La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(55)
—Debería haberte dado una descarga más potente. —Cruzó los brazos sobre el pecho.
Vaughn se puso en marcha.
—Sascha nunca ha mencionado ese tipo de habilidad. ?Pertenece a una designación diferente?
—?Por qué iba a contártelo? Tú no me cuentas tus secretos.
—Estás conectada a la red. —Un hecho manifiesto—. Cualquier cosa que te cuente puede filtrarse, y tú ni siquiera lo sabrías.
—Tienes razón —dijo bajando la voz—. Estoy sometida a vigilancia constante y ayer…
—?Ayer? ?Qué sucedió ayer?
Vaughn prácticamente oyó que ella cerraba la boca de golpe.
—No soy tu espía, Vaughn. Búscate a otro si quieres una marioneta.
La declaración de Faith carecía de cualquier emoción que pudiera haber hecho que él la excusara, un desagradable recordatorio de que la mujer que tenía a su lado era una psi cardinal. Uno de los enemigos.
—Fuiste tú quien acudió a nosotros —dijo apretando los dientes—. Tú, quien vino a nosotros porque no podías confiar en nadie de tu maravilloso universo… ellos te habrían abandonado a tu suerte. Los DarkRiver no somos una organización benéfica para acoger a los psi perdidos. —Irritado por sus palabras, Vaughn pisó el acelerador—. Pedir que nos des algo a cambio por nuestra ayuda es lo justo. Ya sabes cómo funciona el mundo de los negocios, ?verdad?
Vaughn supo que debería de haber controlado su genio en cuanto las palabras salieron de su boca. Raras veces perdía los estribos, pero cuando lo hacía, tendía a ser brutal. El sufrimiento de Faith era más doloroso por estar oculto bajo la frágil armadura del Silencio psi, pero él podía sentirlo en lo más profundo de su masculinidad.
—Lo siento, pelirroja. Ha estado fuera de lugar.
—?Por qué? Solo has dicho la pura verdad. —Su voz era tan gélida que Vaughn esperaba ver cómo se formaban carámbanos de hielo en el aire.
Algo en él se relajó. No le importaba la ira de Faith; era la máscara sin emociones lo que odiaba.
—Claro, pero no lo he dicho por eso.
—No lo entiendo. —Ni el menor rastro de curiosidad, tan solo una absoluta calma psi.
—Lo he dicho porque me has cabreado. —Viró hacia un camino arbolado y la miró, sentada completamente inmóvil a su lado—. No tenemos inconveniente en aceptar la información que nos des; seríamos estúpidos si no recabásemos tanta como nos fuera posible mientras sigas conectada a la red… pero no lo hacemos a tus espaldas, así que no nos acuses de eso.
Faith no sabía cómo responder. Durante veinticuatro a?os había vivido en un mundo que operaba bajo principios diferentes. Nada se decía de forma directa y sin el más mínimo asomo de subterfugio. La visita de Shoshanna Scott era un claro ejemplo: la consejera había hecho un sinfín de alusiones e insinuaciones, sin decir lo que quería de ella con toda franqueza, aunque Faith parecía saberlo bien. Lo que no entendía era por qué.
Era casi una compulsión para ella hablar del tema con Vaughn, pero no podía hacerlo. Aún no. Si rechazaba al Consejo en favor de los felinos, a pesar de su falta de conocimientos concluyentes, en cierto modo estaba renunciando a la lealtad hacia la raza psi. Y era su raza. Ellos comprendían lo que era, lo que podía hacer y el precio que pagaba por ello. Era respetada, más que eso. Si la visita de Shoshanna era un indicio, podría llegar aún más alto, más de lo que ningún otro miembro de su clan psi había conseguido llegar.
Si hacía lo que Vaughn quería y se desconectaba innecesariamente de la red, ?en qué se convertiría? En nada. En una psi rota, sin raza ni familia. Había leído lo suficiente como para saber que su habilidad innata no siempre era respetada en el mundo de los cambiantes y los humanos. Muchos se burlaban de la clarividencia. Había quienes llegaban a tildar de fraude a toda su designación.
Desde luego, nada de eso tendría importancia si sus habilidades continuaban dirigiéndose en picado hacia el caos. Tenía que hallar un modo de controlar las visiones oscuras, aun cuando no pudiera bloquearlas. Los dedos de Vaughn le rozaron la mejilla y fue incapaz de reprimir una reacción refleja.
—?Sí?
—Hemos llegado.
Cuando él le quitó la venda, la persistente sensación de su contacto amenazó con minar la resolución de su reciente decisión de recuperar el dominio sobre su cuerpo y su mente. Sabía que era arriesgado sentir algo, que las emociones podrían empujarla al abismo, pero eso no sirvió para mitigar la tentación de establecer una relación con Vaughn a todos los niveles: físico, mental y emocional. Porque sabía que si lograba controlar el lado oscuro de sus dotes y retomar su vida normal, viviría el resto de sus días sin un jaguar al que le gustaban los juegos de carácter sensual, que la empujaba a enfrentarse a sus temores y que, simple y llanamente, hacía que se sintiese viva.
Dejando la venda sobre el salpicadero, salió del coche y cerró la puerta. Vaughn ya estaba en el porche iluminado hablando con Sascha. Faith no veía a Lucas, pero supuso que él andaba cerca; el alfa le había parecido extremadamente protector con su compa?era. Eso le llevó a especular si el Consejo se había conformado solo con establecer una simple prohibición de contactar y relacionarse con Sascha Duncan.
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