La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(103)
Faith apoyó el cuerpo contra el costado de Vaughn.
—Puede que haya algo que les frene.
La bestia se calmó al sentir la tibieza de Faith.
—?Tienes una idea?
—No tanto una idea como una revelación —repuso con la voz cargada repentinamente de dolor—. Siempre me resultó extra?o por qué fue asesinada Marine. Ese hombre obtiene un placer enfermizo preparando el asesinato que planea cometer al día siguiente, pero no hubo nada de eso con Marine. No la siguió. En este caso lo que le estimuló fue que yo viera nítidamente el resultado final: la falta de oxígeno dando paso poco a poco a la asfixia total.
—?Es posible que tu hermana fuera una víctima al azar que mató porque se le presentó la oportunidad? —La voz de Judd Lauren hizo que el jaguar deseara gru?ir… el gato comprendía la ligera diferencia entre un enemigo y un aliado incierto.
—No, no transmitía la sensación de que fuera algo apresurado o improvisado.
Vaughn detestaba escuchar el sufrimiento que te?ía la voz de su compa?era, pero sabía que solo el tiempo podía curar esas heridas. Aunque nunca llegarían a desaparecer, se convertirían en cicatrices, y eso era bueno, porque esas cicatrices te hacían más fuerte.
Sascha golpeó el suelo con el pie.
—?Qué hacía tu hermana?
—Era una telépata cardinal. Especialista en comunicaciones para el clan psi.
—Mientras estaba en la red escuché rumores acerca de que tu clan realizaba bastantes trabajos confidenciales para el Consejo.
Las u?as de Faith se le clavaron en la piel.
—Y si estaba trabajando como experta en códigos para ellos, entonces estaba al corriente de todo lo que enviaban y recibían, conocía todos los secretos, hasta el último detalle de todos sus planes.
—Un gran inconveniente si ella decidía no jugar a ese juego. —Al fin y al cabo, Marine NightStar había sido hermana de su compa?era, y Faith era demasiado inteligente, demasiado independiente y humana como para haber sido un buen pelele del Consejo.
De repente Faith meneó la cabeza violentamente.
—Esto no nos lleva a ninguna parte. Las revelaciones no suelen ser detalladas… tendremos que esperar y ver si podemos explorar la mente del asesino. Aunque el Consejo vaya a por mí, no lo hará antes de que le incapacitemos.
Clay cruzó los brazos.
—?Cómo lo sabes?
—Lo sé —repuso con voz angustiada y muy, muy segura—. Disponemos de ese tiempo. La respuesta nos llegará ma?ana.
—?Y si no llega? —preguntó Sascha quedamente.
—Entonces al menos Marine habrá sido vengada. —La furia visceral que la dominaba encontró a su igual en el corazón del jaguar—. Quiero que pague por lo que hizo.
Los hombres se miraron unos a otros y comprendieron. Tres cambiantes depredadores y un psi, que podría ser un diestro asesino, ninguno de los cuales encontraba nada objetable en la cólera de Faith. Era real, era verdadera, y sería satisfecha.
—Lo hará —aseveró Vaughn en nombre de todos—. Aunque para ello tenga que aplastarle el cráneo yo mismo.
—Vaughn.
Faith se encontraba al lado de su compa?ero mientras este trabajaba en una escultura. Vestido tan solo con unos vaqueros desgastados y con el cabello ambarino recogido descuidadamente en una coleta, era puro músculo y calor.
—?Qué pasa, pelirroja?
Vaughn dejó las herramientas para acariciarle la piel con los nudillos. Un gesto colmado de ternura, aunque la expresión de sus ojos mostraba algo muy diferente.
—?Por qué te pones a trabajar en esto ahora? —Pasó la mano sobre la curvada superficie de mármol—. Ven a la cama. Los dos necesitamos prepararnos mentalmente para ma?ana.
—Yo no soy un psi, cielo. —Su voz se tornó grave—. No tengo que serenar la mente.
Faith comprendió de repente.
—Estoy lista.
—Vete a dormir. —Cogió lo que parecía un cincel—. No tardaré en acompa?arte.
Faith le quitó la herramienta de la mano y la dejó sobre el banco de trabajo.
—Tienes miedo de hacerme da?o. —Algo así estaba mal entre compa?eros, lo sabía sin necesidad de que nadie se lo ense?ara—. Te asusta que vuelva a tener una crisis como la de ayer.
—Lo que hicimos ayer fue perfecto, pero no estás preparada para repetirlo. Y ahora mismo no tengo ternura que darte —declaró; brusco, áspero, tajante.
Faith le puso la mano sobre la dorada piel del pecho.
—Nunca vas a ser realmente un hombre dulce.
Vaughn se estremeció.
—No quería decir eso. Me gusta tu desenfreno, tu pasión, tu exigencia. —Notó que se le formaba un nudo al ver su mirada ardiente—. Haces que me sienta viva.
—Puedo ver lo mucho que sufres cuando tu mente se fragmenta.
—Pero me hago más fuerte cada vez que me amas. —Eso era algo que ahora comenzaba a comprender—. Si intentas contenerte, nos defraudas a ambos. Necesito satisfacerte del mismo modo que tú necesitas tocarme.
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