La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(57)



—Esa es una de las posibles soluciones que se planteaban en el Diario Médico-Psi.

Incluso entonces, meses antes de que su mente hubiera comenzado a degradarse, Faith se había sentido intelectualmente repelida por la idea. El cerebro era lo único que todavía seguía siendo sagrado entre los psi. Reprogramarlo equivaldría a borrar al individuo convirtiendo así la PsiNet en una verdadera mente colectiva.

—Me gustaría no creerte, desearía sentirme sorprendida y asqueada. —Sascha se obligó a relajar el ritmo de su corazón. Tras a?os ocultando todas sus emociones, la libertad para poder sentir hacía que a veces se dejase llevar de cabeza por ellas—. Pero conozco demasiado bien al Consejo como para creer que no intentarán destruir el cerebro de los ni?os en un esfuerzo por consolidar su poder.

—El procedimiento no se ha llevado a la práctica. Es solo teoría. —Aquellas palabras eran meros hechos, pero Sascha podía sentir el horror de la joven, un horror tan profundo del que Faith, atrapada en las garras del Silencio, ignoraba su ferocidad.

Sascha lo comprendía. En cualquiera de las demás razas, incluso una idea teórica como esa se habría considerado atroz, una violación fundamental de la confianza entre adulto y ni?o.

—?Qué se lo impide?

—Temen da?ar habilidades psíquicas potenciales. —Los ojos de Faith eran un inescrutable campo de estrellas—. No creo que puedan solucionar ese problema.

Sascha no estaba tan segura.

—También el Silencio fue una idea teórica en otros tiempos.

Sascha había descubierto un montón de información acerca de la historia de su raza en los pasados meses, y la mayor parte de su investigación la había realizado con éxito mediante las vías más inusuales: las bibliotecas humanas.

Husmeando en dichas bibliotecas, descartadas por los psi por desfasadas e ineficaces, había descubierto cartas y documentos manuscritos que contaban los comienzos del Silencio. Los verdaderos comienzos. No fue en 1979; Enrique se había equivocado, su ?tributo? al realizar setenta y nueve cortes precisos en cada una de sus víctimas había sido un error. Y eso le proporcionaba una satisfacción que solo su sanguinaria nueva familia podía comprender de verdad.

—Creía que fue implantado por el Consejo conjuntamente con nuestros investigadores médicos más reputados. —La voz de Faith sacó a Sascha del sombrío carrusel de los recuerdos.

—No —respondió—. En su origen fue planteado por un grupo sectario llamado Mercury.

Nadie los había tomado en serio por aquel entonces. No obstante, dos décadas después de hacer pública su idea, Mercury produjo sus primeros sujetos con éxito. Los graduados sujetos al experimento solo eran adolescentes y el condicionamiento estaba abocado al fracaso, pero bastó con ellos para cambiar las cosas. Mercury dejó de ser tildado de secta por la mayoría y comenzó a ser considerado un comité de expertos.

Fueron necesarios cien a?os para que se transformasen en un grupo de visionarios, los salvadores de los psi.

—El primer Consejo pro Silencio estaba dominado por acólitos de Mercury. Dos de ellos eran graduados de su versión beta del Protocolo.

—?Sascha?

Sobresaltada, dejó a su lado los dolorosos pensamientos acerca del alto precio de tan absoluto Silencio y se volvió. Faith tenía el brazo extendido, como si se hubiera detenido antes de tocarla.

—Has de tener más cuidado —le dijo suavemente Sascha. No tenía el más mínimo deseo de reforzar las mordazas del Silencio, pero mientras la otra cardinal estuviera vinculada a la red, tenía que andarse con mucho ojo.

Faith cerró la mano en un pu?o y la metió bajo el muslo.

—Estoy cambiando, Sascha. Quiero luchar contra ello, pero el cambio se está obrando a un nivel que parece que soy incapaz de impedir. Y no estoy segura de que sea algo bueno.

—?Por qué?

—Soy una psi-c, valorada y protegida entre los de nuestra raza. Aquí fuera no sería nada.

—Eso no es cierto. —Sascha intentó utilizar sus dones empáticos para aliviar el sufrimiento que embargaba a Faith, un dolor que podía sentir como una roca en su corazón—. Si logras aprender a utilizar y a manejar tus dones de un modo diferente, serás igualmente valorada aquí. Imagina, podrías alertar de desastres y de sucesos violentos. Podrías salvar muchas vidas.

Faith apartó la mirada. No quería ver el otro lado de la balanza, no quería pensar en las muertes que pesaban sobre la conciencia de cada clarividente que había elegido el camino más fácil. Igual que había hecho ella.

—?Tienes idea de por qué mis escudos normales podrían estar fallando? Esas defensas están especialmente dise?adas para proteger a los psi-c durante las visiones, pero no pueden guardarme de la oscuridad. No pueden mantenerme a salvo.

Solo Vaughn podía, y Faith se preguntó por qué él se molestaba en hacerlo. Si los clarividentes no se hubieran sumido en el Silencio, tal vez su hermana aún seguiría con vida.





14

Nalini Singh's Books