La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(11)
—?Conoces a Sascha?
Esta vez el animal le ense?ó los dientes de un modo que hizo que Faith deseara retroceder, pero se contuvo. Ella era una psi; no sentía miedo. Pero todo ser vivo poseía un instinto de supervivencia, y ahora el suyo le preguntaba qué haría si los felinos no la querían cerca de la psi que vivía entre ellos. La respuesta era que no tenía otra alternativa que seguir adelante.
—Tengo que hablar con Sascha —dijo—. Y no tengo mucho tiempo. Por favor, llévame con ella.
El animal gru?ó de nuevo y el vello de la nuca se le erizó, una reacción que su cuerpo normalmente habría controlado. Aquel sonido transmitía algo extremadamente agresivo y territorial. A continuación, el felino se alejó y volvió la vista hacia ella. Faith lo siguió, sorprendida porque hubiera aceptado con tanta facilidad su solicitud. En lugar de seguir el curso de la carretera, la condujo hasta lo profundo del bosque, tanto que ambos quedaron ocultos. Luego marcó un árbol con la garra.
Faith no comprendió hasta que el felino empujó contra sus piernas con la contundencia necesaria para hacer que cediesen.
—De acuerdo. Esperaré aquí. —Entonces aquellas poderosas fauces se cerraron en torno a su mu?eca. Faith se quedó paralizada. No le estaba haciendo da?o, pero podía sentir la fuerza de esos dientes. Solo con que apretara, perdería la mano—. ?Qué? ?Qué es lo que quieres? —Combatió la necesidad de entrar en contacto con su mente y hablarle a un nivel que para ella era más normal y familiar.
El animal le ara?ó el reloj con los dientes.
—De acuerdo.
Aguardó a que la soltara y él se tomó su tiempo; el felino era definitivamente macho. Sus miradas se cruzaron y Faith vio la aguda inteligencia, el poder y la furia que reflejaban. Peligroso y salvaje, era también la criatura más exótica que había visto en toda su vida. Las ganas de acariciarle el pelaje eran tan grandes que casi le fue imposible resistirse. Si no fuera porque sabía que aquel era un felino que jamás permitiría que le tocasen con timidez.
Finalmente la soltó. Faith se quitó el reloj y él lo tomó entre los dientes. Acto seguido, desapareció como una exhalación, tan veloz que apenas fue capaz de captar el movimiento. Sola de nuevo, se estremeció por el frío de la noche y rodeó la mochila con los brazos. ?Volvería? ?Y si nadie la encontraba allí? La posibilidad de verse rodeada por más de aquellos felinos hizo que se replanteara la lógica de lo que estaba haciendo. Estaba claro que no eran psi; por tanto, las reglas en que había basado sus preparativos no servían.
Faith se apoyó contra el árbol a esperar. No tenía otra alternativa.
Vaughn salió del dormitorio y entró en el salón de la casa colgada ataviado únicamente con un par de vaqueros desgastados. En la mano llevaba el reloj de la mujer.
—No lleva un localizador.
Lucas frunció el ce?o y alargó la mano para cogerlo. Vaughn sintió el irracional impulso de quedarse aquella delgada banda metálica, un apremiante impulso posesivo tan inusual que le sorprendió. Se lo entregó a su alfa.
—Déjame ver. —Sascha, que se encontraba al lado de su compa?ero, le echó un vistazo—. Es relativamente común en lo que a relojes psi se refiere. —Se lo quitó a Lucas y miró la parte interior—. No lleva grabada ninguna designación familiar.
—Creía que podrías percibir algo.
Sascha meneó la cabeza.
—Mis poderes psicométricos están aumentando, pero esto es un objeto muy impersonal. No creo que tenga demasiada importancia emocional para tu psi.
Lo extra?o de aquella afirmación no les pasó desapercibida a ninguno de los tres. Los psi no concedían importancia emocional a ninguna cosa.
—?Has dicho que ella salió de aquel recinto de Tahoe por el que preguntaste?
—Escaló la valla como si no quisiera que nadie la viera. —Vaughn recuperó el reloj y se lo guardó en el bolsillo, donde nadie más pudiera tocarlo.
—Creía que a los psi no os iba el ejercicio —dijo Lucas, con una insinuación sensual velada en sus palabras que Vaughn acusó con la fuerza de una navaja, aunque nunca hasta entonces se había visto afectado por la manifiesta sexualidad de las parejas del clan.
—Por qué no lo discutimos esta noche, ?hum? —Sascha recostó la espalda contra el pecho de Lucas—. Pero esto es un poco raro… ?Lo hizo con cierta fluidez?
—ágil como un gato. —Aquel era el mayor cumplido que Vaughn conocía—. Como si lo hubiera hecho antes.
—Es extra?o. ?Y dijo que quería verme?
—Sí.
Vaughn no pensaba llevar a Sascha allí bajo ningún concepto, y sabía que Lucas tampoco lo permitiría. No se podía confiar en los psi. Ni siquiera en una guapa pelirroja psi con la piel tan suave como el satén.
Los ojos estrellados de Sascha mostraron una expresión desenfocada durante un extra?o segundo.
—?Qué aspecto tenía?
—Pelo rojo. —Jamás había visto un cabello de un tono tan intenso, tan increíblemente sedoso. El gato había deseado jugar con él en tanto que el hombre deseó hacer cosas muchísimo más íntimas—. Ojos de cardinal.
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