La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(59)



Porque era esa misma furia visceral la que le gobernaba en esos instantes.

Profirió un rugido y el bosque quedó sumido en el silencio. Ensimismado pero siempre alerta, se puso a pensar una vez más en cómo seducir al objeto de su deseo. No era estúpido. Sabía que el sexo, lejos de reducir la tensión entre ellos, la aumentaría. Pero si no era suya pronto, acabaría arrancándose una pata a mordiscos.

El felino se sentía frustrado con el hombre. Hazla tuya, le decía; el placer aplastará sus temores. El hombre quería darle la razón. Resultaría muy fácil. Salvo que sería mentira. Nadie que se hubiera criado como Faith, en una celda carente de intimidad a la que ella llamaba hogar, sería capaz de adaptarse tan rápidamente a la intensidad de sus necesidades. Y ?una psi? Imposible.

De hecho, el sexo podría provocarle esos ataques que, por culpa del condicionamiento, Faith esperaba sufrir.

Pero ella le sentía a nivel físico, una intimidad que Vaughn no había esperado. El que Faith pudiera captar únicamente sus pensamientos más eróticos le encantaba. Le proporcionaba lo mejor de ambos mundos: la intimidad y la capacidad para seducirla sin someterla al contacto físico, lo cual podría hacerle perder el control.

Con el deseo bullendo en sus venas, comenzó a pensar en Faith y en todas las formas en que deseaba hacerla suya. El jaguar, siendo como era, deseaba tomarla por detrás. El hombre estaba de acuerdo en que esa era una vista sin igual. Aquella postura le dejaba mucho por explorar, por acariciar, mientras ella yacía de manera sumisa. Su cuerpo le recordó el punzante dolor que Faith le había infligido en respuesta a su anterior provocación. Tal vez no tan indefensa, sonrió para sus adentros. Pero era su fantasía y en ella Faith era suya… se sometía a él, le pedía que la tocara, que la besara y que la montara.

Algo golpeó su mente.

Vaughn se quedó inmóvil como un depredador mientras saboreaba aquel contacto. Desde que Sascha había descubierto la Red Estelar que vinculaba a los centinelas con su alfa, habían estado experimentando con sus posibles utilidades. Hasta el momento, solo Sascha había conseguido enviar mensajes verbales a Lucas, pero tanto Vaughn como Clay habían demostrado ser capaces de realizar ?llamadas? básicas.

Vaughn también podía sentir emociones transmitidas por Sascha, pero nunca antes había ?escuchado? ninguna otra cosa. Sascha seguía siendo la única persona que podía recibir transmisiones de todos, aunque parecía que Lucas podía educar su mente para hacer lo mismo. Como resultado de su trabajo con la Red Estelar, Vaughn había aprendido que el olor mental de sus compa?eros de clan era el mismo que el físico. Y los conocía todos.

Y, definitivamente, ninguno de ellos olía a mujer y a deseo, a necesidad y a temor, a pasión y a almizcle.

El felino sintió ganas de ponerse a ronronear. Alentado por aquello, continuó con sus fantasías eróticas, jugando con la mujer que había decidido que era suya. Faith podría no estar de acuerdo, pero Vaughn jamás había perdido a una presa que hubiera marcado. En esos momentos se imaginó amoldando las manos a sus caderas, recorriendo aquella tentadora piel cremosa y dorada, la tibieza y la femenina suavidad de Faith. Primero la acariciaría, pensó, ablandándola como lo haría con un felino obstinado. Luego se inclinaría y la lamería hasta llegar a su cuello satisfaciendo su deseo de saborear su piel, deteniéndose en el lugar donde su pulso latiría con furia.

Otro empujón mental, más fuerte esta vez, que aceptó gru?endo de placer para sus adentros. No estaba subestimando a Faith; quizá fuera cierto que un cardinal no podía manipular la mente de un cambiante con facilidad, pero podía destrozarla y provocarle la muerte. Sin embargo, sabía que ella no lo haría, sabía algo que ella no estaba preparada aún para aceptar. Las consecuencias de esa verdad era que Faith no podía hacerle da?o.

En su fantasía, cerró los dientes sobre su pulso. Podía magullarla gravemente, pero el hecho de saber que jamás lo haría le daba el poder a ella. Eso era algo que Faith aún tenía que aprender. Mientras su mano se apoderaba de un pecho y sus dedos buscaban el pezón, apretó un poco más los dientes, lo justo para reclamarla, para estampar en ella su marca.

La desesperación te?ía la presión que sintió en su mente. Consciente de que le había exigido demasiado, aunque ni mucho menos era suficiente para él, dejó que el cuerpo de Faith se desvaneciera de su cabeza y se obligó a pensar en cosas que ella no pudiera ver. No saber la razón de la conexión existente entre los dos era algo que seguramente sacaba a Faith de quicio. Bien. Su psi tenía que experimentar la anarquía de la naturaleza o jamás se liberaría del Silencio. Y Faith tenía que atravesar aquellos muros. Ya no le quedaba otra opción.

Lucas se presentó a recoger a Sascha pasadas las dos de la madrugada. Faith contempló cómo el vehículo se perdía en la oscuridad mientras esperaba a Vaughn. Podía sentirle en su interior, donde nadie debería haber sido capaz de entrar; sabía que andaba cerca. Resultó que no se equivocaba. Vaughn salió del bosque en forma humana solo un segundo después de que se escucharan los últimos ecos del coche.

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