La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(53)



Sin embargo algo bueno había salido de aquel encuentro: podía mentirle a su padre con expresión impasible y solicitar disponer de intimidad por ?motivos tratados previamente?. Eso fue lo que hizo nada más entrar en la casa.

—?Se han puesto en contacto contigo? —preguntó Anthony.

—En cierto modo —dijo con evasivas, comenzando a aceptar que su mentira nunca había sido tan simple—. No me parece prudente hablar de esto en una red de comunicación general.

—Por supuesto. Reunámonos en persona.

Eso era lo último que deseaba.

—Aún no, padre. Levantar cualquier sospecha en este momento podría ser contraproducente. —Para su salud, sin duda alguna. Había oído la clase de cosas que hacían los aspirantes a fin de deshacerse de la competencia.

Anthony asintió.

—Mantenme informado. La próxima vez, utiliza la PsiNet.

—Sí, se?or.

Aquella noche la oscuridad no llegó. Pero tampoco lo hizo Vaughn. La parte racional de Faith le dijo que empleara la momentánea tregua del constante asalto a sus escudos psi para incrementar y reforzar las partes del condicionamiento que estaban en peligro de fallar. Pero su parte racional no tenía ninguna posibilidad contra los recuerdos de la noche anterior: un terror absoluto y la peligrosa sensación de seguridad que le proporcionó el contacto del jaguar.

Lo cierto era que había esperado que él estuviese allí después de la intensa noche pasada, que había llegado a depender de su presencia física… ella, una mujer acostumbrada a no tener a nadie. Y ahora él no estaba. Aunque no importaba. Era una psi, se dijo a sí misma mientras retiraba la manta de una patada y golpeaba la almohada para ahuecarla y que resultara más confortable. No sentía nada. Mucho menos decepción e ira.





13


Tras haber agotado todo el autocontrol que poseía la noche anterior, Vaughn estaba esperando a Faith, y no se estaba mostrando demasiado paciente. A pesar de que estaba en forma humana, se había encaramado a los árboles agazapándose por encima de la valla para montar guardia. Su femenina silueta ya debería haber aparecido.

Pasaron otros cinco largos minutos. Estaba contemplando la idea de entrar a por ella cuando al fin la divisó en la noche cerrada y muy nubosa. Faith saltó la valla con la misma destreza que la vez anterior y en cuestión de segundos se encaminó hacia su posición. Vaughn dejó que se internara un poco más antes de bajarse de un salto, de modo que no se sobresaltase y se pusiera a gritar.

Se detuvo cuando llegó al punto en que él se encontraba y levantó la mirada directamente hacia las ramas.

—?Vaughn? Espero que seas tú.

El felino estaba molesto porque ella le hubiese descubierto. El hombre quería saber por qué.

—No se te ocurra ponerte a dar grititos.

Los ojos de Faith tenían una mirada cáustica cuando él saltó para enfrentarse a ella, descalzo pero ataviado con unos vaqueros y una camiseta.

—No es muy probable que lo haga después de haberme tomado tantas molestias para llegar hasta aquí sin alertar a nadie —repuso con absoluta arrogancia femenina.

Vaughn deseó morderla con la fuerza necesaria para marcarla, para reclamarla.

—?Cómo has sabido que estaba aquí arriba?

—Podía sentirte. Debe indicar un aspecto de mis habilidades que antes estaba latente.

—?Y a los demás cambiantes?

—No lo sé. No puedo sentir a nadie más… ?Hay alguien contigo?

Vaughn sonrió, consciente de que con eso conseguiría que ella se sulfurase.

—Ya sabes que eso no puedo decírtelo. —Como era natural, Clay estaba muy cerca, pues había acudido para hacerse cargo de aquella sección que vigilaba Vaughn. Le había relevado hacía una hora, pero el leopardo se había quedado por allí para cerciorarse de que Faith y Vaughn lograban salir sin problemas. Una parte feroz de Vaughn se apaciguó ante la incapacidad de Faith de sentir al otro centinela—. Nunca se sabe para qué podrías utilizar la información.

—?Qué quieres que haga? —exigió con un tono tan glacial que quemaba—. ?Que jure mi lealtad con sangre?

—Vaya mal genio.

—No tengo mal genio. ?Tienes pensado quedarte ahí toda la noche? No tengo tiempo que perder. —Dando media vuelta, emprendió camino con paso airado a través del bosque.

Vaughn silbó entre dientes para indicarle a Clay que todo estaba en orden. A sus oídos llegó un grave gru?ido y, para su sorpresa, percibió un cierto tono divertido en él.

—Ten cuidado, gato —farfulló, demasiado bajo como para que nadie excepto un cambiante, pudiera oírlo—. Solo yo tengo derecho a que Faith me divierta.

Escuchó otro gru?ido, este más cercano, y luego se hizo el silencio. Clay ya estaba haciendo su trabajo. Normalmente eran los soldados quienes patrullaban las fronteras del considerable territorio de los DarkRiver, mientras que los centinelas se concentraban en la defensa del cuadrante donde se encontraba la pareja alfa. Sin embargo se había decidido que aquella área debía estar sometida a estrecha vigilancia. Aun cuando Faith demostrase ser de absoluta confianza, ella no era ni soldado ni centinela, y sin querer podría conducir al enemigo hasta ellos.

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