Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(77)
Su hermano se quedó paralizado.
—?Qué?
—Cuando Judd llegó había sido atacado por un lobo —dijo Nate arrastrando las palabras—. Tiene el pecho destrozado y, creedme, no querríais verle el brazo.
—?Crees que hemos sido nosotros? —la expresión herida de Riley era tan desgarradora que la estremeció.
Pero Brenna no pensaba dejar el tema.
—Le habéis amenazado una y otra vez. Y pude captar el olor de la familia.
Judd le puso una mano sobre el hombro.
—Basta, Brenna.
Esta vez le hizo caso, incapaz de contemplar el dolor impreso en el rostro de sus hermanos. Dio media vuelta y sepultó la cabeza en el pecho de Judd olvidándose de sus heridas hasta que le llegó el olor a carne abierta.
—Lo sient…
—Chist.
Judd la rodeó con el brazo herido. Aquel gesto le salió sin pensar y descubrió que era incapaz de soltarla, con o sin disonancia.
Enfrentándose a la mirada de sus hermanos, Judd comenzó a hablar: —En un principio tuve las mismas sospechas que Brenna, pero me equivocaba. —Había descubierto algo en las horas previas; era lo que había querido discutir con ella—. Si los dos fuerais a desafiarme lo haríais a plena luz del día, no me tenderíais una emboscada de manera furtiva.
Brenna se quedó muy quieta contra él, su mano descansaba flojamente sobre su pecho.
Tenerla tan cerca era doloroso, un dulce tormento. ?Se quedaría a su lado una vez que descubriera toda la verdad sobre él? El negro corazón de Judd hizo una pregunta más dura: ?dejaría que se fuera?
—Brenna también lo sabe —dijo centrándose en el presente—. Solo está confusa porque percibió vuestro olor en el escenario. Eso la conmocionó. Lo más seguro es que esa fuera la intención.
Andrew se pasó la mano por el pelo.
—Maldita sea, Bren. Yo no le he tocado. No puedo creer que hayas sospechado de mí ni siquiera un segundo.
Brenna giró la cabeza, pero siguió donde estaba, rodeada por el brazo de Judd.
—últimamente ninguno de los dos habéis actuado de forma normal.
Riley maldijo con voz grave y áspera.
—?Estuvimos a punto de perderte por culpa de un asesino psi! Creo que es comprensible que no deseemos que tu pareja sea un miembro de esa raza de psicópatas.
—Mucho cuidado —ordenó Lucas con voz suave pero letal.
—Sascha es diferente —dijo Riley sin volverse—. él no.
—Nunca pensé que fueras un intolerante. —Las palabras de Brenna fueron recibidas con un denso silencio.
Judd se sorprendió estrechándola con más fuerza. Ni necesitaba ni quería que nadie luchase por él. Que Brenna lo hiciera provocaba sensaciones en su interior que no podía permitirse el lujo de aceptar… sobre todo teniendo en cuenta sus heridas y la energía que requería combatir la disonancia. Pero hacía mucho tiempo que había dejado de hacer lo que se suponía que debía.
Andrew le miró a los ojos.
—Yo no te he atacado. Estarías muerto si hubiera ido a por ti.
Judd se había hartado.
—La única razón por la que estoy herido es porque intentaba no matar a mi agresor. Si no me hubiera contenido, habría estado muerto antes de tocarme.
Judd dejó que ellos vieran las garras que había mantenido ocultas en un esfuerzo por facilitar la integración de su familia en el clan de los SnowDancer.
Pero algunos lobos, comprendió, solo respetaban la fuerza bruta. De modo que mientras que Andrew y Riley le creyeran una presa fácil, jamás permitirían que se acercase a su hermana. Comprendía el porqué: el hombre de Brenna tenía que ser capaz de protegerla. No tenía nada que ver con la capacidad de Brenna y sí con la necesidad de sus hermanos de mantenerla a salvo.
—Los psi no pueden entrar en nuestras mentes —espetó Andrew.
Judd miró al lobo.
—Es cierto que no podemos manipularos sin tener que esforzarnos, pero una descarga de energía pura a corta distancia destruiría todas las funciones cerebrales principales, si es que no os licúa el cerebro en el acto. —El lo sabía debido a su oscura experiencia personal, una de las muchas y terribles imágenes que le atormentaban en sue?os.
Naturalmente, un tq-cel tenía otras formas distintas y más rápidas de matar. Pero eso era algo que había ignorado siendo ni?o, y los cambiantes no tenían por qué saberlo para entender lo que quería decir.
—Así que si alguna vez me atacas te sugiero que lo hagas según vuestras propias reglas para el combate entre cambiantes y psi y me dispares por la espalda.
Lo único que necesitaba para matar era una fracción de segundo.
—Joder —dijo Andrew; su voz dejaba traslucir que ahora veía a Judd bajo una nueva luz—. Eso es algo que se nos ense?a a todos durante el entrenamiento, pero al ver que solo luchas cuerpo a cuerpo con los hombres que te desafían en lugar de utilizar tus poderes psíquicos para atacarles, supuse que no se trataba más que de propaganda psi. —Se encogió de hombros—. ?Entiende Hawke lo que puedes hacer?
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