La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(50)
—Lo haré. —Se despidió con la mano—. Te veo luego.
Vaughn decidió realizar parte de su turno de vigilancia en forma humana, su velocidad y su fuerza eran más que suficientes para encargarse de la mayoría de los intrusos. Mientras se ponía en marcha pensó en su nueva escultura. Sabía que sería impresionante, la mejor que jamás hubiera hecho. También sabía que nunca la vendería.
El bosque pasó a su lado como un borrón mientras corría, sin dejar de pensar en la silueta de una mujer de ojos estrellados. Pero no estaba tan distraído como para que se le pasara por alto una mancha amarillenta correspondiente a un leopardo donde solo debería haber habido vegetación. Volviendo sobre sus pasos, siguió el olor hasta que se encontró con dos cachorros enzarzados en un simulacro de pelea. El rugido de Vaughn hizo que se separaran y se le quedaran mirando. Sabía que estaban metidos en un buen lío.
—Me parece haber oído decir a Tamsyn que ibais a pasar el día con Sascha. —El centinela cruzó los brazos preguntándose cómo la mujer, sanadora de los DarkRiver y madre de los cachorros, se las apa?aba con su doble dosis de problemas sin tirarse de los pelos—. ?Qué hacéis aquí?
Los cachorros eran curiosos por naturaleza; no era extra?o que se alejaran mientras exploraban, y estaban a salvo en tierras de los DarkRiver. Pero de todas maneras necesitaban normas. Y la primera regla era no alejarse más de un kilómetro y medio de la casa en la que se suponía que debían estar.
Los cachorros agacharon la panza y maullaron tratando de engatusarle para salir del lío.
—Yo no soy Sascha ni tampoco vuestra madre —les dijo, aunque le divirtió su actitud. Aquellos dos serían unos buenos soldados cuando crecieran. También atraerían a las mujeres del mismo modo en que Kit, uno de los soldados jóvenes, lo hacía ahora—. Vamos.
Los peque?os se levantaron y emprendieron el camino por delante de Vaughn. Gemelos idénticos en forma humana, Julian y Roman también lo eran en su forma animal. Solo quienes los conocían muy bien podían diferenciar al uno del otro. Vaughn siempre había podido hacerlo, quizá se debiera a que su bestia era mucho más fuerte. Tras llevarlos de nuevo a la zona segura, se agachó hasta ponerse a su altura.
—Ya conocéis las reglas. Son por vuestro bien y para asegurar que las mujeres no se vuelvan majaras. —No era ninguna mentira. Las madres estaban de los nervios a causa de las artima?as de cachorros y jóvenes—. ?Queréis que Sascha se vuelva loca buscándoos?
Los peque?ines sacudieron sus peludas cabecitas.
—Pues no os salgáis del perímetro. —Sabía que Sascha podía localizar a los gemelos utilizando sus dotes psíquicas, pero eso no cambiaba las reglas.
Una peque?a pata le rascó un brazo y una segunda se unió a esa en el otro. Vaughn rió entre dientes.
—No, no estoy cabreado. Venga, vamos a decirle a Sascha que estáis bien.
Vaughn se transformó y dejó que juguetearan con él durante unos minutos antes de acompa?arlos de vuelta a la casa colgada de la que habían escapado. Sascha estaba al pie del árbol.
—Creo que voy a ataros con una correa —dijo, su voz sonaba muy firme, completamente psi—. Y ?no os había dicho algo de convertiros en ratas si os portabais mal?
Los cachorros se quedaron inmóviles.
—?Qué te parece a ti, Vaughn?
Este respondió moviendo la cabeza afirmativamente. Julian le miró como si fuera un traidor y Roman intentó esconderse detrás de un árbol. Riendo, Sascha tomó a Roman del pellejo del cuello y le dio un beso en la peluda carita. Julian se acercó corriendo y gru?ó pidiendo que le hicieran caso. Cuando lo cogió, Sascha hizo un gesto a Vaughn.
—Gracias por encontrar a la Pareja Diabólica. Te juro que me di la vuelta un solo segundo y ya habían desaparecido.
Vaughn profirió un sonido gutural para hacerle saber que no pasaba nada.
—Estoy trabajando con Zara en los planos modificados para una de las nuevas viviendas del complejo —le dijo, refiriéndose a la dise?adora ajena al clan—. Al parecer los lobos están contentos. —Sascha esbozó una sonrisa cuando el centinela gru?ó—. Sí, lo sé. Malditos lobos. Eres tan malo como el resto, ninguno estáis dispuestos a aceptar por completo el nuevo tratado.
Julian y Roman se retorcieron en sus brazos y Sascha bajó la vista.
—Vale, vale. Nos vamos a la ciudad para ver a Lucas y a Nate. —Los cachorros se entusiasmaron al oír el último nombre, que era el de su padre—. Tengo ropa para vosotros en el coche, mis peque?as bestiecillas.
Vaughn estaba a punto de dar media vuelta y marcharse cuando Sascha se dirigió a él:
—?Cómo está Faith?
El centinela meneó la cabeza. Faith no estaba donde tenía que estar, ni mucho menos, y no se sentía cómodo reconociendo que necesitaba a alguien hasta ese punto.
Faith acababa de realizar un lucrativo vaticinio para Industrias FireFly cuando el panel sonó. Utilizó el mando a distancia para coger la llamada, pero esta se cortó antes de que pudiera hablar. Encogiéndose de hombros, lo achacó a una equivocación y se levantó del sillón.
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