La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(6)



?Así que no, no creo que sean prisioneros, solo que prefieren vivir dentro de una concha donde no tengan que enfrentarse al lado oscuro de sus habilidades. —Su voz se volvió un susurro—. Tal vez si salieran de vez en cuando, recordarían el mundo al que han renunciado y comprenderían la realidad de su don.

Vaughn la observó y supo que Sascha estaba recordando la cruel tortura que su compa?ero había sufrido de ni?o y su venganza posterior… venganza que había cimentado el vínculo entre Lucas y él. Quizá si los psi-c no se hubieran sumido en el Silencio, si no hubieran dejado de pronosticar catástrofes y crímenes, Lucas podría haberse evitado tener que vivir ese horror.

Y tal vez Vaughn podría haber crecido como un jaguar en lugar de ser abandonado por sus propios padres para que muriese del modo más brutal. Tal vez…

?Estrangulación manual.?

Mientras Faith miraba fijamente el techo de su dormitorio en penumbra, esas dos palabras no dejaban de retumbar y dar vueltas en su cabeza como un incesante bucle. Resultaba tentador catalogarlo todo de coincidencia y relegarlo a un rincón de su mente. Una parte de ella quería hacer justamente eso. Haría que fuese mucho más sencillo, mucho más soportable. Pero sería una mentira.

Marine estaba muerta.

Y Faith había vaticinado su asesinato.

Si hubiera sabido cómo interpretar las visiones, su hermana peque?a podría seguir con vida. Si lo hubiera sabido… Desde ni?a le habían ense?ado que no servía de nada llorar por el pasado, que derramar una sola lágrima era una absoluta pérdida de tiempo, así que por eso no lloró. Ni siquiera se le ocurrió pensar que tenía que hacerlo, aunque en lo más recóndito de su ser, una parte reprimida y casi irreparablemente rota de ella gritó en agonía.

Faith hizo oídos sordos a aquellos desgarradores gritos procedentes de su psique en estado de desintegración. Solo sabía que no podía darle la espalda a aquello. No se trataba de que hubiera interpretado de forma errónea una tendencia de mercado, sino que era una cuestión de vida o muerte. No podía optar por hacer la vista gorda… no cuando seguía sintiendo el peso de la oscuridad presionando contra sus párpados de forma violenta y hostil.

El asesino no había terminado.

Un discreto pitido cortó el denso silencio. Alegrándose de que el dormitorio dispusiera de un sistema de voz, en vez de visual, respondió sin encender las luces.

—?Sí?

—No hemos recibido ninguna lectura desde ayer —respondió el mismísimo Xi Yun.

—Estoy cansada. —No deseaba sentarse en aquel sillón rojo y arriesgarse a delatar la turbación que nublaba su mente—. Necesito recuperar horas de sue?o, tal como me sugeriste.

—Entendido.

—No me conectaré en unos días.

—?Cuántos?

Aquella pregunta debía de ser una medida preventiva contra la tendencia al olvido de los suyos, pero Faith había empezado a sentirse molesta por tal intromisión, a verlo como un modo más de encadenarla, de cerciorarse de que sus habilidades estuvieran siempre disponibles.

—Tres días.

Ese era el tiempo máximo que le permitirían, el tiempo máximo que ?confiarían? en su capacidad para cuidar de sí misma. A menudo había pensado que si el clan NightStar y el Consejo estuvieran seguros de no perjudicar sus habilidades, probablemente retirarían sus escudos en la PsiNet y la someterían a vigilancia intensiva en el plano más íntimo: a través del control mental. Todo por su propio bien, naturalmente.

Faith se estremeció, y se dijo a sí misma que la culpa la tenía la baja temperatura del cuarto, que nada tenía que ver con el miedo. Ella no tenía miedo. No sentía nada. Era una psi. Más aún, era una psi-c. Su condicionamiento había sido más riguroso incluso que el de otros cardinales; le habían ense?ado a no permitir que ni siquiera la más mínima sombra de emoción se filtrara en su mente consciente, pues lo contrario supondría la absoluta destrucción de su psique. Faith lo creía así. Existían antecedentes de psi-c en su clan, y en los tiempos previos al Silencio, uno de cada cuatro habían acabado en una institución mental antes de haber alcanzado los veinte a?os de vida.

?Tres días.?

?Para qué los había pedido? A pesar de lo que pensara Xi Yun, no estaba cansada. Dormía menos que la mayoría de los psi, le bastaba con cuatro horas de sue?o a lo sumo. Pero no había pedido esos tres días para relajarse sin hacer nada. Tenía un propósito en mente, un destino, aunque en esos momentos no era consciente de cuál. Aun así, se levantó de golpe de la cama y se dispuso a guardar en una peque?a mochila algo de ropa y un neceser con lo necesario para unos pocos días.

Hacía un mes, había pedido a un miembro de su clan que le comprara una mochila sin un motivo aparente. Nadie había cuestionado su petición, pues habían asumido que debía de tratarse de un detonante para alguna visión. No les había sacado del error porque ni siquiera ella había estado segura de que no fuera tal el caso. Pero ahora veía que, una vez más, su habilidad la había llevado a actuar anticipándose a algo que iba a suceder.

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