La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(90)



Lucas tensó la mano sobre su pantorrilla indicándole en silencio que le prestara atención a él.

—?Era cierto?

—No. —Le miró a los ojos—. Está todo allí, siglos de historia.

Un extenso archivo que se le había ocultado a la gente que debería tener acceso a él. ?Qué otras cosas le ocultaba a su gente el Consejo? ?Qué más estaba clasificado como de acceso restringido?

—?Qué has descubierto? —preguntó Tamsyn acurrucándose en el regazo de Nate de un modo tan felino, tan sensual, que Sascha se quedó momentáneamente sorprendida. La naturaleza práctica de la mujer casi le había impedido ver que también ella era un leopardo.

—No había nada realmente inusual hasta que me remonté a mi bisabuela Ai. —Sin pretenderlo de forma consciente, se percató de que se había acercado a Lucas hasta casi estar subida en su regazo. él tenía uno de sus brazos estirado sobre el respaldo del sofá en tanto que con la otra mano continuaba acariciándole las piernas flexionadas—. Su archivo estaba marcado con un símbolo rojo.

—?Es algún tipo de sistema de clasificación? —Nate frotaba la nuca de Tamsyn y la relajación del cuerpo de esta era tal, que prácticamente estaba laxo contra el de su compa?ero.

A Sascha le llamaba la atención la confianza que se evidenciaba entre los dos.

Ningún psi se permitiría jamás colocarse en una posición vulnerable frente a un hombre de mayor corpulencia. Sin embargo Tamsyn lo hacía sin vacilar. Y también lo había hecho Sascha cuando dejó que Lucas la amara como gustase. Tal vez aquellos hombres tenían el potencial de albergar las emociones negativas que habían llevado a su raza a mutilar a sus propios hijos, pero también poseían la capacidad para preocuparse a un nivel que los psi no experimentarían jamás.

—No que yo sepa. —Apartó la mirada de la pareja para encontrarse con los ojos de Lucas observándola con tal intensidad, que tuvo la sensación de que él sabía qué había estado pensando exactamente—. Sospecho que es algo que Henry y Shoshanna Scott están haciendo por su cuenta. No me imagino a mi madre dejándoles revisar la historia de nuestra familia.

La rama de un árbol se agitaba frente a la ventana desprovista de cortinas proyectando sombras sobre la pared. Y Sascha fue consciente de que estaba sentada en el regazo de Lucas, que con un brazo la apretaba contra él mientras movía el otro rítmicamente por la parte externa de su muslo. Debería haberle asustado la necesidad que sentía de él, una necesidad tan profunda que anulaba los bloqueos que había creado para obligarse a mantener las distancias. Por el contrario, deseaba frotarse contra su masculinidad hasta que todo su ser fuera puro fuego y sensaciones.

—Gatita. —El tono posesivo había desaparecido de aquel ronco murmullo al oído. Parecía que su pausada capitulación le había calmado—. ?Por qué un símbolo rojo?

—No estoy segura, pero pensé que tenía algo que ver con sus habilidades como psi.

—Apoyó la cabeza sobre Lucas y compartió lo más aterrador—: Después de ver ese símbolo rojo revisé de nuevo algunos historiales más. Había un segundo símbolo rojo. —Todos guardaron silencio—. Se encontraba en mi historial.

Su mente retornó de golpe al modo en que Enrique le había estado siguiendo.

Alguien conocía, o había adivinado, su defecto. Esa persona la vigilaba esperando cualquier desliz por su parte. Era muy posible que Enrique estuviera jugando a dos bandas, utilizando a Nikita y a Henry en su provecho.

—?Tienes idea de por qué podrían haberos se?alado a Ai y a ti? —La voz de Lucas volvía a ser áspera.

Sascha le desabrochó los botones superiores de la camisa y deslizó la mano dentro para posarla sobre su furioso corazón. Casi de inmediato sintió que su agresividad volvía a estar bajo control. Ya no le asustaba desconocer cómo sabía qué debía de hacer para tranquilizar a su compa?ero; aquello formaba parte de la magia.

—La terminología empleada por aquel entonces era diferente. Ai estaba catalogada como una psi-e. Ese término ya no forma parte de nuestro léxico.

Tamsyn frunció el ce?o.

—?Había alguna otra información?

—Ai nació en 1973. El Silencio entró en vigor en 1979, cuando tenía unos seis a?os. Todos los menores de siete a?os fueron inscritos automáticamente en el Protocolo.

Sascha no podía imaginar cómo debió de sentirse esa ni?ita cuando le ense?aron a erradicar todo cuanto había aprendido a valorar.

—?A cuántos perdieron? —preguntó Tamsyn con voz queda; su mente de sanadora comprendía el problema.

—No lo sé. Las cifras están bien escondidas, pero todos saben que fue devastador.

El índice de supervivencia de los ni?os de la transición era muy bajo.

Los dedos de Lucas le acariciaron el cabello, que le había soltado de la trenza mientras ella hablaba.

Nalini Singh's Books