La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(39)
—Mi hermana murió cuando tenía diez a?os.
A los siete a?os, Skye había sido tan frágil, tan débil que no había podido sobrevivir en su forma de jaguar. Vaughn le llevó comida, le dio cuanto tenía, pero Skye se había rendido en cuanto se percató de que sus padres no iban a regresar a por ellos. Fue como si su alma se hubiera marchado y nada de lo que él había hecho la hubiera tentado a que regresara. Dejó de comer, dejó de beber y no pasó mucho tiempo hasta que dejó de respirar.
Vaughn casi había muerto con ella, porque Skye había vivido en su corazón como nadie más lo había hecho. La peque?a le había seguido a todas partes desde que aprendió a caminar, como un torbellino de actividad y energía constantes. Odiaba a sus padres de un modo visceral, pero no por haberle abandonado a él. No, los odiaba por haberle roto el corazón a Skye.
—No soy capaz de entender lo que ella significaba para ti —dijo Faith, su voz traslucía una dulzura que jamás habría esperado de un psi—, pero puedo imaginarlo. Lloras su muerte.
—?Lloras tú la muerte de Marine?
El brillo titilante de sus ojos se apagó hasta que no fueron más que pálidos ecos en contraste con la oscuridad.
—Los psi no lloramos la muerte de nadie. Hacerlo requiere sentimientos.
—Y tú no los tienes.
—No.
—?Estás segura?
Vaughn inclinó la cabeza y le mordió el lóbulo de la oreja con sus afilados dientes, sofocando el grito de Faith con la palma de la mano.
—?Qué estás haciendo? —susurró al tiempo que le apartaba la mano.
—Tu cuerpo puede sentir, Faith. Tu cuerpo tiene anhelos —le dijo al oído—. El cuerpo y la mente no pueden estar tan desconectados. ?O sí?
Faith no respondió, pero Vaughn escuchó el acelerado palpitar de su corazón y supo que la había presionado demasiado. Sin embargo no era suficiente. Faith tenía que ir más allá, tenía que comprender más. Era fundamental. El jaguar sabía por qué, aunque el hombre no estuviera listo para escucharlo.
—Y la respuesta a tu pregunta es que si hubiera encontrado a un desconocido desnudo en el dormitorio de mi hermana lo habría despedazado. —Sus labios trazaron un sendero a lo largo del cuello de Faith y saborearon la agitación de su pulso antes de levantar la cabeza para mirarla a la cara—. Haré lo mismo con cualquier otro hombre que encuentre en tu cama.
Faith pesta?eó y cuando abrió los ojos de nuevo, Vaughn era una sombra saliendo por el tragaluz. Pero nada podía borrar su olor de las sábanas, de su piel. La sensación de sus labios en la zona del cuello, que tan sensitiva era de pronto, le hizo apretar los pu?os en un esfuerzo por recobrar un control que parecía haberse esfumado. ?Cómo podía tener ese efecto en ella? ?Cómo?
Su fuerza radicaba en el Silencio, en contener sus emociones con pu?o de hierro. Si prescindía de eso, ?qué otras sensaciones podría provocarle el jaguar? Su cerebro se sublevó insistiendo en mostrarle imágenes del rostro sin labios y los ojos irracionales de su tía. Un recordatorio de lo más rotundo; tenía que recuperar el control de su mente disfuncional o las visiones se apoderarían de ella, tal y como amenazaban con hacer incluso en esos momentos. La forma lógica de actuar sería acudir a los psi-m, reconocer que su condicionamiento se estaba desintegrando y pedir que la sometieran de nuevo a adiestramiento.
Pero ?le darían ellos lo que deseaba o lo utilizarían como excusa para meterla en algún lugar ?seguro?, un sitio en el que pudiera realizar predicciones sin los inconvenientes que les estaba causando al solicitar el poder gozar de unos momentos de intimidad?
Daba igual lo que hicieran los psi-m, porque no iba a acudir a ellos. Iba a tomar una decisión imposible; iba a actuar de un modo que podría dejarla expuesta por completo a la misma locura de la que deseaba escapar. Aquella parte extra?a y desconocida que estaba cobrando vida en su interior no quería dejar de sentirse fascinada por el jaguar que la tocaba como si le perteneciera, como si ella hubiera accedido a todas sus demandas.
?Cuidado, Faith —le dijo un susurro mudo—. él no se detendrá cuando se lo pidas.? Porque él no era psi, no era alguien que fuera a cumplir todas sus órdenes, no era un hombre que acatara ninguna orden que no quisiera acatar. Y, pese a todo, Faith no iba a mantener las distancias.
?Qué mejor prueba que esa de su acelerado deterioro?
Vaughn llegó a su guarida en lo profundo del bosque, al este de la casa colgada de Lucas, y subió los escalones naturales que conducían a la auténtica entrada. A su hogar se accedía a través de un laberíntico sistema de cuevas que hacía las veces de perímetro defensivo. La vivienda se encontraba en las mismísimas entra?as, bien iluminada durante el día mediante un ingenioso sistema de diversos conductos naturales de ventilación y sencillos espejos.
Desde lo alto, su guarida parecía ser una simple colina en peligro de ser devorada por el bosque. Hasta la fecha nadie se había tropezado con ella, ni de forma accidental ni a propósito. Tan solo sus amigos más íntimos sabían dónde vivía y cómo sortear las trampas que plagaban las cuevas exteriores. Aquellos que no lo sabían… bueno, los jaguares no eran famosos por su amabilidad.
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