oculta por varios árboles de gran tama?o inspiró profundamente y se frotó las manos en la parte delantera de los vaqueros. Se había puesto aquellos pantalones en vez del vestido que normalmente llevaba en respuesta a una visión que había tenido a primera hora de aquella misma ma?ana.
Un jaguar venía a por ella.
La visión había sido una advertencia: ?elige?. Pero ya había tomado su decisión, ya había aceptado que él la reclamara. Después de aquel día jamás regresaría a esa casa, su lugar seguro, familiar. Aunque había fracasado en su empe?o de encontrar al asesino de Marine —él no había mordido el anzuelo de su mente desprotegida ni la noche pasada ni esa ma?ana— tenía que abandonar la PsiNet. La venganza seguiría siendo suya, pues ella sabía lo que estaba pasando.
Regresó a la casa y realizó otras tres predicciones más antes de almorzar.
—?Seguro que no estás estresada? —preguntó Xi Yun después de la tercera.
—Creo que ya me he exigido demasiado por hoy. —Necesitaría su fuerza para manejar al depredador que se dirigía hacia ella.
—Puedo solicitar que te atienda un equipo médico.
—No es necesario. Dado el incremento de mi potencial psíquico, estaba intentando ver hasta dónde llegan mis poderes.
—Sí, naturalmente. Deberías haberme avisado. Remitiré los detalles de los escáneres. Parece que tu mente está regulando tu cuerpo con mayor eficiencia durante las sesiones. No se aprecia ninguna línea de estrés.
—Excelente. —Se le ocurrió una idea—. Es probable que duerma profundamente después del agotamiento de la ma?ana, así que te ruego que te asegures de que no me molesten al menos en doce horas una vez que me retire.
—Entendido.
—Gracias.
Consciente de que estaba siendo examinada en busca de cualquier comportamiento errático como resultado de un estrés inexistente, se obligó a seguir con su rutina normal. Entró en la cocina, se sirvió y se tomó un vaso de la bebida altamente energética, que contenía la mayoría de las vitaminas y minerales que necesitaba, y luego ingirió dos barritas con deliberada lentitud. A continuación descargó en su agenda personal los escáneres médicos prometidos y se sentó en el salón para revisarlos.
Tenía toda la intención de llevarse la información consigo cuando desertara. Seguramente sería su última oportunidad de acceder a unos escáneres tan detallados, y tenían un valor inestimable para un psi-c, pues hacían un seguimiento exhaustivo de todas las áreas del cerebro. Inclusive aquellas secciones más vulnerables al deterioro mental. Porque sucediera lo que sucediese, ella era una psi-c, y eso conllevaba un mayor riesgo de caer presa de la locura. Siempre había sido así.
Pasadas dos horas, se desperezó y se fue a su dormitorio, sin dejar de revisar los archivos. Dejó caer la máscara en cuanto estuvo dentro, apresurándose a meter en la mochila las pocas pertenencias que deseaba llevarse. No había mucho: su agenda, un holograma de Marine, incluido en la base de datos del clan, y otro de su padre. Anthony la consideraría una traidora después de esa noche, pero a pesar de toda su frialdad, él había sido la única constante en su vida, y le echaría de menos. Por último, metió una muda de ropa. Ya estaba todo. Una triste crónica de lo que había sido su vida hasta la fecha.
Salió de nuevo al salón y se sorprendió al escuchar el sonido de una llamada entrante.
—?Sí? —respondió en modo audio.
—Tu padre desea hablar contigo.
—Encenderé la pantalla.
—No es necesario… está en la verja.
Dejó caer la mano de la tecla que activaba la pantalla, de repente tenía la boca tan seca como el más árido de los desiertos.
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