La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(92)
—Eres un cardinal. —Lucas le apretó el muslo, era obvio que había visto el dolor que había intentado enmascarar tras una sonrisa—. Eso significa que tienes un gran poder.
Ella negó con la cabeza.
—No, lo que significa es que tengo potencial para desarrollar un gran poder. Los cardinales están por encima del 10,0 en el gradiente en su especialidad particular… nadie ha sido capaz de averiguar un modo de medir más allá de eso. No es que tal medición sea necesaria para descubrir si alguien es o no un cardinal.
Sus ojos la habían marcado desde que nació.
—En mi caso, dicho potencial nunca se ha desarrollado. —Se encogió de hombros procurando no dejar que ellos vieran cuánto le afectaba eso—. De acuerdo con mi madre, eso no debería haberme impedido ascender a las filas del Consejo, pero creo que ella pretendía ayudarme. —Ayudarla mediante un asesinato fríamente calculado—. Con el tiempo dejó de mencionar tal posibilidad. Ambas sabíamos que yo jamás sería lo bastante poderosa para sobrevivir a ese nivel.
Tamsyn se levantó de encima de Nate y comenzó a pasearse por la alfombra. Su compa?ero se quedó mirando presa del desconcierto.
—Yo no soy psi, Sascha, pero puedo sentir tu energía igual que puedo sentir la de Lucas.
Sascha ladeó la cabeza.
—No estoy segura…
—Los psi creen que no podemos percibirlos, pero algunos de nosotros sí podemos. —Tamsyn dejó caer la bomba con una sonrisa felina—. Pregúntale a Lucas.
Sascha descubrió aquella misma sonrisa en él.
—Cuéntamelo.
—Qué exigente —gru?ó, pero sus ojos estaban te?idos de picardía—. Siempre sé cuándo utilizas energía psi. No solo eso, también puedo percibir picos de actividad psi. Y tú, gatita, no tienes un 3 de gradiente en nada.
—Imposible. —Frunció el ce?o—. Apenas he utilizado ningún poder psi desde que me conoces. Y si lo he hecho, como cuando te empujé empleando la telequinesia, fue a un nivel muy bajo. No puedes estar leyendo correctamente los picos.
Lucas se inclinó para mordisquearle el labio inferior.
—Esto por el empujón.
Sascha hizo una mueca.
—Como no tengas cuidado, utilizaré mi poder de transmutación… poseo el suficiente como para ponerte el pelo verde.
No era más que un farol, pero vio que Lucas entornaba los ojos a modo de advertencia mientras consideraba si lo decía en serio o no.
—Tienes poder —farfulló Tamsyn interrumpiéndoles—. Quizá seas una psi-e como tu bisabuela. Tal vez ya no esté permitido serlo y por eso te han catalogado como no especializada y, a fuerza de machacarte, te han metido en la cabeza que no tienes un poder significativo. Repite una mentira mil veces y la gente terminará por creerla, aun a riesgo de perjudicarse a sí misma.
Sascha abrió los ojos como platos.
—Cuando era una ni?a sometida a adiestramiento, los instructores siempre me decían que tenía mucho potencial y que era una lástima que estuviera bloqueado.
Lucas se levantó de golpe con asombrosa velocidad haciendo trizas el curso de sus pensamientos.
—?Qué…? —Acababa de ponerse en pie cuando él hizo que se sentara de nuevo.
—Silencio. —Nate giró bruscamente la cabeza hacia el patio delantero.
El cuerpo de Lucas rezumaba peligro y cautela.
—?Dónde están Vaughn y Clay?
—Fuera, en la parte de atrás. —Nate se situó rápidamente al lado de Lucas—.Tammy, llévate a Sascha de aquí.
—No pienso marcharme. Esta es también mi lucha.
Lucas le lanzó una ardiente mirada verde.
—En realidad no lo es. Quienes están fuera son los SnowDancer. ?Tammy?
La sanadora cruzó la estancia y asió a Sascha del brazo.
—Vamos. Lucas no podrá concentrarse si tú estás cerca —le susurró de forma apenas audible.
Sascha sintió la furia protectora que anidaba en él y supo que Tamsyn tenía razón.
Sintiéndose frustrada, pero reacia a ponerle en peligro, siguió a la sanadora fuera del salón hasta uno de los dormitorios sin ventanas de la planta superior.
Se encontraron a Dorian en el pasillo, una presencia elegante vestida de negro de la cabeza a los pies. él se llevó un dedo a los labios y meneó la cabeza indicándoles que continuaran. Sascha se quedó petrificada al sentir la ira letal que emanaba del centinela, tan peligrosa que amenazaba todo y a todos a su paso.
—Vamos. —Tamsyn tiró de su brazo.
Dorian frunció el ce?o y le indicó con una se?a que se fuera. Sascha se obligó a ponerse de nuevo en marcha. La profunda cólera del centinela no era algo que pudiera aplacar, no cuando él parecía resuelto a avivarla.
Sascha se volvió hacia Tamsyn en cuanto estuvieron detrás de la sólida puerta de madera del dormitorio.
—?Cómo puedes soportar esto? ?Cómo puedes aguantar que te excluyan y te pongan a salvo mientras que ellos podrían no estarlo?
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