La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(100)
—Nikita aportó solo la mitad de tus genes —replicó—. ?Acaso ha sido alguna vez una madre para ti? No te castigues por su culpa. A ella eso le traerá sin cuidado.
Sascha alzó la cabeza ante aquel golpe.
—A mí sí me importa.
—A mí me importa. Tú me importas.
Y así siguieron. Discutieron durante gran parte de la noche. Sascha estuvo tentada de poner el plan en práctica sin su consentimiento. Sin embargo sabía que eso sería una pérdida de tiempo, pues seguía necesitando una maniobra de distracción.
Una distracción en el plano físico en teoría podría funcionar si era a gran escala, captando la atención de las mentes de San Francisco y de las áreas colindantes. Si los DarkRiver y los SnowDancer trabajaban en equipo podrían provocar un sinfín de sucesos que coincidieran y sembraran la confusión.
Dado que el asesino tenía que estar cerca, y habida cuenta de su costumbre de devolver a sus víctimas a un lugar familiar para las mismas, era probable que bastara con eso. La PsiNet era enorme e infinita, pero la localización física de un psi influía en la rapidez con la que él o ella podía acceder a otra mente. Era algo relacionado con las conexiones… los enlaces.
Estaba convencida de que el asesino al que pretendía cazar se sentiría obligado a ir a por ella, un se?uelo tan apetitoso para sus violentas necesidades y que estaba fácilmente a su alcance. Lo único que Sascha necesitaba era un leve atisbo. Con sus habilidades empáticas debería ser capaz de detectar casi en el acto la vileza de la rabia que le dominaba.
Su plan podía funcionar. Por desgracia, necesitaba que los cambiantes cooperasen. Pero Lucas no cedía, y sin su consentimiento, sabía que nadie la ayudaría. Incluso los lobos se mantendrían al margen, aunque era la vida de uno de los suyos la que corría peligro.
Luchó contra la pantera con toda su fuerza de voluntad.
Y fracasó.
Al día siguiente, mucho antes de que amaneciera, Hawke telefoneó para decir que los SnowDancer podían ocuparse de crear la maniobra de distracción que necesitaban.
—?Cómo? —preguntó Lucas a pesar de que le traía sin cuidado.
Mientras Sascha tuviera que morir para que el plan diera resultado no iba a dejar que se llevara a cabo. En esos momentos no podía pensar en ninguna de las otras cosas que le había revelado… ?Mis escudos están a punto de venirse abajo.? No permitiría que nada acelerase el proceso, no hasta que hubieran hallado un modo de protegerla del Consejo.
Hubo un breve silencio en la línea.
—Me parece que es mejor que te acerques hasta aquí. Trae a tu psi contigo.
Lucas conocía la ubicación exacta de la guarida de Hawke y, de igual modo, sabía que estaba custodiada las veinticuatro horas del día por lobos que no dudarían en lanzársele a la yugular.
—Vía libre —le recordó a Hawke.
—No me insultes, gato. Yo no falto a mi palabra. Ven tan pronto como puedas… el clan se está impacientando. Si no vamos a actuar en la PsiNet, daré la orden de que acaben con todos los psi de alto rango que puedan.
—Nosotros ya tenemos a gente en posición cerca de las residencias de cada uno de los consejeros, da igual dónde vivan. Alguien hablará si haces sangrar a los suficientes. —Lucas colgó.
—?Qué te ha dicho Hawke? —preguntó Sascha con voz adormilada.
Lucas se volvió y la encontró sentada en la cama detrás de él. Deseaba mentirle, protegerla, pero ya habían dejado eso atrás.
—Dice que puede crear una distracción.
Sascha frunció el ce?o.
—Esa es la parte más crítica del plan —farfulló—. Con una distracción en el plano físico siempre cabe la posibilidad de que no podamos desviar a suficientes mentes psi como para darle ventaja al asesino. Me pregunto qué es lo que va a sugerir Hawke.
Lucas deseó agarrarla por los hombros y zarandearla. La parte más crítica del plan era aquella de la que pendía su vida.
—Vístete. Vamos a casa de Hawke.
Quince minutos después se reunieron abajo. Lucas le dijo a Nate y a Mercy que se quedaran para proteger la casa franca.
Tamsyn frunció el ce?o.
—Ahora solo quedo yo aquí. ?Por qué no dejas que os acompa?e y así no tienes que apostar a dos centinelas aquí?
—Eres nuestra sanadora. —Lucas le acarició la mejilla. Había sido severo con ella la noche anterior—. Necesitamos que estés a salvo para que puedas curarnos si algo sale mal.
Tamsyn apretó los dientes, pero no dijo nada; en vez de eso le abrazó.
—Cuídate.
La guarida de Hawke estaba situada en el corazón de Sierra Nevada, casi a nivel subalpino. Lucas recorrió el camino prácticamente invisible en su todoterreno, maldiciendo cada vez que las ramas ara?aban los laterales del vehículo.
—Si yo no estuviera, tú y los tuyos podrías haber venido corriendo —dijo Sascha contemplando la luz grisácea de primera hora de la ma?ana. El día había despuntado durante el trayecto.
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