La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(26)


—No estás jugando limpio.

—Pillas las cosas rápido, pelirroja. —A través de la rendija de la puerta pudo ver que se cubría con la toalla unos pechos que parecían sorprendentemente generosos teniendo en cuenta su peque?a constitución. La bestia se arrimó sigilosamente a la superficie de su mente.

—Me llamo Faith.

—Hum. —Se movió lo necesario para acariciar con los dedos un sedoso mechón. En aquellos momentos su cabello mojado había adquirido un oscuro tono rojo que le recordaba a la sangre—. ?Tienes una muda en la mochila?

—Una camisa y los pantalones que llevaba puestos.

Ella no protestó porque la estuviera tocando y Vaughn se preguntó si se habría dado cuenta de lo mucho que había avanzado en solo unas horas. Había algo en Faith que ansiaba experimentar sensaciones induciéndola a resistirse al condicionamiento del Silencio. Vaughn estaba complacido, y se debía a que le gustaba tocarla. El gato no veía razón para mentir al respecto.

—Te traeré una camiseta… puedes vestirte más tarde en caso de que decidas acostarte de nuevo. —Había ropa de mujer en los armarios, pero deseaba cubrirla con su olor. Y su bestia interior era lo bastante feroz como para que le importase muy poco por qué deseaba hacerlo. Simplemente lo quería así—. Espera aquí.

Esta vez ella no le pidió que se detuviera, pero Vaughn sintió sus ojos clavados en él mientras recorría el pasillo. Faith no se había movido ni un solo milímetro cuando regresó. Fuera lo que fuese lo que había visto, la había asustado tanto como para derribar su habitual escudo de fría reserva.

—Toma.

—Gracias.

Faith cerró la puerta dejando a Vaughn para que imaginase todo tipo de cosas. Estaba llegando a la parte en que él reemplazaba la camiseta que le había dado con su cuerpo, cuando ella salió.

—He dejado la toalla secándose. —Se remetió el cabello detrás de las orejas.

Vaughn vio que su vieja camiseta le llegaba unos centímetros por encima de la rodilla, cubriéndole más de lo que había previsto.

—Eres bajita.

—?Y ahora te das cuenta?

—?Cuánto mides, uno sesenta?

—Un metro y cincuenta y cinco centímetros para ser exactos.

Era mucho más baja que él, lo que haría que las cosas en la cama resultasen muy interesantes. Se apartó de la pared, sin extra?arse del curso que estaban tomando sus pensamientos, pero perturbado por su contundencia. Los felinos eran animales muy sensuales y Faith era una mujer muy tentadora, menuda pero bien formada. Y esa piel… hacía que desease lamerla de arriba abajo.

—?Por qué me miras de ese modo? —Faith dio un paso atrás y alzó la cabeza.

Ni su tono de voz ni su expresión denotaban emoción alguna. No percibía el olor del deseo. Pero el felino sabía muy bien que ella le encontraba fascinante.

—Sí, hará que las cosas resulten muy interesantes.

No tendría el menor problema para levantarla contra la pared y hundirse en su interior. Con fuerza. Pero quizá lo dejara para más tarde; seguramente su psi agradecería un poco menos de entusiasmo las primeras veces.

—Vaughn, tus ojos son más parecidos a los del jaguar que de costumbre.

él sacudió la cabeza bruscamente y se alejó por el pasillo.

—Creo que el café está listo.

?Qué demonios le estaba haciendo esa psi? Entre los DarkRiver se le conocía por ser distante hasta el punto de resultar frío e inaccesible. La mayoría de las mujeres que habían alcanzado recientemente la madurez se mantenían lejos de él en tanto que se pavoneaban ante otros machos porque sabían que Vaughn no se dejaba guiar por la polla. Al menos no hasta ahora.

Faith le alcanzó.

—?Tienes algún nutriente que pueda tomar?

—?Nutriente? —Frunció el ce?o—. ?Te refieres a comida?

—En caso de que no tengas, llevo algunas barritas energéticas en la mochila.

—Eres peor de lo que era Sascha. —Le puso la mano en la parte baja de la espalda y la instó a caminar hacia la cocina.

Faith se apartó de un brinco, como un gato escaldado.

—Te he dicho que no me toques.

Un gru?ido surgió del fondo de la garganta de Vaughn.

—Hace unos minutos me suplicabas que no me marchara. Decídete, pelirroja.

El centinela era consciente de que el jaguar se dejaba entrever en su voz, haciendo que sonase más ronca de lo que Faith seguramente podría soportar.

—Me encontraba totalmente fuera de control cuando desperté. —Le miró con cauto recelo, pero no retrocedió. Entonces le sorprendió aún más cuando dio un paso hacia él—. Y lo sabes.

El felino gru?ó de nuevo, pero esta vez de satisfacción. Aquella mujer tenía un aspecto frágil pero poseía una fortaleza de hierro.

—?Estás segura de que soy tan lógico?

—No. Pero tampoco eres un animal.

Vaughn se acercó lentamente hasta tenerla arrinconada contra la pared y apoyó los brazos a cada lado de su cuerpo. Solo tenía que levantarla y podría tenerla sexualmente a su merced.

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