La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(93)
—Soy la sanadora. A nadie beneficia que yo muera. Libro mis batallas después de que ellos hayan luchado en las suyas. —Sus palabras estaban envueltas por una intensa emoción.
—Tú al menos puedes luchar. Deberían haberme dejado ayudar… tengo el suficiente poder telequinésico y telepático para infligir algo de da?o.
—Tal vez no necesiten recurrir a la violencia. Los lobos tienen un pacto con nosotros. —Tamsyn no parecía demasiado convencida de su alegato—. Se me ha ocurrido una cosa.
—?El qué? —Sascha se paseaba por la habitación sintiéndose más como un animal enjaulado que como la fría y controlada psi que supuestamente era—. ?Que es una estupidez quedarnos encerradas aquí arriba cuando somos perfectamente capaces de protegernos nosotras sólitas?
—Que si bajas harás vulnerable a Lucas. —Las palabras de Tamsyn eran un ruego para hacerla pensar—. Si los SnowDancer perciben que la danza de apareamiento está incompleta te utilizarán como arma arrojadiza contra él.
—?Se darán cuenta de eso si nadie se lo dice?
Tamsyn reflexionó.
—No estoy segura. Son lobos, no felinos. Su olor es muy diferente al nuestro… quizá asumirían que ya perteneces a Lucas.
Por algún motivo, aquello hizo sonreír a Sascha.
—?Cómo puedes hablar de pertenecerle a alguien con tanta despreocupación?
Creía que los cambiantes depredadores tenían una naturaleza independiente.
—Muy fácil. —Tamsyn se acercó y le tomó la mano a Sascha—. Porque también Lucas te pertenece a ti.
Sascha deseaba zafarse, pero podía percibir cuánto necesitaba la sanadora ese contacto físico, cuánto necesitaba al clan. Nate estaba abajo enfrentándose a los lobos y, a pesar de la lógica de sus argumentos, Tamsyn estaba aterrada. Sin llegar a comprender cómo sabía lo que debía hacer, abrazó a Tamsyn y esta le devolvió el abrazo sin vacilar.
—?Cómo puedes tratarme como si fuera del clan? —preguntó Sascha mientras acariciaba el denso cabello de la sanadora.
—Hueles a Lucas, y no me refiero a algo físico. Es difícil de explicar con palabras. —Se apartó de ella como si ya hubiera recibido lo que necesitaba para armarse nuevamente de valor—. Nuestros cuerpos y corazones te reconocen. Sabemos que eres una de nosotros.
—Pero aún no estoy unida a él —arguyó Sascha sintiendo que la soga se apretaba en torno a su cuello.
Ni podía ni quería destruir a aquellas gentes que habían llegado a significarlo todo para ella. Si Lucas caía, los DarkRiver se dispersarían. El clan podría sobrevivir físicamente con los centinelas al mando, pero todos estarían destrozados. No les haría eso.
—Falta tan poco que no supone demasiada diferencia. —Tamsyn se retiró el pelo de la cara y levantó una mano cuando Sascha se disponía a hablar—: No me preguntes cuáles son los pasos finales. No puedo decírtelo. Es distinto para cada pareja… —Exhaló un suspiro—. Pero el macho normalmente intuye mejor lo que es necesario… supongo que es la forma que tiene la naturaleza de asegurarse de que las hembras más independientes no puedan evitar emparejarse.
—él nunca me lo dirá. —Se sentó pesadamente en el suelo, con la cabeza colgando entre las rodillas—. Me estoy desmoronando y me niego a arrastrar a Lucas conmigo.
Tamsyn se arrodilló delante de ella.
—No te corresponde a ti tomar esa decisión. Emparejarse no es como el matrimonio. No os podéis divorciar y seguir cada uno por vuestro lado una vez que os habéis encontrado.
Sascha se enfrentó a la mirada compasiva de la sanadora.
—Le destruiré —dijo en un susurro colmado de dolor.
—Tal vez sí. O tal vez le salves. —Tamsyn sonrió—. Sin ti, Lucas podría haberse convertido en su bestia, en un depredador cruel y despiadado.
—Eso jamás.
—Fue bautizado con sangre, Sascha. No olvides nunca eso. —Tamsyn se sentó con las piernas cruzadas frente a ella—. Hasta que te conoció a ti, no sabes cómo era, hacia dónde iba. Día tras día le veía volverse más protector, más inflexible y estricto, sobre todo con los críos, y no había nada que yo pudiera hacer.
Sascha estaba cautivada por la pasión que denotaba la voz de la sanadora.
—No cabe duda de que es nuestro alfa, alguien a quien seguiríamos al mismísimo infierno si nos lo pidiera. Pero para gobernar se necesita algo más que tener pu?o de hierro, y él estaba empezando a perder esas otras cosas.
—Es muy bueno con Kit —repuso Sascha recordando todas las ocasiones en que le había visto con el joven.
—Hace cinco meses, no mucho después de que perdiéramos a Kylie, prohibió a Kit que saliera a correr.
—?Por qué?
—No quería que el chico sufriera. —Tamsyn sacudió la cabeza—. Kit tiene el olor de un futuro alfa; obligarle a tener siempre una ni?era podría haber destruido su desarrollo y haber hecho que se apartara de nosotros. Kit necesita libertad para dejar suelta a su bestia más, si cabe, que los demás jóvenes.
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