La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(97)



—?Cómo sabes que no te ha manipulado la mente? —preguntó con aspereza.

—Porque tú sabes tan bien como yo que los psi no pueden controlar nuestras mentes más de unos pocos minutos. —Lucas siguió con la mirada cada movimiento de Hawke dejando a Indigo y a Riley a los centinelas. Tenía la sensación de que Riley era el más peligroso de los dos; al igual que Dorian, había perdido a una hermana en manos del asesino—. Habría tenido que manipular no solo mi mente, sino también las de los centinelas.

—Los psi nunca trabajan solos. —Hawke los miró sin inmutarse.

Sascha apretó la mano sobre el abdomen de Lucas.

—Tampoco los psi sienten emociones. —Se puso de puntillas y besó a Lucas en la mandíbula desde atrás—. Pero mi capacidad para sentir es tan grande que amenaza con destruirme.

Aquella declaración era indiscutible. Sascha era una mujer sensual y hermosa, el deseo de su cuerpo por Lucas era como el canto de una sirena. Los machos sin pareja no podían ignorar eso del mismo modo que no podían dejar de respirar.

Los instintos de Lucas vibraban de deseo de tomarla allí mismo, en aquel momento, y mostrarle a todos que ella le pertenecía. Luchar contra el impulso animal solo sirvió para intensificar sus ansias hasta que el pelaje de la pantera presionó contra la parte interna de su piel.

—Entonces esos ojos no significan nada. —Hawke se cruzó de brazos—. Eres más débil que aquellos contra quienes luchamos.

—?Estás diciendo que las emociones son una debilidad? —Tamsyn trataba de pasar por delante de Dorian sin éxito. Nate la miró desde el otro lado de la habitación deseando con todas sus fuerzas que callara, pero a la sanadora nunca se le había dado bien cumplir órdenes—. ?Las emociones nos hacen fuertes!

—No es una de nosotros —declaró Hawke—. Su fuerza radica en no sentir nada. Si puede sentir significa que es un producto defectuoso. No podemos confiarle la vida de Brenna a una psi defectuosa que podría derrumbarse en el momento menos pensado.

Lucas sintió que las garras de la pantera se abrían paso a través de su piel.

—Ten mucho cuidado con lo que dices sobre mi compa?era, Hawke. Detestaría tener que matarte. —La amenaza quedó suspendida en el aire.

Sascha le rodeó con los dos brazos.

—Lucas, él tiene razón. Si fuera débil no sería útil.

—No eres débil.

Le sujetó ambas manos contra su cuerpo deleitándose con aquel posesivo gesto público. Aquella psi era suya y no iba a permitir que se le escapara. Jamás.

—No —dijo—. No lo soy. Soy una psi-e cardinal.

La sorpresa que centelleó en los ojos de Hawke era tan profunda que resultaba imposible de ocultar.

—?Qué es lo que sabes, lobo?

Lucas se preguntaba qué había averiguado Sascha que le había permitido hacer esa afirmación con tanta seguridad, pero no pensaba pedirle explicaciones delante de los SnowDancer.

—Quiero verle la cara —exigió el lobo.

Lucas sintió que sus músculos se tensaban, pero Sascha le acarició con una mano cuando retrocedió.

—Deja que lo haga, Lucas. Es mi turno de luchar.

La angustia que reflejaba su voz pudo con él, atravesando el instinto posesivo de la bestia hasta llegar al hombre. Dejó que Sascha se colocara ligeramente por delante de él, donde rápidamente podía arrastrarla tras de sí.

—Si tus tenientes o tú pesta?eáis siquiera, os abro en canal. —No era una amenaza, sino una realidad pura y dura.

Hawke asintió.

—Muy justo. —Nadie jugaba con sus compa?eras.

—?Qué es lo que quieres ver? —Sascha ladeó ligeramente la cabeza sin apartar los ojos del lobo. Hawke era un hombre más feroz incluso que Dorian, una delgada barrera separaba su humanidad de la bestia que moraba en su interior.

—Quiero que me demuestres que eres lo que dices ser.

—?Estás seguro? —preguntó en voz baja.

La mandíbula de Hawke podría haber estado tallada en piedra.

—Sí.

Sascha inspiró y cerró los ojos suavemente. Mientras sus sentidos se expandían sintió el impacto total de la personalidad posesiva y dominante de Lucas. Era pura fuerza, puro corazón. Pero enterrados profundamente se encontraban los ecos del desgarrador dolor sufrido por el joven muchacho que otrora fue, ecos que palpitaban ahora con una feroz necesidad de proteger a los demás. También sintió su resolución de conservarla, pero eso era lo único que ella jamás permitiría. Ya había tenido que vivir la infancia sin padres, no le condenaría a vivir el resto de sus días sin una compa?era.

Detrás de la pantera pudo sentir la cólera apagada de Dorian, sus heridas eran muy profundas, por lo que tendrían que pasar a?os para aliviar su angustia. Salvo que ella no disponía de esos a?os. Tamsyn era toda bondad y alegría, poder y afecto. Los soldados de ambos grupos emanaban sus propios y personales aromas emocionales.

Pero era a Hawke a quien buscaba y fue a Hawke a quien encontró.

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