La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(22)



—No creas todo lo que te han dicho, Faith.

Era la primera vez que Vaughn pronunciaba su nombre y había hecho que sonara interesante, como si fuera algo más que una etiqueta útil por la que llamarla, había hecho que sonase… No sabía cómo describirlo, pero sabía que era algo que nunca hasta entonces había escuchado.

—El Consejo es experto en urdir mentiras para alcanzar sus propios fines.

Se levantó sin previo aviso y se dirigió hacia la puerta, con paso inestable pero resuelto.

—Necesito respirar.

Salió a la noche, se aferró a la barandilla que rodeaba el porche y tomó varias bocanadas de fresco aire nocturno.

No le supuso una sorpresa sentir la tibieza de Vaughn a su lado al cabo de un segundo. El centinela apoyó la espalda contra la barandilla para poder mirarla. Cuando levantó una mano, Faith sacudió la cabeza.

—Por favor, no lo hagas.

Vaughn se detuvo.

—Eres más fuerte de lo que piensas.

—No, no lo soy. Si fuera fuerte me habría enfrentado a esas visiones en lugar de huir de ellas, y mi hermana aún estaría viva. —Ya estaba dicho, la verdad que había estado ocultando desde el instante que su padre le había contado lo sucedido a Marine—. Si fuera fuerte habría entendido qué era lo que estaba viendo. —Faith contempló la oscuridad del bosque, una oscuridad que era un regalo y no una maldición.

?Llevo viendo cosas desde que era ni?a. Cosas buenas y útiles. Veo cuándo el mercado va a subir o a bajar. Veo si un nuevo invento va a cuajar de modo que las empresas puedan invertir dinero desde un principio. Veo si una operación en ciernes tiene el potencial de salir bien. —Sus manos apretaron la madera de la barandilla y tuvo una sensación de caos palpitando en lo más recóndito de su mente, una amenaza desde el interior de su propia psique. Así era como se originaba la locura… con la incapacidad de controlar sus reacciones físicas—. No veo muerte y sangre. No veo asesinatos.

—Los psi-c solían verlo. —La voz de Vaughn fue como un profundo ronroneo que se frotó contra sus entra?as de un modo perturbadoramente íntimo—. Solían ver desastres y asesinatos, dolor y horror.

Faith le miró al fin.

—No es de extra?ar que se volvieran locos.

—Solo algunos.

Pero hoy en día todos los psi-c acababan enfrentándose a dicho destino. Entendía lo que Vaughn intentaba decir, pero no podía aceptarlo. Demasiado, era demasiado.

—Necesito tiempo para asimilarlo todo.

Faith esperaba que él la presionara como había estado haciendo desde que se habían conocido, pero el felino se limitó a asentir.

—Vamos. —Se?aló hacia la puerta—. Sascha te está preparando una cama en uno de los dormitorios.

—?Puedo hacerte una pregunta?

—Hazla.

—Sascha y Lucas… ?Cómo?

No alcanzaba a comprender cómo un psi cardinal podía haber sobrevivido tras haber cortado el enlace con la red, mucho menos haber entrado en el mundo de los cambiantes.

El rostro de Vaughn experimentó un sutil cambio.

—?Ves esto? —Levantó el brazo derecho y ella pudo contemplar por primera vez el tatuaje que tenía en el bíceps. Tres tajos irregulares, semejantes a las marcas que Lucas lucía en la cara—. Soy un centinela. Mi lealtad es para con Sascha y con Lucas. Y tú aún podrías ser una amenaza.

Faith se preguntó por qué eso le provocó una extra?a sensación en el pecho.

—Realmente me matarías si fuera necesario.

—Sí. —Aquellos ojos felinos parecían brillar en la oscuridad—. Así que juega limpio.

—No sé jugar. —No podía recordar haber hecho nunca tal cosa—. Llevo trabajando desde que fui capaz de formar una frase comprensible.





6


La bestia que moraba en Vaughn ara?ó las paredes de su mente deseando oler más de cerca a Faith cuando ella pasó por su lado para entrar en la caba?a. Esta vez ató en corto al felino. El control de Faith pendía de un hilo muy fino y no tenía deseos de presionarla y provocar que esa hebra se partiera.

Porque lo cierto era que no estaba seguro de que pudiera matarla sin vacilar. Y eso le hacía desconfiar. No todos los psi eran dulces y compasivos como Sascha. Algunos eran desalmados asesinos. Los DarkRiver lo sabían demasiado bien; habían perdido a una joven llamada Kylie a manos de un asesino en serie psi hacía menos de un a?o, y sus aliados de sangre, los lobos del clan de los SnowDancer, habían estado a punto de perder a otra.

Brenna, la joven del clan de los SnowDancer que había sido secuestrada y torturada, seguía teniendo heridas muy profundas a pesar de todo cuanto Sascha y las sanadoras había hecho para ayudarla. Vaughn podía imaginar por qué; como uno de los cazadores que había dado caza y ejecutado al asesino, había visto el rostro del mal que había entrado en contacto con la chica y sabía exactamente el tipo de atrocidades que los psi eran capaces de cometer.

Faith podía resultar no ser lo que parecía. Hasta que lo supiera a ciencia cierta, Vaughn tenía que desconfiar de sus reacciones cuando estaba con ella. Aunque era cierto que los psi tenían, por lo general, dificultades para manipular las mentes de los cambiantes, Sascha era la prueba viviente de que no había nada imposible. Y a pesar del entrenamiento que había recibido por parte de la compa?era de su alfa, él no era un psi, en tanto que Faith era una cardinal.

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