La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(104)
—Esta vez no estaré atado, y podrías no estar preparada para darme aquello que exigiré de ti. No estoy de humor para jugar.
Porque, comprendió Faith, era presa de un arrebato posesivo y protector que no dejaba espacio para andarse con tonterías. Podía sentir la intensa furia que lo dominaba a través del vínculo que los unía, podía sentir su pasión, su ferocidad.
—Muéstramelo —susurró dejando a un lado sus propios temores. Si al día siguiente el Consejo iba a buscarla, quería mirarle con la seguridad de una mujer que ha roto todas las reglas del Silencio y lo había hecho de forma absolutamente incuestionable—. No sufriré ninguna crisis —le juró a Vaughn y a sí misma.
La camiseta con la que tenía intención de dormir cayó hecha trizas a sus pies, Vaughn había movido las garras con tal rapidez que ni siquiera había tenido tiempo de respirar. Con el corazón en un pu?o, le vio guardar aquellas afiladas armas, plenamente consciente de que no le habían producido ni un solo ara?azo. Luego, mirándola fijamente a los ojos, le deslizó las manos por la espalda introduciéndolas bajo la cinturilla de las braguitas para ahuecarlas sobre sus nalgas.
Faith jadeó al sentir sus pechos frotándose contra el torso masculino, plenos y doloridos. Apenas lo notó cuando sus braguitas desaparecieron de su cuerpo, tan aturdida como estaba por la increíble sensualidad impresa en los rasgos de Vaughn. El día anterior él había temido hacerle da?o físicamente. Ese día ejercía un dominio absoluto de su fuerza… pero no de su deseo. A pesar de todo cuanto le había dicho, no estaba del todo segura de poder cumplir con sus demandas.
él le deslizó la mano por la parte delantera del cuerpo, la aspereza de aquella piel sobre su ombligo le hizo contener el aliento. Luego se aferró a sus hombros cuando las yemas de sus dedos le rozaron los rizos del sexo.
—Eres tan suave —murmuró Vaughn, e introdujo los dedos en aquellos rizos para tomarla íntimamente.
De los labios de Faith brotó un grito que reverberó en las paredes de piedra.
Cuando frotó la parte blanda de aquella posesiva mano contra ella, Faith acompasó sus movimientos, ansiosa por experimentar esa sensación que jamás habría creído que fuera tan exquisita. A Vaughn le gustó, una sonrisa muy masculina se dibujó en esos labios tan sensuales.
—Más —exigió él—. Dame más.
Faith se puso de puntillas y su mano provocadora no se separó de ella, sino que se hundió en su blandura para capturar su carne más sensitiva de un modo que amenazaba con llevarla a una locura diferente. Apretando los muslos, le clavó las u?as en los hombros e intentó llegar a sus labios, pero Vaughn no cooperó. De modo que le mordió en el pecho y le dejó las marcas de las u?as en la espalda.
—Gata —dijo, complacido, al tiempo que apretaba los dedos y la hacía estremecer—. Voy a tomarte como he so?ado.
En su cabeza se sucedieron imágenes en las que aparecía inclinada en la más sumisa de todas las posiciones, con el trasero desvergonzadamente alzado y los muslos separados para recibirlo. Faith no luchó contra el asalto erótico, sino que disfrutó de la seducción psíquica.
—Tienes que…
Deslizando dos dedos dentro de ella sin previo aviso, reclamó su pecho con la mano libre, marcando su piel a fuego.
—?Que tengo qué?
—Antes ti… tienes que conseguir que me ponga en esa postura —le desafió incapaz de evitar que sus caderas se movieran sobre aquellos dedos intrusos.
Vaughn rió entre dientes y separó los dedos lo justo para intensificar el placer.
—Deberías saber que no es conveniente desafiar a un gato.
—Miau —bromeó Faith sintiendo que su cuerpo comenzaba a prepararse para la tormenta.
—Córrete para mí —le ordenó—. Quiero saborear tu entrega. —Movió los dedos a un ritmo más rápido, acariciándola de una forma muy íntima contra la que no tenía manera de defenderse.
Se sintió asaltada por un placer eléctrico y feroz, ardiente y ávido. Pero no estaba sufriendo una crisis, la sobrecarga salió disparada a través del vínculo de pareja hacia el fiero corazón de un jaguar más que capaz de soportar la avalancha de sensaciones. Una vez se recobró, Faith se encontró abrazada a él mientras este retiraba los dedos de dentro de su cuerpo. Su aroma almizcle?o impregnó el aire, intenso, embriagador y absolutamente femenino. Y aunque la erección de Vaughn era como una llama sólida entre los dos, sabía de algún modo que su rendición había servido para aumentar su paciencia sensual.
Saciada e invadida por una sensación de languidez, no protestó cuando Vaughn la llevó del banco de trabajo hasta la cama y la acarició hasta conseguir que se pusiera de rodillas con las manos apoyadas sobre el colchón. Faith arqueó la espalda buscando su contacto mientras disfrutaba sintiendo cómo las manos de Vaughn descendían por su espalda, sus nalgas, hacia el interior de sus muslos. Abriéndola para recibirle. Entonces, cuando la empujó con la mano entre los omóplatos, Faith recordó las fantasías eróticas de su compa?ero y, apoyando los codos, agachó la cabeza sobre las sábanas y alzó el trasero.
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