La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(64)
Faith guardó silencio tratando de darle lo que él le había dado a ella.
—Mis padres eran muy jóvenes y no estaban casados cuando me tuvieron… la mayoría de los jaguares no siguen las costumbres humanas. Skye nació tres a?os después. Cuando ella tenía dos y medio, mis padres se unieron a una nueva iglesia y se casaron. Poco después, renunciaron a sus posesiones terrenales y comenzamos a vivir en una comuna —Vaughn habló con dureza—. Nada de eso habría importado si yo no hubiese empezado a notar la forma en que algunos de los ?mayores? miraban a Skye. Ella era un bebé y esos hombres querían tocarla.
Faith no podía imaginar nada más atroz.
—La protegiste.
—Conseguí que la mataran. —Vaughn había vivido con aquello durante más de dos décadas—. Nunca me apartaba de ella… me negué a permitir que se le acercaran. Me tacharon de ni?o problemático y mis padres tuvieron que disciplinarme de acuerdo a su nueva religión. —Horas de palizas, de aislamiento, de repetirle una y otra vez que estaba ?lleno de pecado?.
Le había aterrorizado que los mayores consiguieran acercarse a Skye mientras él estaba encerrado, pero sus padres no debían de estar completamente sometidos, porque siempre velaron por Skye mientras a él le castigaban.
—Cuando fue obvio que yo no iba a ceder y que había aleccionado a los demás ni?os para que también recelaran de los mayores, estos emprendieron una campa?a para deshacerse de nosotros. Les pidieron a nuestros padres que demostraran su devoción a su nuevo dios renunciando a los ?frutos del pecado?, los hijos que habían concebido fuera del matrimonio.
—?Cómo pudieron…? —Faith meneó la cabeza desconcertada y Vaughn se percató de la fuerza con que le agarraba el cabello.
Aflojando la mano, acarició aquella sedosa masa.
—Necesitaron mucho tiempo para doblegar a mis padres. —Pero al final su madre no había sido capaz de mirarle sin ver el pecado en él y su padre había dejado de escuchar nada de lo que Skye pudiera decir—. Nos alegramos inmensamente cuando nos metieron en el coche y nos dijeron que no íbamos a volver. —Podía recordar hasta el más mínimo rayo de esperanza que había embargado su tierno corazón de diez a?os. Porque, a pesar de todo, él era todavía un ni?o—. En vez de eso, nos llevaron a las entra?as del bosque y nos dejaron allí.
Fue entonces cuando sus padres les sermonearon con las malvadas creencias que les habían adoctrinado. Skye lloró y trató de correr tras ellos, pero sus padres eran jaguares adultos y ella solo una cría. Vaughn la siguió, esperó hasta que Skye estuvo demasiado exhausta para seguir corriendo y luego buscó un lugar para ocultarse.
—Oh, Vaughn.
—Murió en mis brazos cinco días después. —Se le había roto el corazón hasta el punto de que no había estado seguro de que llegara a recuperarse—. Le di sepultura en una cueva. —Donde la lluvia no volvería a mojarla y jamás tuviera frío de nuevo—. Después decidí seguir caminando. Quería alcanzar a mis padres para poder matarlos.
—?Cómo lo conseguiste? —preguntó con voz queda, sin entrar a juzgar su necesidad de vengarse.
—No lo hice. Me derrumbé dos días después. —Pero incluso estando exhausto, quebrado y perdido había sido presa de la cólera más visceral—. Lo que no sabía era que me había adentrado sin querer en territorio de los DarkRiver. —Si sus padres no les hubieran dejado en las entra?as del bosque, Skye también habría sobrevivido.
?Un centinela me encontró al cabo de unas horas. Una vez que pude hablar, me preguntaron qué había ocurrido y estuvieron dispuestos a derramar sangre por mí. Pero no fue necesario. Mis padres ya estaban muertos para entonces.
Sintió la conmoción de Faith por la brusquedad con que sacudió la cabeza.
—?Qué?
—Mi madre intentó regresar a por nosotros. —Saber aquello le proporcionaba cierta sensación de paz, la sensación de que existía un dios mejor—. Mi padre estaba empe?ado en impedírselo. Dos jaguares adultos luchando en forma animal pueden provocarse graves heridas… él mató a mi madre y luego se suicidó.
Faith se levantó y Vaughn retiró la mano de su cabello.
—Lo siento. —Se acercó a él y le tocó la mejilla en una caricia que duró apenas un segundo.
Sin embargo, Vaughn sabía cuánto debía de haberle costado después del ataque que había sufrido antes.
—Fue mejor así. De haber vivido, habría sido yo quien los hubiera matado. —Y eso le habría destruido sin la menor esperanza de redención—. El clan de los DarkRiver alertó sobre la secta a la policía, que hizo una redada y la desmanteló. Debido a que entre las víctimas había humanos que se oponían a la pena de muerte, fueron encarcelados en lugar de ser juzgados según las leyes de los cambiantes.
Sangre por sangre, carne por carne, vida por vida. El juicio le había dejado sin nada contra lo que dirigir su ira, su rabia.
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