La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(103)



Sascha supo quiénes eran esas cinco personas nada más verlas; Nikita le había contado los detalles del caso.

—La familia Lauren —susurró.

Nunca supo las edades de los cinco psi que habían desaparecido en territorio SnowDancer, nunca esperó que hubiera ni?os entre ellos, porque ni siquiera después de todo cuanto había averiguado había estado dispuesta a admitir que su propia gente sería tan canalla como para volverle la espalda a las criaturas más inocentes.

Los dos mayores eran varones, uno con el cabello rubio oscuro, el otro con el cabello del intenso color del chocolate. Ambos con ojos normales. El hombre rubio parecía rondar los cuarenta, pero el otro estaba más próximo en edad a Sascha.

También había una adolescente de pelo rojo oscuro y los ojos de una psi cardinal.

Estaba sentada de forma protectora junto a un muchacho que tenía los mismos ojos y tipo de pelo. Por último, había una ni?a de unos diez a?os sentada entre los dos hombres.

Tenía la melena de un tono rubio rojizo y la esencia de un poderoso psi.

Tenía los ojos verde claro.

—?Cómo es posible?

?Cómo habían sobrevivido a la desconexión de la red? ?Cómo habían sobrevivido?

—No somos asesinos desalmados, Sascha. —La voz de Hawke era puro hielo—. No como los psi.

El alfa se sentó y Sascha dejó que Lucas la instara a tomar también asiento.

La muchacha adolescente levantó la cabeza y Sascha podría haber jurado que sintió su mal genio.

—Estás generalizando de nuevo. Eso es lo mismo que decir que todos los lobos sois unos sádicos.

En lugar de enfurecerse, Hawke pareció relajarse levemente.

—Sascha Duncan, te presento a Sienna Lauren. El que está a su lado es su hermano, Toby.

Luego se?aló hacia los otros dos varones. El rubio se puso en pie, tan erguido como un soldado.

—Soy Walker Lauren. Sienna y Toby son hijos de mi difunta hermana. Esta es mi hija, Marlee. —Se?aló con la cabeza a la ni?a sentada a su lado. Una peque?a manita se asió a la del hombre.

—Yo soy Judd Lauren —dijo el moreno después de que el otro se sentara—. El hermano de Walker.

—No lo entiendo. —Sascha apenas podía pensar debido a la avalancha de preguntas que se agolpaban en su cabeza—. En la red figuráis como fallecidos.

Y la MentalNet no cometía errores.

—Por lo que respecta a la red, lo estamos —respondió Walker.

A pesar de que había aceptado el contacto de Marlee, Sascha no podía percibir nada en aquel hombre. Nada. Lo mismo ocurría con Judd Lauren. Los dos menores, Marlee y Toby, desprendían emociones, pero Sienna era más difícil de percibir.

—?Todos vosotros sois psi-e?

Sienna sacudió la cabeza.

—?Qué es un psi-e?

Walker le lanzó una mirada severa.

—Sienna.

La adolescente se apoyó contra el respaldo de la silla y cerró la boca. Sascha sabía que a los dos hombres tenía que preocuparles que ella pudiera traicionarlos, dado que estaba conectada a la red.

—?Por qué os adentrasteis en territorio SnowDancer? Teníais que saber que era tentar a la muerte.

Walker y Judd se miraron el uno al otro, y cuando el primero habló, Sascha supo que lo hacía en nombre de todos ellos.

—Desertamos.

Producto de la conmoción, la joven se agarró a la mano de Lucas, que descansaba sobre la mesa.

—?Qué?

—Toda la familia fue inscrita para rehabilitación después de que nuestra hermana se suicidara. —El tono sereno de Walker no revelaba nada, pero Sascha podía sentir el dolor y la angustia que emanaban Marlee y Toby.

El instinto la empujó a hacer todo lo que podía por aliviar a los peque?os. Sienna abrió los ojos desmesuradamente.

—?Qué estás haciendo, Sascha?

Walker y Judd se quedaron paralizados mirándola, como lo harían con una serpiente venenosa. Judd se volvió hacia Hawke.

—Nos aseguraste que no era peligrosa. —Sus palabras fueron como una hoja afilada.

—Y no lo es. —Los pálidos ojos del lobo se enfrentaron a los de Sascha—. Cuéntales lo que estabas haciendo, cari?o.

Lucas se encrespó.

—Ten cuidado, lobo.

Hawke esbozó una sonrisa perezosa y muy, muy satisfecha. A su lado, Sienna se irguió en la silla dirigiendo la vista hacia los dos alfas y nuevamente hacia Sascha.

—Lo siento —se disculpó haciendo caso omiso del intercambio entre los hombres—. El control que tengo sobre mis poderes aún es un tanto errático. Soy una psi-e, una empática.

Walker se inclinó hacia delante.

—La designación ?e? no existe.

—Existía antes del Silencio —le dijo—. Los psi-e son sanadores de mentes. Se supone que ayudamos a la gente que se está ahogando bajo el peso de sus emociones, pero imagino que nuestra existencia representaba un obstáculo para la implantación del Protocolo.

De modo que habían sido destruidos de forma discreta. A pesar de todo lo que sabía acerca de su raza, admitir aquella flagrante traición era como un cuchillo clavándosele en el alma.

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