La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(109)
Le empujó con fuerza para apartarlo.
—No.
—Sí.
—?Qué será de los DarkRiver sin ti? ?Lo has pensado? —Sascha sacudía la cabeza mientras sus ojos se tornaban del color del ébano—. No aguantarás más de un par de meses si me conecto contigo… te exprimiré hasta haberte consumido. No me pidas que te destruya.
—Vaughn es lo bastante fuerte como para hacerse cargo hasta que Kit tenga edad.
La decisión estaba tomada.
—No, Lucas. No. —Sascha temblaba de la cabeza a los pies.
—Solo así dejaré que accedas. —En lo relativo a Sascha, no había nada civilizado en él—. Prométemelo.
Ella negó en silencio.
—Prométemelo, gatita.
Sascha dio media vuelta y se alejó corriendo de él. Lucas dejó que entrara en la casa y luego aguardó a que Vaughn saliera del bosque y se detuviera ante él.
—Ella tiene razón. El clan DarkRiver te necesita.
—Y yo la necesito a ella. —Lucas ya había presenciado cómo moría una mujer a la que amaba y no estaba dispuesto a pasar de nuevo por eso—. De todos modos, si la sobrevivo serviré para lo mismo que si hubiera muerto.
Consciente de que se había recuperado completamente después de haber seguido a Henry, Sascha decidió poner el plan en marcha la noche siguiente. De ese modo tendría tiempo para examinar concienzudamente los patrones de pensamiento que iba a imitar.
Rina se había ofrecido voluntaria para dejar que Sascha escaneara los suyos, pues estaba claro que la joven soldado se ajustaba al perfil de las víctimas.
Esas eran las razones lógicas, pero lo cierto era que, por egoísta que eso le hiciera parecer, quería pasar una noche más con su amante. En la cama, envueltos en la oscuridad, fue ella quien le buscó.
él estaba furioso y desatado, y Sascha podía sentir su ira contenida. Pero sus manos eran increíblemente tiernas, y en cada caricia expresaba una devoción como jamás había so?ado. Se quedó dormida en sus brazos, protegida y a salvo, por eso no pudo creer tanto horror cuando comenzó el sue?o.
—?Ayúdame! —Escuchó el grito desgarrado de lo más profundo de la conciencia de una mujer—. ?Por favor, ayúdame!
Sascha trató de calmarla, devastada por el sufrimiento desolador que pudo percibir.
La mujer se alejó de ella como si se hubiera quemado.
—?No!
—Déjame ayudarte —le suplicó llorando mentalmente por la mujer cuyo rostro no podía ver.
—Eres una psi. —Aquella voz desbordaba ira, pero bajo la superficie subyacía una incesante agonía.
—Yo no soy como él. —Lanzó sutiles vibraciones sanadoras. Era tan grande el sufrimiento que desprendían los ecos que llegaban hasta ella que le resultaba doloroso. Continuó recogiendo y recogiendo—. Eres increíblemente fuerte.
—He llorado —susurró sin rastro ya de su tono desafiante, como si tuviera que confiar en Sascha, la solitaria voz en la oscuridad—. Le he suplicado que parase.
Sascha intentó remendar los jirones del orgullo de la mujer.
—Has sobrevivido y no le has dejado entrar en tu mente. No te ha quebrado. Eso es lo que importa.
—No sé cuánto tiempo más voy a poder hacerlo.
—Vamos a por ti. Sobrevive, hazlo por nosotros.
—Tú no eres del clan. Hueles a los gatos.
—Somos todos uno contra el enemigo. —La magnitud del da?o infligido a la psique de la joven la dejó estupefacta. El que hubiera logrado impedir el acceso del asesino a lo más recóndito de su mente era testimonio de su extraordinaria fortaleza—. Ya vamos, Brenna. Ya vamos.
—Daos prisa. —La voz se fue apagando—. Por favor, daos prisa.
Sascha despertó al despuntar el día y supo que no podía esperar más.
—Ahora —le dijo a Lucas cuando lo encontró en la sala con Hawke, sus tenientes y otros dos machos. No le sorprendió ver a los lobos allí, ambos alfas se estaban preparando para levantarse contra los psi—. Tenemos que hacerlo ya. No podemos dejar a Brenna con él ni un momento más. —El tono de su voz rayaba la histeria.
Lucas ordenó a todos que salieran. Nadie pronunció palabra alguna mientras desfilaban por la puerta. Nadie excepto Hawke.
—?A qué hora les digo a los Lauren?
Sascha echó un vistazo a su reloj al mismo tiempo que él.
—Cinco minutos a partir de ahora.
—Llamaré a Judd.
Ella asintió.
—Te mantendremos a salvo, cari?o. —Le acarició el rostro y se marchó.
La esperanza era algo peligroso que no podía permitirse el lujo de albergar. Sus ojos buscaron los de Lucas cuando cruzó la estancia para enfrentarse a él.
—No tienes por qué ser tú —le rogó una vez más.
—He de ser yo. Soy tuyo.
Lucas la besó poniendo en ello todo su corazón y aquello le partió el alma a Sascha.
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