La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(108)
—Es él, pero… Vaughn, ?recuerdas que dijiste que veías una oscuridad a mi alrededor?
—No es algo que pueda llegar a olvidar. —Su voz rayaba en la cólera.
Faith se apretó contra él, temerosa de que el gato asumiera el control y desautorizara su decisión de no hacer pedazos al hombre a la vista de todo el mundo.
—Pues bien, esa oscuridad también solía envolverlo a él. En las visiones en las que yo era él, la oscuridad nos envolvía a ambos. —Esa era la razón de que instintivamente al asesino le hubiera denominado como oscuridad—. Pero ya no está. No puedo ver dentro de su mente, pero sé que se ha esfumado.
—?Actuamos, Faith? —preguntó Judd—. Solo tengo una oportunidad… y él está empezando a recuperarse y a contraatacar.
Miró de nuevo al asesino, a aquel hombre que se había convertido en parte de su vida, pero que era un extra?o para ella. Una vez más, lo que le provocaba escalofríos era su aspecto completamente normal. Era demasiado arriesgado tratar de entrar en su mente, de modo que no tenía ni la más remota idea de qué era lo que le impulsaba a matar. Incluso era posible que hubiera sido el peón de un ser más malvado y que ahora estuviera limpio, que fuera libre como lo era ella. Decretar su muerte podría suponer matar a un inocente.
Se quedó petrificada y, en aquel instante, vio la sangre que se derramaría si él no moría. Era posible que la oscuridad se hubiese marchado, pero él seguía siendo un monstruo.
—Sí. Adelante.
Y así de rápido, la venganza fue suya.
Tres horas más tarde, estaba sentada dentro de la casa colgada de la pareja alfa de los DarkRiver, rodeada por Sascha y varios cambiantes: Vaughn, Clay, Lucas y un centinela rubio que le habían presentado como Dorian. Los ojos azules de Dorian estaban te?idos de cierta furia cuando la miraban a ella, una rabia gélida que no acertaba a comprender, no cuando él no había participado en la cacería. Una palabra típica de los cambiantes. Un castigo típico de los cambiantes… infligido por la mente de un psi. Ese psi había desaparecido después y Faith se alegraba de ello. Estaba en deuda con él por lo que había hecho, pero Judd tenía el don de poner furioso a Vaughn.
Todos los demás la consideraban a salvo, pero ella estaba pensando en los sucesos de esa ma?ana. Había ordenado la destrucción de una mente, una decisión que debería haberla sumido en un mar de remordimientos. Pero aunque sentía pena, también sentía que se había hecho lo correcto. Ahora Marine podría descansar en paz, a salvo, sabiendo que ninguna otra mujer moriría a manos de aquella oscuridad.
Vaughn, que hasta entonces había estado hablando con Clay, se acercó a ella.
—Levanta.
—?Qué?
Frunciendo el ce?o, se limitó a levantarla del amplio cojín en el que estaba sentada y se acomodó con ella en su regazo. Faith se acurrucó contra su cuerpo tibio, consciente de la presencia de los demás, pero sin importarle lo más mínimo. Los gatos se regían por reglas diferentes, y ella se estaba adaptando.
—A veces —dijo Vaughn— es necesario el derramamiento de sangre.
Faith aún podía escuchar la intensa ira en la voz de su compa?ero, y eso le preocupaba.
—Pero yo no soporto pensar en ello. Eso me convertiría también en un monstruo.
Vaughn la abrazó mientras ella se reconciliaba con lo que había hecho. Al cabo de un rato, estaba a punto de incorporarse a la conversación que tenía lugar a su alrededor, cuando sintió una llamada en su mente. En vez de reaccionar lanzando un ataque defensivo, su don se impuso y abrió un canal telepático.
Cientos de imágenes de flores se sucedieron como una catarata a través de aquel estrecho canal.
—Oh. —Faith apretó el brazo de Vaughn.
Su jaguar se puso inmediatamente alerta.
—?Qué sucede?
—Chist. —Cerró los ojos e intentó dar con un modo de enviarle una respuesta sin que afectara a los demás, pero le fue imposible—. Todos los que podáis recibir pensamientos telepáticos ignorad esto. —Entonces le lanzó una única flor, envuelta en un velo de alegría y emoción.
Su respuesta fue un complejo conjunto de imágenes.
Descifrando el mensaje, procuró sintonizar su mente en la frecuencia adecuada, una frecuencia tan poco usual que sabía que no había otro ser vivo que la usara.
—Sascha, ?puedes verlo? —Envió una imagen de prueba.
—No.
Pero la MentalNet lo había visto y le envió otra flor. Sonriendo por haber descubierto cómo comunicarse sin revelar a nadie sus pensamientos, consideró el mejor modo de formularle su siguiente pregunta.
Una imagen de la PsiNet con un puente conectado a ella.
La imagen le fue devuelta sin el puente.
Frunciendo el ce?o, Faith le envió su confusión.
La MentalNet le mandó varias instantáneas: la PsiNet; ella; un resplandor nocturno pasando de una imagen a otra.
—Pues claro. No necesitas un puente —susurró— porque naciste para hacer esto.
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