La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(79)
Cuando la charla derivó hacia otras cuestiones, escuchó unos minutos más antes de marcharse. Dos horas más tarde, estaba comenzando a pensar que la corazonada había sido un espejismo fruto de su propia necesidad de mitigar la sensación de culpabilidad. Pero al segundo siguiente captó los ecos de una conversación que tenía lugar en un peque?o cuarto parcialmente oculto tras otro. Dada su ubicación, era obvio que los ocupantes habían entrado buscando aquella sala.
—… perdido a dos miembros en los últimos tres meses. Es estadísticamente inexplicable.
—Los cuerpos no han sido recuperados. Solo tenemos la palabra de la policía de que se trató de simples accidentes.
—Todos sabemos quién maneja los hilos de la policía.
Más que interesada, Faith permaneció en el rincón más alejado tratando de no llamar la atención.
—He oído que la familia Sharma-Loeb perdió a una mujer hace dos a?os en circunstancias inexplicables similares.
—Desde la última vez que lo hablamos, he estado siguiendo la pista a otras desapariciones. Son demasiadas como para poder explicarlas de forma racional, lo mires por donde lo mires.
—Corren rumores de que ciertos componentes del adiestramiento están fallando.
Muy listo, pensó Faith. Aquel psi había evitado deliberadamente utilizar las palabras ?Silencio? o ?Protocolo?, cualquiera de las cuales seguramente habría alertado a la MentalNet de que estaba teniendo lugar una conversación potencialmente subversiva. No obstante, el solo hecho de que dicha conversación estuviera teniendo lugar en el espacio público de la red era, en sí, una se?al. O bien el Consejo se había vuelto menos exigente con la vigilancia o bien la población se sentía más confiada.
Varias de las mentes destacadas en la conversación desaparecieron de pronto, probablemente para dirigirse a un lugar más seguro. Pero que en algún momento estuvieran a salvo de la MentalNet era harina de otro costal… siendo un ser sensible como lo era la red, tratar de esconderse de ella era igual que tratar de esconderse del aire.
Pero claro, su mente se hizo una nueva pregunta: ?por qué el Consejo no parecía estar al corriente de la magnitud de la disensión? No podía decirse que fuera excesivo, pero tampoco era prudente mirar para otro lado. ?O bien…! Una idea revolucionaria surgió de golpe en su cabeza. Tras decidir que no tenía nada que perder, regresó sin demora a la red y continuó su paseo, aparentemente sin rumbo fijo, tropezándose con nuevos ecos de rebelión.
Pero esos indicios de insatisfacción ya no bastaban para mantener su atención. Incluso la infructuosa búsqueda de información sobre el asesino de Marine había pasado a un segundo plano con respecto a la nueva compulsión que la guiaba, fruto de un presentimiento cercano a una visión.
Quería hablar con la MentalNet.
Sin embargo no tenía ni idea de cómo conseguir contactar. No era un ser sensible en el sentido estricto de la palabra. Era otra cosa, algo excepcional, la única de su especie. Tal vez no hablara, tal vez no pensara ni hiciera nada del mismo modo en que ella lo hacía. Ni siquiera sabía cómo encontrarla. Estaba en todas partes y en ninguna.
Dado que se había rozado con ella al pasar por su lado en varias ocasiones desde que había empezado a entrar en la red, decidió que tenía que dirigirse a un área tranquila, próxima a los flujos de datos menos jugosos, y esperar a que pasara de nuevo. Al hacerlo estaba haciendo oídos sordos a las voces de la lógica y la razón; cierto jaguar le había ense?ado que esa lógica no era siempre acertada. A veces se debía actuar por instinto, incluso si se trataba de un instinto falto de uso y largamente enterrado.
Cuando se produjo el contacto, el roce fue tal sutil y familiar que casi le pasó desapercibido. Captando la estela de su paso, lanzó un pensamiento limitado dirigido a la zona restringida que rodeaba toda su conciencia.
—?Hola?
No obtuvo respuesta.
—?Puedes oírme?
Ni siquiera tenía idea de si ella estaba presente o si estaba hablando consigo misma. Supuso que era visible a cierto nivel psíquico o que tenía un núcleo permanente al que podía acceder el Consejo, pero si ese era el caso, se trataba de un secreto bien guardado. Como al parecer se encontraba sola en aquel sector en concreto, decidió arriesgarse a la desesperada. Si la MentalNet era joven e inmadura, podría ser normal. Y si no lo era, entonces el Consejo iría a por ella.
?No soy débil?, se dijo a sí misma.
?No, no lo eres, pelirroja.? La voz de Vaughn fue un ronco susurro en su oído.
?Si vienen a por mí, lucharé y lograré salir. Tengo un jaguar al que domar.?
Con aquel pensamiento en mente, con Vaughn en el corazón, arriesgó su vida.
—Por favor.
Una sola palabra, pero una palabra rebosante de persuasión, alegría y esperanza. Las emociones eran un tanto desma?adas por la falta de uso. Pero en aquel lugar inhóspito, eran las únicas muestras de amabilidad.
Algo cruzó su mente un microsegundo después. Faith saboreó la textura y la encontró distinta a todo cuanto jamás había tocado… ?o no lo era? La imagen de Vaughn surgió en su mente y percibió en sus ojos su naturaleza salvaje, la tentación en su voz, el placer en su contacto. él estaba vivo del mismo modo que aquel ser sensible estaba vivo.
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