La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(33)



—Yo cumplo mis promesas, pelirroja. —La asió de la nuca—. Hasta puede que te haga una visita antes. No queremos que se eche a perder todo lo que hemos avanzado hasta ahora, ?verdad?

—?Avanzado?

Vaughn le acarició la piel con el pulgar.

—Me gusta sentir tu tacto bajo los dedos.

—No vengas, Vaughn. Si te cogen, te harán da?o.

Su bestia interior percibió algo en su voz que le agradó.

—Nunca me pillan, cielo. Si soy capaz de infiltrarme en la guarida de los SnowDancer sin que se enteren, esto no es más que un juego de ni?os para mí.

—Hay guardias psi capaces de peinar el área en busca de signos vitales.

—Estos bosques son territorio de los cambiantes… tienen que saber que no vamos a quitarles el ojo de encima. No te preocupes por mí. Soy mayorcito. —Pero estaba encantado con su preocupación, pues tenía la certeza de que era eso lo que había olfateado en el aire.

—Lo que sucede es que no deseo echar a perder mi próximo encuentro con Sascha. Si te atrapan, me pondrán bajo exhaustiva vigilancia.

Faith tenía la piel suave, pero estaba rígida como un sable. Cuando le rozó la mejilla con los labios, Faith ahogó un grito y se apartó.

—Vete, pelirroja. Los guardias están a una distancia óptima.

Faith corrió rápidamente hasta la valla y la escaló con fluida gracia femenina. Oh, sí, no tenía la menor duda de que haría que en la cama las cosas resultasen muy interesantes. Y tenía toda la intención de comprobarlo. El sabor de Faith en sus labios era lo más embriagador que jamás había probado.

Ella aterrizó al otro lado y volvió la vista como si le estuviera buscando. Vaughn dejó que sus ojos centelleasen en el oscuro bosque y supo el momento preciso en que ella le divisó. Entonces desapareció, oculta tras las verjas del mundo psi.

Menos mal que a los gatos se les daba de maravilla escalar.

Temprano, a la ma?ana siguiente, Faith apuntaló los escudos que la protegían de la vasta inmensidad de la PsiNet y salió de su dormitorio. Tal y como había esperado, escuchó el incesante pitido de una llamada entrante. Los psi-m estaban comprobando su estado antes de que su período de descanso de tres días se hubiera cumplido oficialmente. Si no respondía, era más que probable que lo tomaran como una excusa para entrar en su casa.

En el pasado, aquello la había tranquilizado; si una visión se torcía, estarían allí para recoger los pedazos. Pero ese día, la ausencia de privacidad, la falta de capacidad para llevar una vida real, hacía que… No tenía palabras para describir su reacción. Ninguna que no manifestara un sentimiento, la única cosa que no podía aceptar.

Presionó la tecla de respuesta en el teclado táctil.

—?Sí?

El rostro sereno de uno de los ayudantes de Xi Yun apareció en la pantalla.

—No ha respondido a las dos llamadas previas. Deseábamos cerciorarnos de que estaba consciente y racional.

?Porque los psi-c tenían por costumbre volverse irracionales y perder la cabeza.?

Faith se dio cuenta de que los psi-m siempre recalcaban aquello de forma sutil, nunca dejaban que olvidase la amenaza que se cernía sobre su cabeza.

?Si le repites algo a un ni?o con bastante frecuencia acabará por creerlo.?

Las palabras de Sascha resonaron suavemente en su cabeza negándose a dejar que regresara al estado de aislamiento y conformidad en que había vivido antes de saltar aquella verja… y de toparse de frente con el depredador más peligroso que podía imaginar.

—Aunque acepto su necesidad de garantizar mi seguridad, di aviso de que no estaría disponible durante tres días. Ese período no termina hasta esta noche. ?Es eso tan difícil de entender? —Su voz era fría; un cuchillo forjado en la fragua de la soledad—. ?O quiere que haga que le trasladen y sustituyan por alguien que entienda lo que digo? —Nunca antes había lanzado un ultimátum semejante, pero aquello innombrable que estaba despertando en su interior no podía quedarse callado ante esa última amenaza a su independencia.

El psi-m parpadeó.

—Mis disculpas, clarividente. No volveré a cometer este error.

él también había tomado nota de su inusual comportamiento y lo había apuntado para un chequeo físico completo. Faith apagó el panel de comunicación sin mediar palabra, consciente de que acababa de hacerse un flaco favor. Ahora los únicos lugares donde estaría a salvo de ser vigilada serían sus zonas privadas, y ni siquiera estaba segura de eso. Habría sido mucho más lógico haber mantenido la boca cerrada.

?O no?

Se quedó inmóvil y reflexionó acerca de su comportamiento. Era una psi-c de veinticuatro a?os cuyos vaticinios rayaban la absoluta precisión. Valía billones, y no millones como había supuesto Sascha. Y sabía que su fortaleza psíquica le reportaba inmunidad para un montón de cosas que, de lo contrario, podrían suponer un problema.

Como ser internada en el Centro y que le borrasen la mente durante el proceso de ?rehabilitación?.

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