La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(48)



—Vaughn —le llamó con voz dócil, extremadamente dulce—. Vaughn, has sacado las garras.

Faith podía sentirlas contra el cuero cabelludo y el rostro, y le aterrorizaba lo bastante como para admitirlo. Su reacción surgió de una parte primitiva de su ser que había existido antes del Silencio, antes de la civilización. Lo único que importaba era la supervivencia… a toda costa.

Una oleada de energía psíquica aturdiría al depredador que la mantenía prisionera, pero seguramente causaría un da?o permanente. Se estremeció solo de pensar en eso.

—No me hagas da?o, Vaughn. —Una vez más, empleó su nombre a propósito—. Necesito sentirme a salvo contigo. —Por irracional que fuera, así era como se sentía incluso en esos instantes.

Vaughn había dejado salir al felino, pero la presión de las garras sobre su piel era tan leve que ni siquiera corría el peligro de que la ara?ara, mucho menos de hacerle un corte. Sin embargo, sabía que ese control pendía de un hilo y, en ese preciso instante, el jaguar que asomaba a los ojos de Vaughn caminaba al borde del precipicio.

—Nunca te lo perdonarás si me hieres.

—Jamás te haría da?o. —Su voz era un sonido gutural atrapado entre su parte humana y su parte animal—. Tócame.

Faith se detuvo cuando estaba a punto de negarse. ?Por qué razón le pedía aquello en esos momentos? Era lista, podía dilucidarlo. Reprimiendo la respuesta instintiva de su cuerpo, que la impelía a luchar o a salir huyendo, cerró los ojos y se obligó a respirar con una cadencia que le ayudara a pensar con claridad. El aroma de Vaughn la inundó, salvaje y terrenal, pero de algún modo tuvo un efecto positivo sobre su caótico proceso de pensamiento, permitiéndola centrarse. ?Por qué un cambiante exigiría que le tocasen cuando su control era tan precario? La lógica dictaba que era porque él creía que eso iba a ayudarle a imponer de nuevo la disciplina. ?Y si la lógica se equivocaba?

—Confío en ti —le dijo.

Consciente de que él no había guardado las garras, se movió con pausada precisión y le rozó los labios con los suyos. Le sintió caliente, primitivo y soberbiamente masculino. Su mente comenzó a fallar casi de inmediato. Esa noche había estado sometida a demasiada presión aun antes de que la bestia dominara a Vaughn. Su cerebro le gritaba que estaba a punto de fundirse. Una lástima, porque no pensaba fallarle. Vaughn la había sacado de su pesadilla… no podía hacer menos por él.

Los dientes de Faith rozaron sin querer el labio inferior del centinela y el rugido que brotó de su garganta se derramó en su boca. Se quedó paralizada. Entonces Vaughn le capturó el labio con los afilados dientes y le mordió de forma incitante. Sintió que le ardían las entra?as y las llamas que consumían su mente se unieron al estremecedor calor de su cuerpo.

Se le encogió el estómago, el sudor le perló la piel y, sin saber cómo, enredó las manos en el cabello de Vaughn. Calor y piel, deseo y necesidad, poder y furia, todo ello la atravesó de un modo tan brutal que hizo a?icos sus escudos internos. El placer se convirtió de pronto en dolor, tornando su visión en negrura.

Vaughn sintió el momento preciso en que Faith se derrumbó. Hacía rato que había guardado las garras, y ahora puso fin al beso porque ella parecía incapaz de hacerlo.

—Faith.

Respirando de manera agitada, abrió los ojos, que habían adquirido aquel siniestro color negro.

—Se está apoderando de mí.

Sus palabras reflejaban un hecho inevitable.

La cólera amenazaba con acabar con el recién recuperado control de Vaughn.

—No, no es así.

Mientras se levantaba del suelo vio cómo ella se tumbaba de lado en el centro de la cama, sin dejar de mirarle un solo momento.

—?Te he ayudado?

—Sí —respondió Vaughn lamiéndose su sabor de los labios.

—Al menos soy lo bastante fuerte para hacer eso.

—Eres lo bastante fuerte para superarlo todo. Has pasado de ser incapaz de soportar nada a aceptar y dar un beso en un breve espacio de tiempo.

El centinela se subió otra vez a la cama. Y aunque iba en contra de todo cuanto le decía su instinto, dejó la distancia necesaria entre los dos para no abrumarla.

—Ojalá fuera lo bastante fuerte como para hacer más… para ser más. —Su voz era un susurro, pero el felino estaba seguro de haber percibido una fría rabia soterrada. ?Bien!

—Tienes el don de ver el futuro, Faith. Eso hace que seas extraordinaria.

Faith le sorprendió acercándose ligeramente a él.

—No te vayas hasta que despierte. Me preocupa que las visiones oscuras vengan de nuevo y mis escudos están ahora agrietados.

En otras palabras, estaba asustada. Y si podía sentir miedo, entonces podía experimentar placer.

—?En qué momento te he dado a entender que fuera a marcharme aunque tú me lo pidieras?

—?Me esperarás pasado ma?ana por la noche? Sé que dije cinco días, pero las visiones son cada vez más frecuentes. Creo que puedo arreglarlo para que nadie me eche en falta.

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