La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(78)



—Vaughn —susurró.

El nombre de su jaguar era un talismán. Sintió el roce de aquel pelaje en las manos, la presión de esos labios sobre su cuello, las sensaciones eran tan reales que se envolvió en ellas, como si de un manto protector se tratase, cuando cerró los ojos y se aventuró en el campo estrellado de la PsiNet.

Estaba rodeada de mentes brillantes y tenues, un millar de puntos colmados de belleza y gracia. Una vez más, no se esforzó en ocultarse, en fingir ser otra cosa que lo que era: una cardinal, cuya estrella fulguraba con ardiente intensidad. Aunque parecía que nadie la seguía, no era tan tonta como para pensar que su clan no lo estuviera intentando de algún modo.

Había urdido un plan para ocuparse de eso, prevenida por el mismo sentido que le había avisado de que esa noche estuviera en la red. Tenía que ser esa noche. No sabía por qué, pero abrigaba la esperanza de que fuera porque el asesino iba a cometer un error. Por el momento, estaba allí para hacer algo realmente simple: escuchar el pulso de la red, escuchar las voces que el Consejo no podía escuchar por ser demasiado quedas, demasiado secretas.

Pero había algo que no tenía sentido para ella. A menudo se decía que la MentalNet había sido adiestrada para comunicar cualquier conversación que pudiera ser de interés para el Consejo. Así pues, ?por qué el Consejo ignoraba la creciente disensión, las semillas de la rebelión? Y era obvio que no sabían nada, pues de haberlo hecho, esas voces habrían sido acalladas de forma implacable, sometidas a rehabilitación hasta que apenas les quedasen neuronas suficientes para realizar tareas tan simples como lavarse y comer.

Espoleada por los pensamientos del Centro de Rehabilitación, puso en marcha su plan para conseguir intimidad surcando el tiempo y el espacio hasta un sector remoto de la red. Al mismo tiempo erigió los cortafuegos que garantizaban su anonimato. Para cualquier observador, parecería que se hubiera desvanecido de repente. Era un método muy sencillo de eludir a los perseguidores, y como nunca había estado en aquel enlace público, a pesar de que había verificado la huella psíquica del lugar de forma discreta durante su última incursión, tal vez no tuvieran forma de seguirle los pasos.

Llegando al enlace, lo rodeó para sumergirse en los flujos de datos locales. No había nada especialmente interesante en la información, redactada como si se tratara de noticias regionales y otros boletines, así que salió de allí y se dirigió rápidamente a una sala de chat pública. Los participantes estaban discutiendo la teoría de la propulsión, pero se quedó de todas formas. De ese manera, si no había conseguido librarse de quienes la vigilaban, y lograba dar con lo que estaba buscando, no parecería extra?o que anduviese por allí, teniendo en cuenta las otras cosas que había escuchado.

Al fin y al cabo era una psi-c y se presuponía que eran un poco raros.

De la teoría de la propulsión pasó a otra sala de chat dedicada al más reciente profesor de yoga de la red. Efectivo como era ense?ando a los psi a centrar la mente con la precisión de un láser, el yoga estaba considerado un ejercicio muy útil. Sin embargo Faith había comenzado a formarse una opinión diferente en cuanto a por qué los psi se sentían atraídos por lo que en otros tiempos había sido una antigua disciplina espiritual, y no tenía nada que ver con la concentración. Tal vez simplemente intentaban encontrar algo que llenase el vacío de su interior.

Después de la charla sobre yoga, se encontró en una sala de redacción en la que se comentaba animadamente que el innovador acuerdo de los DarkRiver y los SnowDancer con la familia Duncan ya estaba dando pingües beneficios. Faith no conocía todos los detalles del negocio, pero estaba al corriente de que tenía que ver con una urbanización que se estaba construyendo y que estaba enfocada a los cambiantes. Aunque era un proyecto de la familia Duncan, esta había subcontratado a los DarkRiver para que se encargaran del dise?o y la construcción basándose en la teoría de que solo los cambiantes comprendían las necesidades y deseos propios de su raza. Al parecer el clan de lobos de los SnowDancer había aportado el terreno —a través de los DarkRiver— convirtiendo el proyecto en una sociedad pionera, la primera de ese tipo.

Faith escuchó que todas las viviendas se habían vendido sobre plano antes de que la primera se pusiera a la venta. Y las solicitudes se apilaban. Varias mentes sugirieron que esa clase de sociedades deberían ponerse a prueba en Europa con algunos clanes de cambiantes más civilizados. Al hilo de aquello se escuchó la lógica contrarréplica acerca de que leopardos y lobos apenas estaban civilizados, lo cual parecía ser, precisamente, la razón de su éxito.

Archivó la información; a los DarkRiver les agradaría saber que la deserción de Sascha no había puesto fin a la posibilidad de realizar futuros negocios. Por el contrario, parecía que el poder negociador de los cambiantes había aumentado. A los psi no se les permitía hablar con la renegada de los Duncan, pero hacer negocios con su clan era un asunto totalmente diferente. Algo que el Consejo tenía la inteligencia de no intentar impedir.

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