La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(108)



—Pregúntales a ellos por qué. —Estaba más furiosa de lo que Lucas la había visto jamás—. Porque una sola mente no puede suministrar la retroalimentación que necesito sin que eso acabe matándola. Utilizar un vínculo contigo es sentenciarte a morir lentamente conmigo.

—Sí —dijo Walker—. Nuestra red familiar funciona del mismo modo que la PsiNet, pero a menor escala… la retroalimentación se acumula de algún modo. Sin embargo todos nosotros somos psi y todos abastecemos la red al tiempo que nos alimentamos de ella, lo que según creemos produce el efecto potenciador.

—En tu caso no habrá tal efecto. Para compensar el déficit tendrías que enlazarte con otros miembros del clan de tu compa?ero. Con tres o cuatro mentes habría un excedente común de retroalimentación… energía sobrante que cada mente produce. No estarías consumiendo a nadie de forma activa.

—Imposible. —Sascha se inclinó hacia delante apoyando las palmas sobre la mesa—. Coincido en que la conexión entre compa?eros es casi psíquica, pero no puedo compartir ese lazo con nadie más. ?Cómo puedo emparejarme con más de un leopardo?

—No puedes —espetó Lucas antes de poder contenerse—. Me perteneces. Fin de la historia.

Sascha le miró con los ojos entrecerrados.

—Ya lo sé, su alteza, pero estaba se?alando la imposibilidad de lo que sugiere Walker. No hay modo de enlazarme con nadie que no seas tú.

La bestia de Lucas detestaba contemplar la idea de que ella se enlazara con otro que no fuera él, pero era muy consciente de que la compartiría si con eso le salvara la vida. Le destrozaría por dentro, pero lo haría. Era la primera vez que había comprendido la magnitud de sus propios sentimientos.

—?Alguna otra idea? —preguntó Hawke.

Silencio.

El lobo se puso en pie.

—Preparaos para la guerra.

Sascha discutió con él durante todo el trayecto de regreso a casa.

—?Vas a dejar que mueran cientos de personas porque quieres mantenerme con vida unos pocos días más?

—Una hora de tu vida es más valiosa para mí que un millar de personas.

—?Qué me dices de Julian y Roman? ?Qué hay de Kit? ?Y Rina? ?Estás dispuesto a perderlos?

Lucas sintió sus preguntas como pu?etazos directos al corazón.

—No morirán.

—?Y un cuerno que no! —que Sascha maldijera le indicó cuánto la había presionado—. Si el Consejo decide exterminar a tu clan, hasta el último de vosotros será eliminado, aunque eso lleve a?os.

—?Y qué quieres que haga? ?Que me quede de brazos cruzados mientras tú te matas? —Sus palabras estaban tan cargadas de ira que Sascha echó la cabeza hacia atrás como si la hubiera golpeado.

—No. Lo que quiero es que me ayudes a salvar la vida de alguien. Quiero que me devuelvas mi honor.

Lucas frunció el ce?o.

—?Cuándo lo has perdido?

—Cuando descubrí que mi madre estaba ayudando y amparando a asesinos —declaró con brutal honestidad.

él trató de agarrarle la mano, pero Sascha se zafó.

—?No! No dejaré que lo hagas.

—Necesitas que cooperemos para que tu plan funcione —se?aló—. Nadie va a ayudarte a mis espaldas.

Ellos sabían que Lucas los abriría en canal, que los despedazaría hasta que nada quedase. No era alfa por mostrarse blando cuando su gente era amenazada. Y ?su mujer?

Asolaría el mundo entero por ella.

—Puede que no lo necesite —susurró—. Puede que lo intente sin ti. Mis escudos están cayendo uno tras otro… que me descubran es inevitable. Vendrán a por mí en cuestión de días y, cuando lo hagan, tendré que desconectarme igualmente de la red para escapar de la rehabilitación.

Y él lo sabía.

—Vas a hacerlo con o sin mi ayuda.

Lucas detuvo el vehículo frente al patio principal de la casa franca.





24


—?Qué harías tú en mi lugar? —Sus ojos eran completamente negros cuando él la miró—. ?Qué exigiría el honor?

—Eres mi compa?era. El honor no significa nada.

Lucas se quedó dentro hasta que ella se bajó, rodeó el coche y abrió la puerta del conductor. Las manos de Sascha eran cálidas y su rostro rebosaba de vida.

—Mentiroso —susurró—. El honor lo es todo. De lo contrario, somos igual que ellos.

Tras apearse, estrechó fuertemente el cuerpo tembloroso de Sascha.

—Lo haré.

Lucas se preguntó si ella comprendía que acababa de arrancarse el corazón y depositarlo a sus pies.

Sascha sacudió la cabeza.

—No puedo herirte de ese modo.

—Ni hablar, gatita. Yo seré tu apoyo y, después, tú me buscarás en el plano psíquico. No lucharás más contra nuestra unión. Tu reticencia es lo único que lo está postergando… en cuanto intentes enlazarte, el vínculo se solidificará.

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