Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(75)
Aquello le daba una nueva perspectiva a lo que Judd le había contado acerca del jax.
—No lo sabía.
—Hace que uno se pregunte por qué toman jax —dijo Nate—. No encaja con su necesidad de control.
—Quizá quieran olvidar en lo que se han convertido —apuntó Tamsyn con tristeza—. El jax también degenera la memoria.
Nate profirió un gru?ido.
—Sea cual sea la razón, siguen siendo los débiles quienes lo toman.
Brenna comprendió: tanto si se trataba de cambiantes, de humanos o de psi, eran los individuos débiles, quebrados o heridos los que sucumbían a la droga. Brenna apretó los labios. El sufrimiento no era excusa para convertirse en adicto; ella no había tomado el camino fácil a pesar lo mucho que había deseado hacerlo. Pero los camellos eran los peores, la escoria que se aprovechaba de los vulnerables.
—?Y bien? —preguntó Nate—. ?Sabes quién ha hecho esto?
A Brenna se le hizo un nudo en el estómago.
—?Podemos hablar de eso más tarde? Creo que Judd debería estar despierto cuando lo hagamos.
—Me parece bien. Tengo que avisar a Lucas y a Hawke de que estáis aquí.
—?Puedes esperar unas pocas horas?
Eso le daría a Judd tiempo para recuperarse al menos un poco y ella le necesitaba a su lado. Si lo que creía era cierto, entonces no podía hacerlo sola.
El leopardo estudió su rostro durante varios segundos.
—Dame una buena razón.
Brenna cerró los ojos con fuerza e inspiró profundamente. El olor metálico de la sangre estaba saturando sus sentidos. Abrió los ojos de repente.
—Porque percibí el olor de mi familia en Judd antes de que la lluvia borrara el rastro.
—Mierda.
Judd recobró la consciencia dos horas después de que hubieran llegado, sus ojos parecían un tanto febriles pero, por lo demás, estaban despejados. Demasiado, dado la magnitud de sus heridas.
—?Qué? ?Te has hecho una autotransfusión psíquica de sangre? —preguntó Tamsyn con una aspereza que contradecía la preocupación reflejada su rostro.
Judd flexionó la mano del brazo vendado, la gasa blanca parecía enga?osamente poco resistente.
—Necesito comer algo para reponer la energía que he perdido —dijo sin responder a la pregunta.
Tamsyn frunció el ce?o, pero Brenna sintió en ella tan solo afecto. Al igual que Lara y Sascha, la sanadora de los DarkRiver poseía una naturaleza bondadosa.
—?Por qué todo el mundo piensa que puede comer en mi cocina?
Nate abrazó a su compa?era por detrás depositando un beso en la curva de su cuello en un gesto público de cari?o.
—Porque incluso los psi saben que eres fácil de persuadir.
El ce?o de la mujer se hizo más marcado y se volvió para robarle un beso en condiciones a su compa?ero.
—?Por qué te aguanto?
Nate murmuró algo en voz tan baja que Brenna no pudo escucharlo. Apartó la mirada de la cómoda intimidad que compartían, una intimidad que dejaba entrever una profunda sensualidad y amor, y vio que Judd observaba a la pareja. Miró a Brenna solo después de que Tamsyn se separara de Nate para dirigirse hacia la nevera. Los oscuros ojos color chocolate del psi se enfrentaron a los suyos.
—Eso es lo que tú deberías tener.
El candor de Judd la conmocionó… porque significaba que había aceptado lo que había entre ellos, ese algo hermoso y poderoso.
—?De veras? Bueno, puede que te prefiera a ti. —No le importaba que su relación no encajase en ningún patrón establecido, no le importaba que el lobo que habitaba en ella no reconociese a Judd como su compa?ero—. Solo a ti.
—Hice lasa?a para cenar —dijo Tamsyn elevando la voz—. ?Os parece bien?
Judd continuó con la vista clavada en ella, como si la estuviera devorando con los ojos.
—Cualquier cosa me vale.
—Entonces puede que esté desperdiciando mi lasa?a contigo. —Tamsyn sacó un recipiente de la nevera—. ?Prefieres un trozo de cartón?
Brenna sintió que aquello la divertía a pesar de que el olor de la sangre impregnaba aún el aire y de la tensa expectativa que había entre los dos. Sus labios se movieron nerviosamente mientras esperaba la respuesta de Judd.
—El cartón no tiene ningún valor nutricional —replicó en un tono carente de inflexión—. La lasa?a es una opción mejor.
Tamsyn levantó los brazos en el aire.
—Había olvidado lo malos que podéis ser. Pero, claro, Sascha nunca fue tan mala como tú.
Se oyó un estruendo en el piso de arriba.
Tamsyn no pareció notarlo, pero entonces dijo:
—Cari?o, ?podrías subir a ver si Kit está sobreviviendo a nuestros peque?ines? Parece que los dos están despiertos.
—él está bien. —Nate no cedió.
—No voy a atacar a tu compa?era —dijo Judd al leopardo—. No tengo motivos para hacerlo.
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