La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(101)



—Si tú no estuvieras, no habríamos tenido una sola posibilidad de salvar a la chica.

El inesperado pitido de su agenda electrónica rompió el breve silencio. Sascha echó un vistazo al mensaje.

—Es mi madre. La ignoraré. Si me pregunta le diré que me olvidé la agenda.

—?Y Enrique?

—Tengo el presentimiento de que está demasiado ocupado siguiendo el curso de la búsqueda del asesino realizada por la MentalNet. —Se inclinó hacia delante y entornó los ojos—. No puedo verlos.

—Por supuesto que no. Ese es su trabajo.

Después de que hubieran dejado su vehículo a poco más de tres kilómetros, Vaughn y Clay corrían ahora junto al coche mientras se internaban en el territorio de Hawke. Eran muy capaces de infiltrarse en la guarida de los SnowDancer y ya lo habían hecho anteriormente con Lucas a su lado. Dorian había llegado antes que ellos, había dejado el coche y subido a los árboles. Ya había llamado a través de una línea segura para informarles de que estaba situado encima de la guarida.

—?Es esa la casa? —Sascha se?aló hacia los muros apenas visibles de una gran caba?a medio escondida por los troncos de los abetos que bordeaban la ladera que ascendía hasta el claro.

—No. —Sonrió ante la astucia de los lobos—. Pero no cabe duda de que ha enga?ado a un montón de posibles atacantes.

—?Es una tapadera? Pues parece real.

—Es real. Solo que no es su guarida. —Rodeó la casa y detuvo el coche—. No salgas hasta que esté a tu lado.

Por una vez no discutió.

—Este es tu mundo, Lucas. Yo soy una novata.

Lucas ahuecó la mano sobre su mejilla en una fugaz caricia antes de bajar del coche y rodearlo hasta la puerta del pasajero. Ningún lobo le atacaría por la espalda, del mismo modo que Dorian jamás dispararía a un lobo desarmado desde su posición en la copa del árbol. Eran animales, pero ambos clanes tenían un sentido del honor que los psi jamás comprenderían. Si luchaban, lo harían cara a cara, cuerpo a cuerpo, no con la bala de un francotirador.

Pese a todo, no iba a arriesgar la vida de su compa?era. Olfateó el aire para asegurarse de que Vaughn y Clay estaban con él. Tal y como esperaba, al olor de ambos se había unido el de varios lobos. Ninguno de ellos se aventuraba a acercarse demasiado. Eso estaba bien. Abrió la puerta de Sascha y esta se apeó del vehículo.

Lucas cerró la puerta.

—Mantente detrás de mí —le dijo colocando su cuerpo a modo de escudo.

—Puedo sentir cinco firmas emocionales que no conozco —susurró en voz muy baja.

Lucas enarcó las cejas.

—No sabía que podías hacer eso.

—He estado practicando. —Parecía estar casi orgullosa de sí misma, como si estuviera dejando atrás el miedo a ser imperfecta—. Vaughn y Clay nos están cubriendo, uno por delante y otro por detrás.

—Vamos.

Lucas emprendió camino hacia el bosque, que parecía extenderse infinitamente, los oscuros abetos verdes estaban tan cerca unos de otros que tapaban el sol.

Caminaron durante cinco minutos antes de encontrar el sendero practicado y medio oculto por hojarasca y otros restos forestales esparcidos con sumo cuidado.

—Normalmente —le dijo a Sascha— si uno llega tan lejos, habría un comité de bienvenida esperándole. No se ha encontrado jamás ni un solo hueso de los desaparecidos. —El depredador que había en él apreciaba la eficacia de los lobos.

—?Crees que se los comen?

Aquel intento de bromear con algo tan escabroso por parte de Sascha puso una sonrisa en los labios de Lucas.

—Qué va. Alimentarse de carro?a humana está muy por debajo incluso de los principios de los lobos.

Sascha le puso la mano en el hombro y parte de su tensión se relajó. Su compa?era comenzaba a confiar en él a un nivel tan profundo que ni siquiera era consciente de ello. Al cabo de treinta minutos llegaron al final del sinuoso sendero y se toparon con la escarpada pared de piedra de una monta?a que daba la impresión de elevarse hasta el cielo.

Parecía que el sendero se acababa abruptamente, una ilusión que había protegido a los SnowDancer durante a?os.

—Abre, Hawke. —Dejó que su voz se escuchara alto y claro. Leopardos y lobos eran su único público.

Unos segundos más tarde, comenzó a abrirse una grieta en el pie de la monta?a como por arte de magia. La ?puerta? se deslizó hacia atrás lo suficiente para permitirles el paso. Lucas podía sentir la fascinación de Sascha por aquella estructura, pero aguardó hasta que estuvieron dentro para hablar. La puerta se cerró sin dejar el menor indicio de que hubiera sido abierta.

El grito ahogado de Sascha reverberó en las paredes de piedra mientras las luces se encendían a su alrededor iluminando un largo túnel bellamente pavimentado con piedras de río. Toda superficie estaba adornada por pinturas, el artista había usado la roca de los túneles como lienzos en los que se presentaban paisajes naturales, lobos corriendo y las distintas facetas del bosque. Había algo hipnóticamente hermoso en las imágenes. Bello y peligroso.

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