La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(71)
—Eso no responde a mi pregunta. —Irradiaba ira por todos los poros de su piel, sus músculos eran presa de una tensión brutal. Jamás le causaría da?o físico, pero estaba realmente rabioso.
—Si escucharas en lugar de limitarte a actuar conmigo como un jaguar, te lo contaría. ?Te das cuenta de que tus ojos se han vuelto completamente felinos? —Sacudió la cabeza—. Nikita ha venido por la misma razón que Shoshanna. He sido nominada para ocupar el puesto de Santano Enrique en el Consejo.
Vaughn apretó los pu?os con tal fuerza que le dolieron los huesos.
—Enrique era un montón de basura psi. ?Y tú quieres ocupar su lugar?
Sus palabras fueron una bofetada verbal que la hizo estremecer.
—?Qué sabes tú del consejero Enrique?
—Pregúntaselo a tu querido y puto Consejo. —Sus ojos habían perdido toda su humanidad cuando la miró fijamente retándola a que continuase.
Las cadenas del condicionamiento, de por sí al límite de su resistencia, se rompieron con un sonoro chasquido metálico. Estaba furiosa. Completa y absolutamente furiosa. Lo bastante furiosa como para que le trajera sin cuidado mantener la fachada de serenidad propia de un psi. Lo único que le impidió no levantar la voz fue la presencia de los guardias en el recinto.
—Sí —masculló—. Son mi querido y puto Consejo, los líderes de mi raza. ?Cómo te sentirías tú si te pidiese que le cortaras la garganta a Lucas simplemente porque no se rige de acuerdo a las reglas que yo estimase correctas?
—Lucas no ampara a asesinos, aunque sean de los nuestros.
—Tampoco el Consejo —respondió de forma instintiva. Los psi eran su gente para bien o para mal. Se negaba a retirarle su lealtad tan fácilmente.
—Gilipolleces. —Vaughn se inclinó hacia delante y, a pesar de cuánto la había enfurecido, Faith esperaba sentir su contacto. Pero él no hizo nada—. El asesino que ves en tus visiones es psi y hay muchos otros iguales a él.
Faith meneó la cabeza.
—Los asesinos en serie son siempre humanos o cambiantes.
—?Por qué co?o ibas a tener visiones sobre razas con las que nunca has tenido un contacto real? —Esta vez fue él quien sacudió la cabeza, un movimiento violento que le recordaba al jaguar, no al hombre—. Joder, cielo, haz caso a lo que tú misma ves… se supone que este cabrón es una visión, pero él te tiene prisionera. Ni humanos ni cambiantes tienen esa capacidad.
Las afectuosas palabras de Vaughn eran bruscas, casi un gru?ido, y eso pudo con ella. Porque lo que él decía tenía mucho sentido.
—No puede ser cierto. El Silencio acabó con la violencia.
—Claro, y tu hermana sigue viva.
Faith le abofeteó con fuerza. En cuanto lo hizo todo su cuerpo comenzó a temblar.
—Lo siento. Lo siento. —Miró fijamente las marcas blancas en el rostro de Vaughn, que ahora comenzaban a enrojecer—. Oh, Dios mío. —Aquella era su peor pesadilla hecha realidad—. Creía que mis escudos internos estaban aguantando, pero he debido de equivocarme… debo de estar cerca de un colapso psíquico y mental total. —Lo cual era igual a la locura, solo que con otro nombre.
—Mierda. —Enmarcó tiernamente el rostro de Faith entre las manos—. No te sucede nada. Soy yo quien se ha extralimitado. Tenías derecho a hacer algo más que abofetearme.
Faith colocó las manos sobre las de él.
—Lo siento. Lo siento —repitió intentando frenéticamente localizar las fisuras en su mente sin conseguirlo—. Nunca había pegado a nadie. Ni siquiera sabía que podía… ?Por qué te he pegado?
—Porque Marine era tu hermana y yo no tenía derecho a utilizar su muerte contra ti. —Inclinó la cabeza hasta que su frente se apoyó en la de ella—. Soy yo quien debería disculparse. No pongas esa cara, pelirroja. Si fueras un gato, lo más probable es que me hubieras hecho trizas la cara con las garras.
Faith meneó la cabeza ante tan violenta imagen.
—No puede ser verdad.
—No somos humanos —dijo de manera pausada—. Nos regimos por normas diferentes y nunca actuamos de forma civilizada cuando nos mueve la pasión, sea positiva o negativa. Es en esos momentos cuando el animal es más fuerte, más poderoso.
Faith se preguntó si no estaba imaginando la advertencia soterrada… la invitación subyacente.
—Pero yo no soy una cambiante. No pego a la gente.
—Las mujeres humanas llevan siglos abofeteando a los hombres por ser unos cabrones. Has hecho algo que surge de manera natural.
—No para un psi.
—Faith, el Silencio no es normal. Es una imposición. Lo que eres sin él es normal. —Levantó la cabeza de golpe—. Alguien se acerca.
Faith sintió el asalto de la mente de un guardia topar contra sus escudos periféricos.
—Vete —susurró—. ?Márchate!
El miedo que sentía por él era más fuerte que cualquier otra emoción.
—Antes dime una cosa… ?Vas a aceptar la oferta?
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