La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(73)
—Entonces, ?qué te parece un mano a mano?
Vaughn decidió que hacer papilla a Lucas parecía una forma excelente de desahogar su frustración y su ira.
—Vale.
Adoptaron de nuevo forma animal y se pusieron manos a la obra. Tal vez Lucas fuera su alfa, pero esa noche eran simplemente dos amigos. Y Vaughn era un jaguar. Por lo general tenían un tama?o mayor que los leopardos, y él no era una excepción. Sin embargo Lucas era más rápido, consecuencia de haber nacido como el Cazador de la manada, responsable de ejecutar a antiguos miembros del clan que se habían convertido en violentos renegados. En resumidas cuentas, significaba que estaban igualados en la mayoría de las situaciones, pero en esos momentos la cólera que dominaba a Vaughn hacía de él una bestia letal, un aluvión de colmillos y zarpas y unas fauces peligrosamente poderosas.
Cuando por fin acabaron, ambos estaban magullados y un tanto ensangrentados. Lucas se limpió un rojo ara?azo en el pecho.
—Sascha se va a cabrear. Puede que sane antes de que ella lo vea. —No se trataba de una vana esperanza. La mayoría de los cortes y ara?azos superficiales se curaban relativamente rápido en los cambiantes.
—Se te va a poner el ojo morado.
—Joder. —Lucas se tocó el ojo—. Eso sí que no se me va a curar antes de esta noche.
—Sí, bueno, tú casi me arrancas la mano. —Flexionó la mu?eca aún dolorida debido a que Lucas le había apresado la pata.
—Tenía que impedir que me arrancases la oreja de un zarpazo. No creo que a mi compa?era le hubiese impresionado demasiado una pantera con una sola oreja. —Lucas esbozó una amplia sonrisa.
Vaughn frunció el ce?o.
—?Qué?
—Faith te lo ense?ará.
Apoyando la cabeza entre las rodillas flexionadas, exhaló bruscamente.
—Faith…
No podía decirlo, no podía traicionarla ni siquiera con Lucas. Era su compa?era. Esa lealtad estaba por encima de todo lo demás. Hasta que ella se marchara, hasta que rompiera el vínculo, haría honor a ella con todo su ser.
Lucas le agarró del hombro.
—Esa mujer te hará trizas con más facilidad que cualquier otro animal, hará que te sientas como si te estuvieran cortando el corazón en mil pedazos, pero también te sanará como jamás nadie será capaz de hacer.
Si Faith finalmente lo escogía a él.
Por primera vez en más de veinticuatro a?os, Faith estaba absolutamente perdida. Habían controlado su vida desde la cuna. En realidad nunca había tenido la más mínima posibilidad. Pero ahora tenía que tomar una decisión que cambiaría el curso de todo su futuro. El problema era que no sabía cómo tomarla.
De modo que pasó la ma?ana descargando en su mente una lista atrasada de detonantes y la tarde, realizando predicción tras predicción hasta que Xi Yun intervino.
—No puedes mantener este nivel de actividad.
Faith le dijo al psi-m lo que este esperaba oír.
—Gracias por detenerme. Me había olvidado.
Lo que en otro tiempo había sido verdad se había convertido en nada más que una excusa útil.
—Es mi trabajo. —Se hizo un breve silencio—. Te envío un plan nutricional al ordenador de tu cocina. Tus biolecturas muestran bajas cantidades de ciertos minerales.
—Te lo agradezco.
Tras cortar la comunicación, entró en la cocina y se tomó sin prisas la sopa y las barritas que le habían prescrito.
Pero no eran más que las cuatro de la tarde cuando terminó. Inquieta, se fue al dormitorio y optó por ocupar la mente con los flujos de datos de la red. Estaba postergando las cosas, pero decidió que estaba en todo su derecho de hacerlo; nadie debería tener que enfrentarse a tantos sobresaltos como ella había soportado en los últimos días. Si disponía de espacio para respirar, quizá su subconsciente vislumbrase una respuesta por sí solo. Entretanto pondría su mente consciente a descifrar el rompecabezas que representaba el súbito interés que el Consejo mostraba por ella. Y no eran los únicos de quienes tenía que desconfiar.
Kaleb Krychek podía ser un adversario muy peligroso si decidía que ella representaba una verdadera amenaza para conseguir su ascenso. Faith quería comprobar si podía averiguar algo más sobre él, seguramente una tarea bastante inútil dadas las habilidades del hombre, pero era mejor que obsesionarse con un jaguar que no estaba allí para confundirla, desafiarla y enfurecerla.
Que tal vez nunca volviera.
La PsiNet era la misma oscuridad cuajada de estrellas de siempre: fulgurante, brillante y hermosa. Vaughn no comprendía a lo que le estaba pidiendo que renunciara. Aquella red de mentes en expansión desbordaba energía, capacidad mental, fuerza. Los cardinales eran fulgurantes supernovas en tanto que los de menor gradiente eran simples resplandores, pero todas y cada una de las mentes contribuían a iluminar el negro aislamiento de la individualidad absoluta. La PsiNet era el mayor don de su raza, la mayor obra de arte jamás creada. Si se desconectaba de la red perdería la luz, estaría sola como nunca antes lo había estado.
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