La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(28)



—No he dicho que me guste cocinar. Pero sé hacerlo si la situación lo requiere.

—?Qué me decías sobre los psi?

—Que vuestra mezcla racial sería más digna de admiración si fuera mediante el contacto físico. En vez de eso, todo se hace a nivel genético. A menos que tus padres tuvieran un grave ataque de lujuria y te engendraran por placer…

Observó la concentración con la que Faith realizaba una tarea tan sencilla como cocinar y lo encontró extra?amente excitante. Tenía la sensación de que Faith lo haría todo con la misma dedicación.

—Sabes que los psi no sentimos ni lujuria ni placer. —Retiró el beicon y lo dejó a un lado.

Vaughn le acarició de nuevo la mejilla.

—Si tu cuerpo es capaz de experimentar sensaciones, siempre cabe la posibilidad de que la lujuria sea una de ellas.

Lucas contempló a Sascha pasearse por el dormitorio y disfrutó de la vista. No estaba desnuda, pero era igualmente deliciosa… su pragmática psi se había enamorado locamente de la lencería femenina de encaje en los meses posteriores a su desconexión de la red.

—No puedo creer que me convencieras para que dejase a Faith con Vaughn. —Se plantó las manos en las caderas, apenas cubiertas por un níveo picardías blanco y le fulminó con la mirada—. Anoche se comportó de un modo completamente irracional.

—Todos somos irracionales, cari?o. —Se preguntó si Sascha había vuelto a ponerse las braguitas—. Ven aquí.

—Son las seis de la ma?ana. Deberíamos ponernos en marcha y comprobar si Vaughn ha conseguido evitar volverla loca durante la noche.

—Creía que te gustaba Vaughn.

—Me gusta, pero es demasiado para Faith… para el caso, podríamos haberla dejado con un tigre rabioso.

—Vaughn se ofendería si te oyera decir eso. —Le encantaba discutir con su compa?era, disfrutar viendo el fuego que se encendía en aquellos ojos que, en otro tiempo, solo denotaban la gélida frialdad típica de los psi.

—Hablo en serio, Lucas. —Finalmente se subió a gatas a la cama y se puso a su lado—. Estoy preocupada por Faith.

—Vaughn no le hará da?o.

—No a propósito. —Le puso la mano sobre el pecho—. Pero él no sabe a lo que se enfrenta. Los cambiantes creéis que el contacto físico siempre es algo bueno, pero no es así, no para alguien como Faith. Le he estado dando vueltas y creo que podría quebrarse bajo la presión.

Lucas frunció el ce?o.

—?Tan débil es?

—No. —Sascha hizo presión con la mano al ponerse de rodillas—. Pero ha vivido aislada toda la vida. ?Qué crees que pasará si de repente la expones al mundo?

—Mierda. —Lucas se incorporó—. Vamos.

El alfa confiaba en Vaughn de forma implícita, pero Sascha tenía razón: el jaguar había estado actuando de un modo inusualmente agresivo desde que había encontrado a Faith. Podría empujar a la psi pelirroja al abismo sin ser consciente de ello.

Faith estaba sentada en su dormitorio vestida con ropa de calle. Comer con Vaughn había sido toda una aventura. él no había vuelto a tocarla después de que le amenazara con marcharse a media comida, pero sabía que tal promesa había prescrito en cuanto terminaron el desayuno. Si salía de aquella habitación, él empezaría a presionarla de nuevo.

Lo extra?o era que no deseaba quedarse dentro de esa habitación hasta que Sascha llegara. Lo que Vaughn estaba haciendo ponía en peligro su cordura, pero también la… estimulaba. Por primera vez en su vida se sentía viva, y no solo a nivel psíquico. Su cuerpo siempre le había parecido algo que no era del todo suyo, pero ahora tenía la certeza de que formaba parte de ella: Vaughn ponía a prueba todos y cada uno de sus sentidos al máximo.

Y hacía que la oscuridad se marchara.

Se levantó y se frotó los muslos con las palmas. No había una razón lógica para salir por aquella puerta, pero Faith decidió que ese día la lógica no iba a serle de ayuda. Se encontraba en territorio de los cambiantes, territorio de depredadores. Se regían por leyes diferentes.

Vaughn no la estaba esperando en el pasillo tal y como en parte había esperado. Ni tampoco estaba en el salón. Imaginando que podría haber salido, fue al porche y se sentó en un sillón de columpio en el que no se había fijado la noche anterior. El vaivén del sillón resultaba sedante, pero el no poder ver a Vaughn hizo que fuera incapaz de relajarse.

Escuchó el ruido de garras raspando madera.

Se quedó inmóvil cuando un gran jaguar rodeó la esquina y se acercó sigilosamente hacia ella. Los ojos que la observaban desde aquella cara salvaje y feroz le eran familiares, pero no menos peligrosos. El animal pasó por su lado rozándole las piernas con su pesado y tibio cuerpo.

La sensación era indescriptible.

Su mente se colapsó mientras trataba de procesar la nueva sensación. La caricia de aquel pelaje sobre la ropa, el intenso calor no humano, la absoluta belleza de la criatura que tenía a su lado. Una parte de ella deseaba extender el brazo para tocarla, la parte que había vivido dentro de unos muros tan gruesos que no había estado cerca de otra presencia viva. Pero otra parte deseaba huir. Porque aquel depredador tenía unos dientes muy afilados y no había decidido si ella era amiga o enemiga.

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