La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(89)


—No me conoces —susurró.

Lucas levantó la cabeza.

—Te conozco por dentro y por fuera.

—No, Lucas, yo no soy una cambiante; soy una psi. Mi mente es lo que soy.

—Mentirosa. —Le pellizcó un pezón mojado.

El cuerpo de Sascha se estremeció por entero y por un instante no fue más que una criatura carnal.

—Eres tan animal como yo —le susurró roncamente al oído—. Tan sexual, hambrienta y necesitada.

Sascha sacudió la cabeza conmocionada por el poder de sus palabras, así como por su contacto.

—Podría matarte solo con pensarlo.

Lucas frotó la mandíbula sobre la piel de la parte superior de sus pechos.

—?Podrías, gatita?

Así de fácil, él ganó su guerra personal. Lucas era más importante para ella que su propia vida.

—No lo hagas —dijo—. Detén esto antes de que sea demasiado tarde.

—Nadie puede impedirlo. Mataré a cualquiera que lo intente.

Mirando aquellos ojos felinos supo que Lucas decía en serio cada una de sus palabras. Estaba convencida de que tenía que detenerle antes de que se atara a una mujer tan quebrada que ni siquiera estaba ya segura de ser una psi.

Un día después, Sascha estaba sentada en el salón de la casa franca intentando encontrar argumentos para convencer a Lucas de la solidez de su plan. El problema era que no había descubierto cómo crear una maniobra de distracción que le proporcionara la ventaja al asesino para percibir su olor. Se había pasado el día entero pensando en algo y lo único que se le ocurría era una bomba casera.

Si no se le ocurría nada más para el día siguiente, tendría que usar eso… Brenna ya había sufrido bastante. Al menos ni Enrique ni Nikita habían intentado ponerse en contacto con ella hasta el momento. Suponía que estaban absortos con su propio plan para atrapar al asesino en serie.

Lucas había estado yendo y viniendo durante toda la jornada, organizando los preparativos en caso de que no pudieran salvar a la joven SnowDancer. En ese preciso momento, estaba junto a la ventana contemplando la noche. Su piel resplandecía como si fuera oro bru?ido a la luz de las lámparas repartidas por la estancia.

—?Qué información sustrajiste? —preguntó volviendo la cabeza para mirarla por encima del hombro. Apenas le había dirigido la palabra en todo el día, pero la había tocado a la menor oportunidad.

Sascha permaneció acurrucada en el rincón del sofá, observándole con la misma desconfianza con la que una gacela miraría a un león. Lucas no era humano, no era psi. Era un depredador y había decidido que ella era suya. Iba a ser necesaria toda su fortaleza para alejarse de él antes de que los destruyera a ambos.

Aunque Lucas no le permitiera ejecutar su plan, los mercenarios del Consejo la perseguirían en la PsiNet en cuanto sus escudos se desmoronasen dejando al descubierto su defecto. Sus cortafuegos ya comenzaban a mostrar peque?ísimas fisuras. Tal vez no fuera capaz de salvarse a sí misma, pero salvaría a Lucas. No le sentenciaría a vivir sin una compa?era por mucho que ansiara pertenecerle.

—La historia de mi familia.

Alguien entró en la habitación procedente de la cocina. La esbelta figura de Tamsyn fue seguida por el cuerpo grande de Nate.

—Esperamos no interrumpir.

—No hay nada que interrumpir —dijo Sascha agradecida por su presencia. Necesitaba un parachoques entre las demandas de Lucas y el deseo abrasador de ceder a ellas—. Le estaba contando a Lucas que he robado información de la PsiNet acerca de mi familia.

Lucas se apartó de la ventana y se encaminó hacia el sofá. Sus ojos no perdieron en ningún momento de vista a Nate, y Sascha sintió que una enorme ráfaga de posesión casi peligrosa le golpeaba. En un momento de quietud, mientras Lucas había salido, Tamsyn le había contado que los leopardos eran muy inestables en esa fase de la danza de apareamiento y propensos a atacar a cualquiera que vieran como a una amenaza.

Le había pedido a Sascha que no opusiera resistencia al reclamo de Lucas y le había advertido que luchar contra un macho alfa durante el apareamiento era algo que no se hacía.

Sascha comprendía por qué Tamsyn le había hecho aquella advertencia, pero sabía que no podía seguir el consejo de la sanadora, no si eso significaba una vida entera de soledad para el hombre al que adoraba. No obstante dejó que se sentara a su lado en el sofá, permitió que él le apoyara los pies sobre sus muslos y que le masajeara las pantorrillas.

—?Por qué necesitarías tú robar información?

Nate frunció el ce?o y tomó asiento tan lejos de Sascha como le fue posible.

Tamsyn se acomodó sobre su regazo con el brazo alrededor de su cuello.

—Los historiales médicos de nuestra familia fueron destruidos durante un incendio en algún momento del pasado. —Aquello siempre le había frustrado, siempre había sentido que había muchas cosas que desconocía—. Los archivos de la PsiNet deberían haber sido nuestra copia de seguridad, pero nos dijeron que la información de la red se había corrompido de forma inexplicable.

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