La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(25)
Cuando regresó, ella había comenzado a respirar agitadamente. Vaughn se detuvo nada más entrar.
—Huelo a miedo, pelirroja.
Faith se levantó de la cama y fue a por la toalla. Ni siquiera podía permitirse el lujo de pensar que se acercaba a él porque hacía que se sintiera segura.
—Te lo estás imaginando.
Ella tiró de la toalla, pero Vaughn no la soltó.
—Soy un gato. No cometo ese tipo de errores. Vamos.
Sabiendo que debería discutir, pero sin ganas de hacerlo, le siguió cuando la condujo fuera del dormitorio. Al ver que él no encendía ni una sola luz, Faith se percató de que se debía a que podía ver perfectamente en la oscuridad. Dado que ella no podía, abrió la mente y encendió la luz de la cocina cuando entraron.
Vaughn se quedó paralizado.
—?Telequinesia?
—Una pizca. —En realidad, su potencia tq era prácticamente nula, pero no le pareció inteligente reconocerlo.
—?Algunas otras ?pizcas? que yo deba saber? —La taladró con la mirada.
Faith se encogió de hombros.
—?Qué estás haciendo?
—Poner en marcha la cafetera antes de dedicarme a hacerte de ni?era. —Abrió un bote que se encontraba sobre la encimera que ocupaba la pared del fondo.
Faith se sintió como si la hubiera abofeteado.
—Dame la toalla. No necesito ni?era.
Vaughn la ignoró mientras terminaba de poner la cafetera.
—Estaba bromeando. Que no se te alborote el pelaje. —Se?aló hacia el fondo del pasillo—. Ve a darte esa ducha y yo me sentaré fuera a esperarte.
Faith cogió la toalla que él le ofrecía.
—Estoy bien. —No sabía qué le había llevado a decir una mentira tan flagrante. Ella nunca mentía; no tenía motivos para hacerlo—. Y yo no tengo pelaje. —Pero, por alguna extra?a razón, se imaginó lo que sería acariciar aquella piel negra y dorada que había atisbado la primera vez que él le siguió los pasos.
—Pídemelo amablemente y puede que te deje hacerlo.
Ese hombre le había leído la mente por segunda vez.
—?Tienes poderes telepáticos?
Vaughn la empujó suavemente en dirección al cuarto de ba?o.
—No, lo que sucede es que mientes fatal. Tus ojos lo dicen todo. Además, sé cuándo una mujer está pensando en acariciarme.
—No estaba pensando en acariciarte. —Le precedió por el pasillo—. Estaba pensando en tu pelaje.
Notó un calor a la espalda y escuchó un ronco susurro al oído.
—Déjame que te acaricie y yo dejaré que me acaricies a mí… tu piel me tiene fascinado.
Faith no tenía ni idea de cómo lidiar con él, de modo que abrió la puerta del ba?o y entró.
—No tardaré.
Sus ojos se demoraron sobre ella y Faith fue consciente de que la camiseta se le pegaba al cuerpo, resaltando toda su figura, desde los pechos plenos hasta la curva de la cadera.
—Tómate tu tiempo.
Faith se preguntó por qué se sentía como si hubiera sido marcada. él no la había tocado y sin embargo… lo había hecho.
Vaughn escuchó el ruido del agua cuando se apoyó contra la pared junto al cuarto de ba?o. Le había dicho que estaría allí mientras se duchaba y eso haría. Y no solo porque había captado el penetrante olor acre del miedo. Algo más inquietante les había acompa?ado en aquel dormitorio impregnado de pesadillas: una tercera presencia que el felino había reconocido como algo que no era natural, que no era bueno.
No había sido capaz de determinar si aquel persistente efluvio pertenecía a un humano, a un cambiante o a un psi, pero se había pegado a Faith como una segunda piel y solo había desaparecido cuando ella encendió la luz de la cocina. Aunque ahora ya no estaba, Vaughn dudaba que fuera la última vez que se encontrara con ello. Era muy posible que Faith fuera una especie de portadora psíquica que proporcionaba un canal para infiltrarse en los DarkRiver.
Sin embargo, el instinto le decía otra cosa. Aquella oscuridad destilaba algo maligno, algo violento y espantoso. Y a pesar de que albergara ciertas dudas acerca de su pelirroja psi, el jaguar no olfateaba nada desagradable en ella. Faith olía a mujer y a calor, tentadora y apetecible.
Fuera lo que fuese que estuviera ocurriendo, tenía el presentimiento de que la propia Faith no era consciente de nada. Incluso era posible que alguien estuviera accediendo a su conciencia a través de su conexión a la mente colectiva de la PsiNet.
Oyó cómo se cerraba el grifo de la ducha y justo entonces se dio cuenta de que no le había dado ninguna prenda para sustituir el pijama sudado. Esperó a que ella se percatase de lo mismo. Faith abrió una rendija al cabo de un minuto.
—Necesito ropa.
Vaughn se giró de medio lado y apoyó el brazo contra la pared.
—No sé. Creo que estarías muy bien sin nada.
Aquellos ojos estrellados le miraron sin parpadear.
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