La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)
Nalini Singh
Para mi madre, Usha, la mujer más extraordinaria que conozco.
Con amor
Locura
Demencia clínica.
La principal causa de muerte entre los psi-c antes del Silencio.
?Muerte por locura? Para los psi-c era la más dura de las realidades. Se abstraían en las visiones de futuro que sus mentes creaban… hasta tal punto que se olvidaban de comer, se olvidaban de beber y, en casos extremos, se olvidaban de hacer que sus corazones latieran. Un psi es lo que es su mente, y una vez que esa mente se pierde, su cuerpo ya no puede funcionar.
Aunque los fallecidos eran los afortunados. Aquellos que se quebraron bajo la presión de las visiones y aun así sobrevivieron ya no eran seres conscientes, ni siquiera remotamente. Sus mentes quedaron encerradas en un mundo donde pasado, presente y futuro convergían y se escindían una y otra vez en un círculo vicioso. Cuando el tiempo se fracturaba, también lo hacían ellos.
Sorprendentemente, había discrepancias entre los psi-c en cuanto a la implantación del protocolo del Silencio. Algunos pensaban que sería un inestimable regalo no sentir emociones, pues estarían a salvo de la amenaza de la locura, a salvo de las atroces ilusiones de sus mentes… a salvo. Pero había otros que consideraban el Silencio como un acto de traición contra sus propios dones. Los psi-c habían impedido innumerables matanzas, salvado incontables vidas, habían hecho un bien inestimable, pero todo ello lo habían llevado a cabo con emociones. Sin ellas, sus habilidades serían controlables, pero se verían entorpecidas.
Fueron necesarios diez a?os, pero los defensores del Silencio ganaron la batalla mental que se libraba ferozmente entre los millones de mentes que componían la PsiNet. Como resultado, los psi-c dejaron de predecir los infortunios que el futuro deparaba a los humanos y se aislaron entre los protegidos muros del mundo de las finanzas. En vez de salvadores de los inocentes, se convirtieron en la herramienta más poderosa de muchas empresas psi. El Consejo de los Psi dictaminó que sus servicios eran demasiado valiosos para compartirlos con otras razas y, poco a poco, los psi-c desaparecieron de la vida pública.
Se decía que preferían mantenerse alejados de los focos.
Lo que muy pocos saben, lo que el Consejo ha ocultado durante más de un siglo, es que, aunque son ricos y viven entre algodones, los psi-c, que anta?o eran fuertes, se han convertido en seres increíblemente frágiles. Su don para predecir los enmara?ados hilos que entretejen el futuro probable les impide funcionar plenamente en el mundo real y obliga a un seguimiento y un cuidado constantes.
Los psi-c raras veces viajan, ni se relacionan con otros o se desenvuelven a cualquier otro nivel que no sea el mental. Algunos de ellos son casi mudos, y comunican sus visiones única y exclusivamente mediante inconexas explosiones de sonido o, en casos severos, a través de diagramas y gestos. El resto del tiempo permanecen encerrados en su mundo de Silencio.
Sin embargo, el Consejo dice que así era como debían de ser.
1
Faith NightStar, del clan psi NightStar, era consciente de que se la consideraba la psi-c más poderosa de su generación. Con tan solo veinticuatro a?os, había amasado más dinero que la mayoría de los psi en toda su vida. Pero claro, llevaba trabajando desde que tenía tres a?os, desde que había aprendido a hablar. Había tardado más que los demás ni?os, pero eso era de esperar; era una psi-c cardinal con un don extraordinario.
A nadie le habría sorprendido que no hubiera hablado nunca.
Por eso los psi-c pertenecían a clanes psi que se ocupaban de todo aquello que les era imposible a los clarividentes, desde invertir sus millones hasta comprobar su estado médico, pasando por cerciorarse de que no morían de inanición. A los psi-c no se les daba bien ese tipo de cosas. No se acordaban de ellas.
Continuaban olvidándose incluso habiendo pasado más de un siglo desde que comenzaron a vaticinar tendencias de mercado en lugar de asesinatos y accidentes, desastres y guerras.
A Faith últimamente se le olvidaban un montón de cosas. Por ejemplo, se había olvidado de comer tres días seguidos. Fue entonces cuando intervinieron los empleados de NightStar, alertados por el sofisticado ordenador Tec 3 que controlaba la casa. Tres días era un lapso permisible, pues a veces los psi-c entraban en trance. Si ese hubiera sido el caso, la habrían alimentado por vía intravenosa y la habrían dejado tranquila.
—Gracias —dijo, dirigiendo sus palabras al jefe psi-m—. Ahora estaré bien.
Xi Yun asintió.
—Termínate toda la comida. Contiene la cantidad exacta de calorías que necesitas.
—Por supuesto.
Vio marcharse a Xi Yun precedido por su personal. En sus manos llevaba un peque?o botiquín médico que Faith sabía que contenía productos químicos elaborados para sacarla de un trance catatónico y otros para sedarla en caso de que sufriera una crisis maníaca. Ninguno de ellos había sido necesario ese día. Simplemente se había olvidado de comer.
Después de consumir todas las barritas nutricionales y las bebidas energéticas que le había dejado se sentó en el amplio sillón reclinatorio en que solía pasar la mayor parte del tiempo. Dise?ado para hacer las veces de cama, estaba conectado al Tec 3 y suministraba un flujo constante de datos sobre sus funciones vitales. Un psi-m permanecía alerta por si en algún momento del día o de la noche requería atención médica. Ese no era el procedimiento habitual, ni siquiera para los psi con designación ?c?, pero Faith no era una psi-c normal.
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