Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(95)



—No son muchos. —Miró hacia Judd por encima de la cabeza de Kevin—. ?Puedes ocuparte tú? —Al ver que Judd asentía, índigo centró la atención otra vez en Kevin—. ?Tu clan es estable?

—Bastante. Si derrocáis a Parrish, Mahal o Lou-Ann pueden ocupar su lugar. —En su voz se reflejaba la resignación ante la inminente muerte de su líder—. No sé si ellos están o no en el ajo.

—No te preocupes por eso, nosotros lo descubriremos. —índigo miró a Judd enarcando una ceja—. Puede que les hayan lavado el cerebro a todos.

—Podría ser. —Sin embargo Judd lo consideraba poco probable, dada la rudimentaria naturaleza de la programación. El Consejo no había dedicado demasiado tiempo a ello—. ?Quiénes fueron los psi que os programaron? ?Llevaban uniforme?

—No. Vestían traje como el resto de ellos. —Kevin no intentó volver la vista por encima del hombro—. No vi a nadie que pareciera realmente importante. Nada que llamase la atención.

Judd se habría sorprendido de oír lo contrario.

—?Se mencionó algún nombre?

—No que yo… —La hiena se interrumpió—. Espera. Me acerqué a Parrish en una ocasión mientras estaba al teléfono. Dijo que no podría cambiar las cosas sin la autorización de Duncan.

Brenna se sentía inesperadamente descansada la ma?ana después de su crisis nerviosa. Tenía la impresión de que las lágrimas la habían descargado de algo tóxico que había estado gestándose dentro de ella, que la habían liberado. Esbozó una amplia sonrisa. El Hombre de Hielo estaba aprendiendo.

Salió de su apartamento y se fue en busca de Hawke. Tenía trabajo que hacer; no había olvidado que el asesino de Tim podría andar tras ella y no iba a colocarse una diana en la espalda, pero tampoco iba a dejar que esa escoria dictara sus movimientos.

Hawke enarcó una ceja cuando Brenna dio con él en una de las salas de entrenamiento.

—Esa mirada significa problemas. —Tenía todo el cuerpo empapado en sudor, pero su respiración seguía siendo regular.

Rebosante de salud y músculos, era muy hermoso desde un punto de vista masculino.

Brenna era lo bastante mujer como para apreciarlo, aunque sin desear nada más de él.

—Prometí a los DarkRiver que les ayudaría a entrar en las bases de datos de los psi. ?Puedes asignarme una escolta que me acompa?e hasta sus oficinas? —Porque ella no era un soldado y no podía luchar como tal.

—Han decidido instalar un equipo especial imposible de rastrear para hacerlo. —Cogió una toalla y se secó la cara—. Debería de estar listo para ma?ana. En vez de eso, ?quieres ir a ayudar a Sascha?

Brenna negó con la cabeza.

—Ella me dijo que no me necesitaba hasta más tarde. Ahora mismo, los ciervos están demasiado traumatizados para aceptar mi presencia.

—Es lógico. Tengo una reunión ma?ana… puedo llevarte yo —repuso colocándose la toalla alrededor del cuello—. Ya tengo guardias de los SnowDancer en posición y los DarkRiver tienen todo el lugar bajo vigilancia.

—?Ahora confías en los gatos, Hawke? —bromeó.

El alfa soltó un bufido.

—Como he dicho, tengo a mis propios hombres allí.

Aliviada porque no se hubiera interpuesto en su camino, estaba a punto de dirigirse de nuevo hacia su habitación, cuando sonó el teléfono de Hawke. Dado que ella estaba más cerca, lo cogió y se lo entregó a él. No era su intención escuchar, pero Hawke le hizo se?as para que se quedara.

La conversación fue breve y concluyó cuando Hawke dijo:

—?Has localizado al clan? —Se hizo una pausa cargada de mortífera cólera—. Entonces hazlo hoy. No sabemos para qué más pueden haberlos programado.

—?Programados para qué? —preguntó Brenna cuando Hawke colgó.

—Judd no va a regresar hasta después de que anochezca —dijo en lugar de responder—. Me ha pedido que te eche un ojo.

Brenna se concentró en la primera parte de su declaración.

—?Qué es lo que él hace para ti, Hawke? —Su corazón era un frío bloque de piedra dentro de su pecho.

El rostro del alfa adoptó una expresión peligrosamente neutral.

—No sé si me gusta tu tono de voz.

Aquello era un recordatorio de con quién estaba hablando, pero Brenna también conocía su estatus.

—No soy una jovencita a la que puedas intimidar. —Se encaró con él mirándole a los ojos—. Responde a mi pregunta. ?Qué le exiges a Judd a cambio de dar refugio a los ni?os?

Sus ojos claros se tornaron helados.

—Judd es un sicario psi bien adiestrado, con experiencia en realizar el trabajo sucio. Sería un estúpido si no hiciera uso de sus habilidades.

Brenna ahogó un grito.

—?Cómo puedes pedirle eso?

Un alfa cuidaba de los suyos. No los destruía. Pero tal vez Hawke no consideraba a los Lauren como parte de su gente. Al fin y al cabo, y por razones que nunca había llegado a saber, el alfa odiaba a los psi tanto como sus propios hermanos.

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