La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(16)



—No habléis de mí como si no me tuvierais justo delante. —Un comentario frío, pero Vaughn se preguntó qué le había llevado a hacerlo. A los psi se les conocía por no ofenderse por nada, ya que para hacerlo, tendrían que sentir.

—?Alguna objeción a que te vendemos los ojos?

—No. Siempre y cuando sea Sascha quien me guíe.

—?Por qué?

—Déjala en paz, Vaughn. —Sascha frunció el ce?o—. No puede sobrellevar tu energía.

—Bajo ningún concepto va a ponerte la mano encima. —El centinela miró a Lucas.

—Vaughn tiene razón. No sabemos nada de ella.

Sascha se volvió para discutir, pero Vaughn sabía que Lucas no cedería en ese punto.

El alfa agarró a su compa?era de la mu?eca y le dijo a Faith:

—Deja que Vaughn te guíe o márchate.

Sascha pareció darse cuenta de que no iba a ganar aquella batalla.

—No te tocará más de lo necesario —le dijo a Faith.

—De acuerdo.

La joven hizo un gesto conciso y su cabello se agitó. Tan cerca como estaba, Vaughn fue incapaz de contener el impulso de pasar los dedos sobre aquella hoguera que fulguraba incluso en la oscuridad. Ella se quedó inmóvil, aunque no debería de haber notado aquella suave caricia.

—Toma. —Sascha se quitó el pa?uelo que llevaba y se lo arrojó al centinela.

Una vez atrapó la improvisada venda, Vaughn encerró a Faith entre sus brazos. La joven no se movió mientras le colocaba el suave tejido sobre los ojos a pesar de que el torso de él se apretaba contra su espalda. Vaughn se estaba mostrando deliberadamente provocador con ella. Jamás lo habría hecho si la hubiera creído débil y fácil de intimidar. No, aquella mujer, a pesar de su aparente fragilidad, era lo bastante fuerte como para plantarle cara.

Pero mientras terminaba de anudar el pa?uelo, sintió que una quietud diferente la embargaba. Vaughn imaginó cómo debía de ser: oscuridad, completa oscuridad, y se estaba viendo obligada a confiar en que unas personas a las que acababa de conocer hacía unos minutos no la hicieran da?o. Decía mucho de ella que estuviera allí, sin hacer nada, mostrando una aparente calma absoluta. Decidió no presionarla más de lo que ya lo había hecho, de modo que se colocó delante de ella, la tomó de la mano e hizo que enganchara dos dedos en una trabilla de sus vaqueros.

Sintió un leve tirón cuando los dedos de Faith le asieron.

—Gracias.

—En marcha.

Mientras seguían a Lucas y a Sascha con mayor lentitud hasta el coche, Faith le habló:

—Crees que me lo invento. No es así.

—?El qué?

—Los ataques. Me han mostrado grabaciones de psi-c derrumbándose después de verse sometidos a una avalancha de sensaciones.

Vaughn frunció el ce?o.

—?Me estás diciendo que nunca te han tocado?

—Una vez cada seis meses me realizan un chequeo médico que, inevitablemente, requiere de cierto contacto. Y, como es natural, a veces necesito asistencia médica. —Se tropezó y apretó la mano contra la espalda de Vaughn para no caerse, una suave y femenina impronta tan fugaz que desapareció nada más producirse—. Te pido perdón.

—?Solo te tocan los médicos? ?Nunca te han abrazado?

—Quizá los cuidadores me acunaran cuando era un bebé.

Aun a pesar de todo lo que había aprendido de Sascha sobre su raza, era incapaz de imaginar la inhumana frialdad de semejante existencia.

—Hemos llegado al coche.

Faith dejó que él la empujara suavemente dentro del vehículo. Una vez ocupó el asiento junto al de ella, Vaughn cerró la puerta. Se pusieron en marcha casi de inmediato. Faith era como una estatua a su lado. De no haber visto cómo su pecho se agitaba con la respiración, de no haber podido oler su suave aroma de mujer, habría pensado que estaba hecha de…

?Suave aroma de mujer.?

La bestia que moraba en él se agazapó en posición de ataque. Porque, a diferencia de los guardias que habían cubierto el área alrededor de la casa de Faith con su inconfundible olor, Faith no olía a psi. Igual que Sascha. La mayor parte de la raza psíquica desprendía un hedor metálico que repelía a los cambiantes, pero nada en Faith le repelía, aunque ni al hombre ni al animal le gustaba su frialdad. La ausencia de tan característico olor podría no ser más que una coincidencia. Por otra parte, podría tratarse de un indicio característico de que aquellos psi no habían sucumbido por completo a lo inhumano del Silencio.

Movido por la curiosidad, se sorprendió inclinándose para olfatear de nuevo. Faith se puso aún más rígida y Sascha volvió la cabeza para fulminarle con la mirada. Vaughn sonrió. La compa?era de su alfa meneó la cabeza y se giró de nuevo. Sascha estaba aprendiendo que, a veces, los felinos eran como eran.

—?Por qué piensas que tu don está mutando? —le preguntó a Faith, moviéndose para acercarse más de lo que sabía que a ella le habría gustado.

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