La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(24)



Faith contuvo el aliento y meneó la cabeza contra él, como un gatito sacudiéndose el agua. Luego le empujó en el pecho. El demonio podría haber hecho que la retuviera un segundo más, pero era demasiado consciente de que el cuerpo de Faith había tenido un efecto inesperado en el suyo. Vaughn estaba acostumbrado a su sexualidad, a lo que no estaba habituado era a que reaccionara totalmente en contra de sus deseos. Dejando a Faith que se zafara, la vio retroceder hasta que su espalda se topó contra el cabecero de la cama. Los ojos que le miraban estaban abiertos como platos y cuajados de estrellas.

Vaughn esbozó una perezosa sonrisa burlona.

—Así que, ?has vuelto?

Ella asintió, sin quitarle la vista de encima, como si él fuera un enorme animal salvaje que la viera como su postre. Faith no iba demasiado desencaminada. No cabía la menor duda de que al felino le encantaba el olor de esa psi y que el hombre la encontraba perturbadoramente cautivadora.

—Nunca antes había asustado a nadie amenazando con darle un beso —comentó estudiando su rostro en busca de cualquier atisbo que aún perdurase de aquello, fuera lo que fuese, que la había atemorizado lo bastante como para considerarlo a él como algo seguro.

—No siento miedo.

Vaughn la agarró de la camiseta.

—Has perdido el control sobre tus respuestas fisiológicas otra vez, ?eh?

Faith tironeó de la mojada tela para arrebatársela.

—Ni siquiera los psi pueden evitar sudar mientras duermen.

—?Estarás bien?

Faith no quería que se fuese, una reacción nada lógica. Vaughn no podría detener las visiones si estas se empe?aban en aparecer, pero una parte irracional de Faith estaba convencida de que si él se marchaba, la oscuridad regresaría y, esta vez, nada la haría desaparecer.

—Por supuesto.

—Pues no lo parece. —Vaughn la miró ce?udo y alargó la mano para retirarle el pelo de la cara—. ?Quieres darte una ducha?

El roce de su mano hizo que todas sus terminaciones nerviosas hormigueasen, pero se mantuvo firme. Podía sobrellevarlo. Eso era lo que la había sacado de la visión, y aprendería a aguantar cualquier cosa que le ayudase a mantener a raya a la oscuridad.

—Sí. ?Despertaré a Sascha y a Lucas?

—No están aquí.

—?Estamos solos?

Faith se sintió de repente vulnerable, de un modo tan visceral y femenino que fue una sensación completamente nueva para ella.

—?No creerías que iba a permitir que nuestro alfa y su compa?era permanecieran en un lugar que una psi cardinal conociera? —replicó—. Puede que te vendásemos los ojos, pero los psi tenéis otras formas de saber las cosas.

—Pensaste que conduciría a otros hasta aquí.

—Era una posibilidad.

Faith no sabía qué decir, no había esperado que Sascha la abandonase de esa forma. Una suposición que, si lo pensaba con detenimiento, no estaba basada en hechos.

—Sascha no quería marcharse —dijo Vaughn, y la sorpresa estuvo a punto de hacerla reaccionar de un modo manifiestamente físico—. Pero no íbamos a consentir que los dictados de su corazón la pusieran en peligro.

—?Su corazón?

—Es una psi-e.

Faith ojeó su archivo mental.

—No existe una designación ?e?.

—Date una ducha y te contaré otra de las cosas que el Consejo te ha estado ocultando. Son casi las cinco… ?quieres un café?

—De acuerdo.

Faith era consciente de que había extra?as lagunas en sus conocimientos y que el sabor del café era una de ellas. Sabía lo que era, por supuesto. Nadie que leyera tanto como ella podría no conocerlo, pero en realidad nunca lo había probado.

Vaughn se levantó de la cama y ella siguió con los ojos el movimiento de aquel cuerpo que era puro músculo y fuerza masculina. Estaba perfectamente proporcionado, bellamente formado. Tenía una musculatura bien definida y su piel rebosaba vitalidad, algo que Faith encontraba… ?interesante?, pensó con desesperación cuando su propia mente intentó utilizar otra palabra.

—?He aprobado el examen?

Faith se encontró con aquellos ojos que brillaban tenuemente en la oscuridad y vio algo en ellos que ahora reconocía como diversión. Su respuesta surgió de una parte de ella cuya existencia desconocía hasta el momento.

—Pareces estar sano, pero tendría que diseccionarte para emitir un dictamen certero.

Para su sorpresa, Vaughn esbozó una sonrisa.

—Así que sí sabes jugar después de todo.

Faith quiso discutírselo, pero él se disponía ya a abandonar el dormitorio.

—?Espera! —exclamó sin pensar.

Vaughn se dio media vuelta.

—?Qué sucede?

Ahora que él se había detenido, Faith no podía decirlo. ?Y si Vaughn se marchaba y la oscuridad la encontraba de nuevo?

—La ducha… ?Dónde puedo encontrar una toalla?

—Espera. —Y Vaughn salió del cuarto.

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