La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(102)
—No tiene por qué ser a nivel físico —dijo ella—. Simplemente podría rozarle telepáticamente. él reconocerá mi olor mental.
—?Porque de algún modo es capaz de conectar contigo a través de las visiones? —Sascha recordaba bien su conversación anterior.
—Sí. Puedo ver el futuro, pero lo veo a través de sus filtros mentales —explicó en favor de los demás—. Es como si experimentásemos las visiones juntos… —Se quedó boquiabierta—. Un psi-c. Tiene que ser alguien de mi designación.
Las repercusiones de aquello eran escalofriantes.
—Quizá —interrumpió Judd—. Pero antes de que ahondemos en eso, ?estás segura de poder identificarle?
—Sí. No te preocupes de que puedas incapacitar a un hombre inocente.
—Soy un psi. La preocupación es una emoción de los cambiantes.
Faith se preguntó a quién intentaba convencer, porque lo cierto era que Judd ya no era un psi. Había dejado de existir en la PsiNet, seguramente le habían declarado fallecido. Y ahora vivía en un mundo diferente.
—Lo sabré. Le he visto la cara.
Y, tras sus palabras, se hizo el silencio.
23
Judd captó la incoherencia en cuestión de milisegundos.
—Acabas de decir que las visiones son desde la perspectiva de él.
—Lo son.
—Entonces, ?cómo pudiste verlo, pelirroja?
Aunque la voz de Vaughn no reflejaba ira, Faith sabía que tenía que estar preguntándose por qué ella no se lo había contado antes.
—No quería ver —susurró, tan bajo que apenas se pudo percibir sonido alguno.
él levantó un brazo para rodearle los hombros desde atrás y Faith supo que la había oído.
—No estás sola.
Una promesa en la que se envolvió como si de una coraza se tratara, aunque necesitó igualmente de toda su habilidad psi para impedir que la voz se le quebrara al revivir aquel horror.
—Vi su reflejo. —Un reflejo te?ido en sangre, un espejo rojo rubí del osario de esa última visión.
—Entonces no hay duda… Faith tiene que estar presente —dijo Judd.
—Puede estar presente, pero no va a asomar la cabeza ni a llamar su atención.
El brazo de Vaughn era como acero sólido alrededor de sus hombros, en absoluto doloroso, pero inamovible.
—Vaughn —dijo en voz baja, aunque imaginó que Clay y Lucas podían escucharla igualmente—. Creo que deberíamos ir a dar un paseo.
Retiró el brazo y tomó a Faith de la mano.
—No tardaremos mucho —les dijo el centinela a los demás, luego no articuló más palabras hasta que se detuvieron a unos metros bosque adentro—. No voy a dejar que te pongas en peligro.
—El peligro que entra?a la telepatía es escaso, casi nulo.
—Ya, bueno, puede que ese tipo no esté dentro de ese ?casi?. él es diferente… ha sido capaz de atraparte en las visiones.
—Quizá —convino—. Pero eso no cambia nada.
Vaughn no respondió, el jaguar estaba presente en sus ojos, de modo que Faith le habló al animal:
—Una vez me preguntaste sobre la culpa. Te dije que no sentía nada. No era cierto. —Se obligó a romper otro muro del Silencio; hacer y sentir era fácil comparado con expresarse con palabras—. La culpa me acompa?a de la ma?ana a la noche, está siempre conmigo. Soy una psi-c, pero no he podido salvarle la vida a mi propia hermana. Eso me convierte en una fracasada.
—No tenías forma de saber qué era lo que estabas viendo —dijo apretando los dientes.
—?Aquí no tiene cabida la lógica, Vaughn! Tú lo sabes mejor que nadie —le presionó. Le pedía que recordara la culpa que él sentía por la muerte de Skye a pesar de que en aquel entonces no era más que un ni?o.
Vaughn le posó la mano en el cuello.
—Llegará el día en que no ceda, en que no razone ni actúe como un humano.
Faith se había percatado de aquello segundos después de conocerle.
—Pero ese punto en particular aún no ha llegado.
—Te quiero conmigo en todo momento. En cuanto algo se tuerza, te largas. Me da igual que tengas que convertirle el cerebro en gelatina. Te largas.
—No tengo intención de permitir que se me acerque lo suficiente como para hacerme da?o. Seré una sombra, y saldré antes de que se dé cuenta.
El jaguar lanzaba zarpazos contra los muros de la mente de Vaughn mientras discutía los detalles con los otros.
—Hay una cosa más —dijo después de que hubieran aprobado un plan sencillo.
—El Consejo —intervino Sascha, inclinándose hacia delante—. A estas alturas ya tiene que saber que Faith ha desertado. Irán a por ella con todas las armas que tienen en su poder. Y al ser una psi-c, ella sabe demasiado.
El animal que moraba en Vaughn deseaba eliminar la amenaza y ocuparse de los miembros del Consejo de una vez por todas —un psi con el cráneo partido no podría hacerle nada a su compa?era—, pero el hombre sabía que no era tan sencillo. En la actualidad, el Consejo era un monstruo con seis cabezas, pero con infinidad de tentáculos. Arrancar una cabeza haría que crecieran dos o tres más en su lugar. El único modo de destruirlo por completo era acabar con él de raíz. Y las únicas personas que podían llevar a cabo un cambio tan profundo eran los propios psi.
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