La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(38)



—No puedes entrar desnudo en el dormitorio de una mujer. —Ese no era un comportamiento aceptable en ninguna raza.

—Estaba vestido cuando entré… con mi pelaje. —Vaughn era todo ojos dorados y resplandeciente piel, un hombre tan hermoso que se maravilló de que una criatura así existiera en el mismo mundo que ella—. Puedo transformarme si lo prefieres.

Le había lanzado un desafío.

—Vale. —No estaba dispuesta a dejar que pensara que podía hacer siempre lo que quisiera.

—?Estás segura de que quieres a un jaguar en tu cuarto?

—Me parece que ya tengo uno.

Pero algo en su interior deseaba ver la metamorfosis, ese mismo algo que sabía que Vaughn era hermoso a pesar de que no debería haber tenido la capacidad para reconocer la belleza masculina.

—No te muevas, pelirroja.

El mundo se convirtió en un resplandeciente arco iris a su alrededor. Faith se quedó paralizada ante tan inesperada visión. Había imaginado que el cambio resultaría doloroso para él y, en realidad, no había esperado que lo hiciera. Pero aquello no parecía doloroso, tan solo grandioso.

Un instante después, el resplandor se había desvanecido y Faith se encontró tendida al lado de un jaguar con unos dientes muy afilados y unos ojos iguales a los del hombre que había ocupado el espacio momentos antes. Faith notó que se le formaba un nudo en la garganta. Era una psi… no sentía miedo. Pero resultaba práctico estar alerta con algo tan letal a su lado.

El jaguar abrió sus fauces y profirió un gru?ido casi imperceptible.

—?Era una pregunta? —aventuró—. Porque desconozco el idioma de los jaguares.

El animal agachó la cabeza y le acarició el cuello con el hocico. El corazón de Faith amenazó con atravesarle la piel y salírsele del pecho.

—Soy más fuerte que esto —susurró, y se obligó a levantar una mano y a rodear la cabeza del jaguar hasta que sus dedos se cerraron sobre la piel de cuello. Aunque tiró de él, este se negó a moverse. Volvió a tirar con más fuerza y un gru?ido reverberó en sus huesos.

—Para, Vaughn.

Sin previo aviso, el pelaje desapareció de debajo de sus manos, la increíble suavidad se convirtió en chispas con los colores del arco iris y acabó con un hombre desnudo encima de ella. La mano de Faith asía ahora ambarinos mechones de cabello.

—Así que, ?tocas al gato, pero no al hombre?

—Intentaba que te apartaras. —No le soltó el pelo, pues descubrió que no podía hacerlo. El olor de Vaughn impregnaba el aire, su piel dorada estaba tan cerca como para poder tocarla y en sus labios se dibujaba una sonrisa puramente felina.

—?Dónde te gustaría que me pusiera, cielito?

Faith sabía que había utilizado aquel diminutivo a propósito.

—Lejos de mí.

—?Estás segura? —Su sonrisa adquirió un matiz pícaro—. Si me muevo podrías ver más de lo que te gustaría.

—Sé que este tipo de comportamiento es inaceptable entre los leopardos. —Técnicamente hablando, no tenía conocimiento de nada semejante. Simplemente le parecía algo que tenía que ser verdad—. ?Te gustaría que un hombre desconocido entrara en el dormitorio de tu hermana de esta forma?

Toda diversión se borró súbitamente del rostro del centinela. Se quedó inmóvil, tan quieto que daba la impresión de que estuviera hecho de piedra. La parte de Faith que había estado deleitándose con el considerable estímulo intelectual que le provocaba azuzarle con su ingenio quedó en silencio, consciente de que había despertado algo peligroso.

—Suéltame el pelo, Faith. Y cierra los ojos. Cuando vuelvas a abrirlos, me habré ido.

Faith había pasado los últimos minutos intentando convencerle para que se marchara, y ahora que había accedido, resultaba que no quería que se fuera. Por primera vez estaba con alguien que había ido a verla. A ella. No a Faith NightStar la psi-c, sino a Faith la persona que era aparte de su don.

—Lo siento —dijo dubitativa. No sabía cómo relacionarse con los cambiantes, tan solo comprendía que le había hecho da?o. Parte de su adiestramiento había sido aprender a reconocer las emociones a fin de desterrarlas. Por eso lo sabía. No tenía nada que ver con aquella extra?a sensación próxima a su corazón—. Lamento si te he ofendido. Solo pretendía… jugar.

Aquella última palabra pilló completamente por sorpresa a Vaughn. Sus músculos se relajaron sin que los controlase de forma consciente.

—?Has cambiado de idea, pelirroja?

—No estoy segura. —Le soltó el pelo, pero luego comenzó a acariciarlo—. No he experimentado nada como tú. Las reglas no contemplan situaciones como esta.

—?Reglas?

—Las reglas del Silencio. —Sus dedos rozaron la piel de los hombros de Vaughn. Faith los retiró como si se hubiera escaldado, y la mano cayó sobre la almohada—. ?Por qué te ha ofendido mi pregunta?

Vaughn no hablaba con nadie acerca de su pasado, pero se sorprendió respondiéndole a Faith… era casi como una compulsión contra la que ni hombre ni bestia podían luchar.

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