La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(95)
Una lágrima rodó por el rostro de la joven.
—Me dijeron que era anormal —susurró—. Que era defectuosa. —Por culpa de sus mentiras había contenido su luz, el arco iris de estrellas, encerrando los poderes de curación de su mente—. Me incapacitaron. ?Y tenían que estar al corriente!
Era evidente que su madre tenía que haber comprendido la excepcional mente de su hijita. Era miembro del Consejo, conocía su historia, lo que tenía que ser ocultado… lo que tenía que ser destruido.
—Cuando trataron de deshacerse de la violencia —dijo Tamsyn colocándose a su lado para pasarle un brazo por los hombros—, también se deshicieron de sus dones más valiosos.
Lucas salió al patio delantero con Nate y Dorian a su lado. Vaughn y Clay estaban escondidos en las sombras y Mercy merodeaba en las copas de los árboles situados detrás de los SnowDancer.
Hawke estaba en el patio flanqueado por dos lobos que, según sabía Lucas, eran sus tenientes. Indigo era una mujer de impresionante belleza, con los ojos fríos de un lobo de las nieves. Alta y esbelta, no cabía duda de que era letal. Riley era un macho de aspecto fuerte que parecía moverse de forma pausada. Era una ilusión. Ese hombre podía derribar a un lobo adulto en tres segundos sin necesidad de cambiar de forma.
—?Por qué estáis aquí? —preguntó Lucas.
Hawke avanzó dejando atrás a sus tenientes y Lucas hizo lo mismo, como dos alfas reuniéndose en terreno neutral. Solo que ese no era el caso. Estaban en una casa franca de los DarkRiver. Los lobos no habrían puesto el pie en las proximidades sin un buen motivo.
Había aceptado las intrusiones previas de Hawke porque el alfa había ido solo. Llevar a otros consigo era una se?al de agresión.
—Queremos hablar con tu psi —dijo Hawke sin más preámbulos.
Lucas sintió que la furia lo dominaba.
—No.
—Confío en ti, gato, pero no confío en ningún psi. —La sed de sangre se reflejaba en los ojos del lobo—. No pondré las vidas de mi gente en manos de una de esas criaturas sin conocerla en persona. Es el cuarto día desde que se llevó a Brenna… solo tenemos otros dos antes de que la mate. Y tú nos pides que esperemos.
—Si confías en mí, ?por qué necesitas verla?
—?Acaso no harías tú lo mismo si la situación fuera al contrario? ?Y si fuera Rina la que estuviera en manos de ese monstruo? —Su rostro adoptó una expresión de calma poco natural—. No estamos aquí para buscar pelea, así que puedes decirle al gato que tienes en los árboles que no se acerque.
A Lucas no le sorprendió que Hawke hubiera captado el olor de Mercy; ese hombre no se había convertido en alfa de una clan letal siendo débil. Tampoco Lucas.
—Mercy no es la única que debería preocuparte.
—Maldita sea, Lucas. No rompas nuestra alianza por una jodida e inútil psi. No son más…
Lucas le estampó el pu?o en la mandíbula a Hawke. El lobo cayó al suelo y los gru?idos resonaron por todo el patio cuando los centinelas y tenientes adoptaron la posición de ataque.
21
De pie junto al lobo postrado, Lucas se obligó a no mostrar las fauces.
—Es mía. Piensa en eso la próxima vez que abras tu bocaza.
Hawke se levantó y bajó la mano bruscamente, tras lo que Indigo y Riley se irguieron.
—Joder, Lucas. Podrías haberme dicho que te habías emparejado de verdad con ella. —Se frotó la mandíbula magullada e hizo una mueca—. Ese derechazo tuyo es como un tren de carga.
—No deberías estar aquí.
—Fui yo quien trajo a tu psi sana y salva.
Lucas clavó la mirada en el otro alfa y, a pesar de que la ira protectora le dominaba, supo que Hawke tenía razón. Tenía derecho a conocer a la mujer a quien se le pedía que confiara la vida de su gente. También Riley debía necesitar una garantía de que la vida de su hermana estaba en buenas manos.
—?Todos los lobos conocéis este lugar?
—No. Del mismo modo que no todos los leopardos conocen la ubicación de nuestros túneles. —Fue un recordatorio de que Lucas y sus centinelas habían localizado la guarida principal de los SnowDancer.
La alianza entre ambos había sido fría y distante desde el principio, como dos depredadores tanteándose mutuamente, sin estar del todo seguros de cuándo el otro se tiraría a morder. Había llegado el momento de dar el siguiente paso, de forjar una fuerza que los psi temieran de verdad.
—Voy a invitarte a nuestra casa.
Siempre habían hablado al aire libre, lejos de sus hogares. Pese a que nunca se había hecho mención a ello, ambos sabían que el motivo era que esos lugares no se ti?eran de violencia si había derramamiento de sangre. La confianza entre ambos era frágil y ya no bastaba. Con su invitación, no solo había aceptado, sino también extendido, la oferta que había sido hecha cuando los tenientes de Hawke habían tratado a los menores de DarkRiver como a los suyos.
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