La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(99)
El deseo ardió en lo más profundo de sus entra?as atizado por la impresionante viveza de sus emociones. La pantera profirió un rugido; Sascha era una digna compa?era.
Aquella mujer jamás se dejaría apabullar por sus exigencias y necesidades.
Había hecho mucho más que comprometerse con él, y lucharía hasta la muerte por él como su madre había luchado por su padre.
—Si no me sueltas ahora mismo te juro que te dejaré inconsciente —le amenazó—. Mi poder telequinésico es lo bastante grande como para lanzar un golpe que te deje ese duro cráneo que tienes como si fuese una maraca.
—No voy a ceder hasta que me cuentes a qué se refería Hawke. —Su olor le inundó los pulmones, combustible para el infierno de su instinto posesivo.
—No tienes por qué saberlo.
Lucas maldijo.
—?En qué lugar crees que he quedado ahí abajo? ?Mi propia compa?era tiene secretos conmigo?
Sascha pareció incómoda por un instante.
—él no debería saberlo. Nadie debería saberlo.
—Pero lo sabe y yo tengo derecho a saberlo. ?Eres mía!
—No te hagas el alfa conmigo, Lucas. ?Tú no eres mi alfa!
Lucas no tenía deseo alguno de dominarla de ese modo.
—Pero soy tu compa?ero. —Inclinándose, le mordisqueó la mandíbula con fuerza haciendo que se le erizara la piel del cuello—. Tengo ciertos derechos.
—No eres mi compa?ero —protestó con apenas un hilillo de voz.
—Cuéntamelo, gatita. Sabes que no voy a dejar el tema por mucho que lo desees.
Los ojos de Sascha se oscurecieron, como ébano extendiéndose sobre luz.
—?Por qué? —rogó—. No podemos dejar que esa chica muera si podemos salvarla. Si te lo cuento todo intentarás detenerme.
—?Crees que no te detendré ahora mismo?
—No puedes. —Sus ojos eran casi negros—. Puedo acceder a la PsiNet aunque esté entre rejas.
Lucas utilizó una mano para sujetarle las mu?ecas, pues no estaba seguro de que Sascha no tratara de sacarle los ojos como sabía que haría cualquier otra mujer cabreada, y con la otra le asió la nuca.
—Sí, pero ?puedes hacerlo estando inconsciente?
—No te atreverías —susurró indignada.
—Para salvarte haría cosas peores que dejarte inconsciente.
Sascha entrecerró los ojos.
—Vamos a tener que hablar sobre esta faceta dominante tuya.
—No es una faceta. Es lo que soy. —Por ella, Lucas intentaría ser razonable de vez en cuando. Exceptuando en el tema que les ocupaba—. ?Vas a hablar o vas a obligarme a anestesiarte? ?Sabes cuánto va a dolerme tener que hacerte eso?
El cuerpo de Sascha se ablandó. Lucas se arriesgó finalmente a soltarle las mu?ecas.
En lugar de golpearle, ella le posó las manos en el pecho.
—Lucas. —Sus ojos eran ahora completamente negros, tan oscuros que no podía ver nada salvo su propio reflejo—. Nosotros no elegimos que la PsiNet forme parte de nuestra vida —comenzó—. Tampoco es algo que nos sea impuesto. Es necesario.
—La comida y el agua son necesarios —dijo—. ?Por qué lo es la red?
—Mi mente no está formada como la vuestra… necesita alimentarse de los impulsos eléctricos de otras mentes psi. —Se aferró a su camiseta.
La pantera comprendió al mismo tiempo que lo hacía el hombre.
—Así que una vez que te descubras como se?uelo y los consejeros perciban tu empatía, ?no hay modo de sacarte? —Estaba realmente furioso, tanto que apenas era capaz de hablar.
22
—Nunca hubo un modo de sacarme —le dijo—. Mis escudos están a punto de venirse abajo. Mi plan no cambiará ese futuro, tan solo acelerará el proceso. —Al ver que él guardaba silencio, tiró de la tela de la camiseta de Lucas—. Tengo que hacer esto. Tengo que intentar salvar a Brenna. —Se le quebró la voz—. Deja que muera con honor.
Todo su cuerpo rechazaba la idea de que ella muriese para salvar a otra persona.
Esa persona no era más que un nombre, una imagen. Pero ella era Sascha Duncan, su compa?era.
—No.
Sascha se sobresaltó ante la rotundidad de aquella respuesta. Parecía que Lucas ni siquiera estaba considerando la posibilidad.
—Si Brenna muere jamás me lo perdonaré.
—No me importa —repuso implacable.
—Hawke irá a por ti.
—No lo hará. —La pantera comenzaba a asomarse a su mirada—. Los lobos también se emparejan de por vida. él sabe que no puedo sacrificarte a cambio de la joven de su clan. Ella no significa nada para mí. —Sus ojos ya no eran humanos.
Sascha trató de zafarse de su abrazo, pero él no la soltó.
—No tienes derecho a decidir sobre esto.
—Tengo todo tipo de derechos sobre ti.
—?Mi madre, Lucas! Mi madre está amparando a un asesino. ?Cómo crees que eso me hace sentir? —La vergüenza era su constante compa?era.
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